POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
RESUMEN: En la Argentina del clonazepam y el ajuste, la economía ya no se mide en pesos sino en permisos. El Presidente habla de libertad, pero firma lo que le dictan desde Washington. Entre pastillas y conferencias, el país se fue anestesiando hasta entregar la lapicera. Y mientras Milei grita “¡Viva la libertad, carajo!”, alguien en la Casa Blanca sonríe… porque la factura ya fue enviada.
Lamentablemente, habitamos una sociedad atontada por la información mediocre; subculturizada y reducida neuronalmente a pensar que el mundo argentino se divide en dos: libertarios y “kukas”. Esta disminución o “capiti diminutio”, diría el Derecho romano, para discernir más allá de lo elemental es una rémora instalada por el kichnerismo donde se era “zurdo o facho”. Estos tipos de La Libertad Avanza, aplican el mismo sistema de anatematizar al que piensa distinto. No importa que el otro sea lo que sea, basta que no adhiera a LLA, es automáticamente “kuka”. Punto.
Por eso, el país se está yendo a los caños, nos están vendiendo hasta los helechos de la abuela y esa mayoría sigue pensando que hasta el cambio climático es consecuencia de los “kukas”. Digámoslo para que quede MUY claro a esas mentes pequeñitas, que nuestra lídea de pensamiento fue, es y será siempre, brutalmente antikirchnerista. Pero tampoco seremos tan elementales de aplaudir como focas a un gobierno al cual votamos y que nos ha decepcionado profundamente.
El golpe invisible
Digamos ahora que el título de esta Nota es una metáfora sobre la pérdida de soberanía económica argentina. Y esperamos no tener que aclarar qué es una metáfora también. En efecto, no hubo tanques ni decretos. No hizo falta. La nueva intervención sobre la Argentina llegó en forma de “asistencia financiera”, “swap”, “acuerdo de estabilización”. Washington no envió marines: envió al Tesoro. Y desde ese momento, el verdadero poder ya no reside en Balcarce 50 sino en la calle 1500 de Pennsylvania Avenue. Porque quien tiene el dinero pone las condiciones, ahora, cuánto más todavía manda el que maneja el dinero. Literalmente, Milei, nos dejó sin Patria.
De ahí que la ironía, dolorosa por cierto, pero en absoluto exagerada, sea afirmar que Milei ya no gobierna, porque en los hechos quien desde ahora nos marca el paso es el secretario del Tesoro de los Estados Unidos.
La metáfora y su fundamento
Vamos a desglosar bien el argumento, como quién dice, lo explicaremos con manzanas, o peluches, o con lo que quieran. De hecho, Javier Milei, sigue siendo el presidente en ejercicio: firma decretos y grita en cadena nacional. Pero su política económica ya no es autónoma: está tutelada, monitoreada y, en buena parte, diseñada fuera del país. ¿Más claro? Nuestros ingresos personales, familiares, a partir de ahora dependen de lo que quieran en EE.UU. La que fuera la República Argentina, ahora es un protectorado financiero: Washington decide, el FMI sugiere y Buenos Aires obedece.
La cuestión central es que, EE.UU., a través de Scott Bessent (secretario del Tesoro estadounidense), intervino directamente para apoyar a Argentina: compra de pesos argentinos y acuerdo de swap de ~US$ 20 mil millones para asistir al país. (Ver más información en El País; Investing.com y EL PAÍS English).
La lectura de la situación argentina en la prensa internacional nos muestra el panorama desolador que tenemos. Para el mundo “Argentina está en una situación de fragilidad financiera y que el respaldo de EE.UU. puede volverse decisivo para sostener el programa económico de Milei.” (ICIS Explore)
Del libertario al vasallo
Desde los tiempos del “Braden o Perón”, que la Argentina viene lidiando con este maniqueísmo “capitalismo-proletariado”, que las hordas peronistas celebraban alegremente “combatiendo al capital”. Hoy, hemos perdido esa batalla. El capital no ha derrotado. Pero el drama no es sólo económico. Es simbólico. Milei llegó al poder declarándose enemigo del Estado, del populismo, del “intervencionismo”. Pero terminó arrodillado ante el mayor Estado intervencionista del planeta: el de los Estados Unidos. Hoy, para decirlo más claro para los menos entendidos, NO SÓLO NOS GOBIERNA EL ESTADO, SINO UN ESTADO EXTRANJERO. ¿Dónde quedó aquel “topo que viene a destruir el Estado por dentro?
Por mucho que nos duela -porque somos todos argentinos-, el sueño libertario de hacer volar el Banco Central se esfumó porque ahora el gobierno obedece las recetas del Tesoro norteamericano. Hemos perdido nuestra Independencia porque el “especialista en crecimiento económico con o sin dinero”, tiene que pedir permiso a los yanquis hasta para respirar. La “revolución libertaria” terminó siendo un ajuste tutelado.
El costo político del vasallaje
En los hechos, el fracaso del plan de Javier Milei, representa: pérdida de soberanía, pérdida de credibilidad y pérdida de proyecto nacional. De ser un país soberano pasamos a resultar un simple gestor local del endeudamiento externo. Ya no se habla de desarrollo, de progreso, de vías navegables, de infraestructura, se habla de “metas fiscales impuestas”.
¿Quieren más? Mientras Wall Street festeja, aquí crece el desempleo, más de veinte empresas cierran por día, las generaciones inmediatas carecerán de mayores posibilidades de progreso. El mercado celebra la estabilidad de los números; la sociedad padece la inestabilidad de la vida cotidiana.

La metáfora y la advertencia
El resultado de las elecciones del próximo domingo es crucial. Más todavía cuando ayer, Donald Trump, dijo literalmente que los argentinos “Estamos agonizando, no tenemos dinero”. Traducido lo de Trump, es que para ellos ya no somos un país, estamos camino a ser una estrella más en su bandera, lo mismo que Puerto Rico.
Porque cuando un país delega su política económica a otro Estado, pierde más que soberanía: pierde identidad.
Hemos vuelto a los tiempos de la colonia; el presidente ya no es tal como lo marca la Constitución Nacional, sino una suerte de “virrey financiero”. Como Baltasar Hidalgo de Cisneros, en 1810, en estos términos ya no hay conducción que piense con cabeza propia y corazón argentino, sino un mero ejecutor de los intereses geopolíticos de Norteamérica.
Pensamos que explicación más elemental que la presente no es posible; por eso, pensar que el país será peor si “vuelven los kukas”, o que será mejor si ganan los libertarios, es de una mediocridad supina. El problema de fondo es mucho más grave. Todo lo que Milei, prometió en la campaña ha fracasado y es el gobierno que pasará a la historia como el primero en haber entregado el país a una potencia extranjera.
Precisamente, el día en que los argentinos logren abrir bien los ojos e interpretar la realidad en su justa medida, descubrirán que el mayor enemigo no estaba en los “kukas”, sino en la obediencia ciega al poder extranjero.
No hay que ser marxista para advertirlo ni libertario para lamentarlo: hemos perdido el timón de la Patria.
Hoy la soberanía se cotiza en dólares, la independencia se firma en inglés y la libertad, esa que tanto nos vendieron, viene con manual de instrucciones del Tesoro norteamericano.
Argentina ya no tiene presidente: tiene gerente. Y el gerente, encima, ni siquiera habla castellano. –
