POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Fueron hermosos aquellos días cuando la vida se vestía de blanco y las horas tenían olor a tiza y crayón. Cuando las clases se pintaban con Silvapen y nuestra historia se inmortalizaba en los cuadernos Rivadavia. Cuando los errores tenían color rosado de un lado y un agujero en la hoja cuando borrábamos con la parte azul de eso que llamábamos, precisamente, borrador.
Eran días de pasos trascendentales ¡Del lápiz negro a la lapicera de tinta! Y la aventura azul duraba cuatro o cinco cachitos donde se contenía el tiempo de la escritura y los llamábamos cartuchos. Cuando el vértigo giraba con los grados que indicaba el transportador y la dirección de la perspectiva era la que marcaba la escuadra.
Eran días de zapatos Gomicuer o Grimoldi y zapatillas Topper. Para el potrero, las Flecha que se lavaban y les pasaban tiza “para que estén más blancas”.
Eran días en que había maestras…
Sí, hasta eso tuvimos, maestras. Mujeres grandes algunas, jubiladas como fue nuestra caso en el Colegio Belgrano de Salta. Pero hoy, a la distancia, nos damos cuenta de que no eran maestras, eran enciclopedias caminando. Porque “la señorita lo sabe todo”… y más todavía.
La Señorita maestra, no “la seño”; ella no sólo lo sabía todo, sino que hasta tenía a veces más razón que la mamá o el papá. ¡Y cómo no tenerla! Si en ocasiones eran la mamá que no había en la casa.
Aquellas maestras eran fontana de conocimiento, pero además regazo de contención. Orejazo corrector y un afecto que transcendió a la vida. Porque, quién no recuerda con cariño y agradecimiento aquel llamado de atención.
La maestra lo podía todo y era todo porque tenía autoridad, porque ellas mismas eran ejemplo de pulcritud, de formación, de entrega… de vocación.
Eran días en que había maestras…
Estudiábamos a Domingo Faustino Sarmiento, ése que iba a la escuela hasta bajo la lluvia. Y claro, si vivía en el fondo de la escuela. Pero el tipo nos sembró el país de escuelas y pasó a la historia “con la espada, con la pluma y la palabra”. Y en su pecho “la niñez de amor un templo, le levantó y en él sigue viviendo”.
Mentira, si ahora se enseña que Sarmiento era un desgraciado que cazaba indiecitos, despreciaba a las provincias y nos entregó a los ingleses. Una basura de tipo, que Juan Manuel de Rosas hizo bien en rajar de estas tierras. Sí, porque “las seños”, ahora te dicen que Sarmiento era un genocida y se asoció con otro malparido, que se llamaba, Julio Argentino Roca, y que también cazaba indiecitos. Esos dos lo mataron al Chacho Peñaloza, que era gaucho y caudillo. No importa que “las seños”, no tengan idea de quién fue el Chacho…, si hoy da lo mismo el Chacho Peñaloza que el Chacho Álvarez. Incluso, tampoco saben quién fue el Álvarez ese.
Pero el problema no es de las «seños», sino del gobierno que les enseñó todo eso. Porque el kirchnerismo tijeretó la historia y formó «seños» a medias. Ninguna leyó las obras de Sarmiento ni sabe qué hizo Roca cuando fue dos veces presidente. Tampoco saben que fueron ambos, fueron presidentes.
Mi -nuestras- Señoritas, nuestras Maestras, dictaban clase vestidas como para domingo. Collar de perlas y pulseras de oro. Zapatos con tacos -no altos-, en fin, eran una composición de conocimiento y elegancia.
Los tiempos han cambiado
Los tiempos han cambiado, pero el conocimiento debiera ser el mismo. Mejor inclusive. Porque ahora la cultura universal está en los teléfonos…, pero el grupo de whatssap y el Facebook, pueden más que la ilustración. Tampoco el país es el mismo. Nuestras Maestras, hasta pudieron edificar sus casas con los préstamos del Banco Hipotecario Nacional. Ahora no pueden ni comer.
No podemos pretender seguir siendo victorianos, ahora las “seños” van vestidas con jean y escote. Y les queda bien. A algunas, muy bien. Nuestras Maestras ni fumaban. Ahora las “seños” se clavan un porro y el mundo es psicodélico. Obvio, no son todas.
¿Te acordás cuando no sabías, no estudiabas y te paraban en una esquina con un bonete que decía “asno”? Hoy, si alguna hace eso la denuncian hasta en la Corte Internacional de La Haya. Cómo cambaron los tiempos… Ahora los asnos son ministros de educación.
…
Hoy celebran el “Día del Maestro”, ése que el pobre de Manuel Belgrano, dijo que tenía que estar en los palcos junto a las autoridades en los actos públicos. El que debía ganar como un ministro. Ese Maestro/a, al que los ministros han reducido a la indigencia. Al que mantienen sin jerarquizarle la carrera docente. Ese al que siguen “currando” en la Junta de Descalificación e Indisciplina. Ese, al que las madres les pegan cuando lo retan al nene que es un delincuente en potencia (o en acto).
Ese Maestro/a, que con sus limitaciones, sigue apostando al futuro de sus alumnos. Ese que saca recursos de donde no hay para presentar un material para que estudien los chicos. Ese que mueve cielo y tierra para conseguir que hagan un viaje de instrucción.
De collar de perlas o de dije de fantasía. De pulsera de oro o con la tirita roja en la muñeca. Con la elegante falda o el despuntado jean, ese DOCENTE, sigue apostando al país. Aunque deba humillarse ante la sociedad marchando por las calles para reclamar un sueldo DECENTE, porque el gobierno es INDECENTE. Porque las políticas decidieron que todos debemos llevar el bonete de Asnos.
Ese DOCENTE, hoy, merece el saludo de todos. Porque hoy escribimos estas líneas y otros las leen, porque en su vida tuvieron un aula, una Maestra. Porque gracias a esos esfuerzos, hoy somos ciudadanos.
Aunque los perversos gobiernos y sus asnos de ministros, se empeñen en lo contrario. Al MAESTRO, ¡Salud!