Sobre los F-16: A los rumanos les cobraron €1 por avión; a los argentinos lo que vale toda una cosecha de tabaco salteño

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

RESUMEN: Mientras Bucarest monta un centro de instrucción con cazas “cedidos” a precio simbólico, Buenos Aires desembolsa decenas de millones por F-16 de segunda mano. No se trata solo de aviones: es una cartografía de prioridades, de fantasía de poder y de dependencia.

El tema es delicado, lo sé; porque estas líneas son para quienes sean capaces de analizar comparativamente la geoestrategia finlandesa y los tratados con la OTAN frente a la mayoría de un electorado que confunde un F-16 con un Fiat 600 de contrabando y vota y aplaude alegremente lo que le ponen delante sin el menor análisis.

Hemos visto argentinos aplaudiendo como focas el paso de aviones como si fuera un triunfo nacional y un presidente tan feliz de sentarse en la cabina como cuando se coloca un chico en un caballito de una calesa. Y esto ocurre porque el ciudadano argentino no lee. Apenas viajan sobre los titulares de los diarios sin mirar jamás qué se está publicando en los grandes diarios del mundo. Ni hablar de Salta donde lo que publican los diarios no alcanza a calificarse siquiera de noticia en muchos casos.

Rumania se moderniza; Argentina se endeuda

Rumania tiene experiencia en esto de vuelos desde los tiempos en que los vampiros sobrevolaban en las noches los poblados; pero hay decisiones estratégicas que definen a una Nación. Y existen tradiciones también. En la Argentina, en nombre de la Defensa nacional, recreamos aquello del FIAT 600 que se pagaba a precios de una Maserati recién salida de Módena, cuando en Europa esa misma fábrica ya producía modelos que aquí no llegamos a ver. Estamos repitiendo la hazaña, pero con alas: 300 millones de dólares por aviones que, en el mercado internacional, ya están transitando mansamente la ruta hacia el geriátrico aeronáutico.

Los rumanos acaban de adquirir 18 unidades de F-16, pero saben exactamente qué están comprando, una herramienta útil, austera, incluso necesaria para un contexto regional específico, Argentina desembolsa cifras siderales por material que el vendedor ya tiene etiquetado como “para el próximo desfile militar de jubilados”. Lo rumano tiene sentido: es una compra funcional, proporcional, integrada a un plan geoestratégico concreto. Lo argentino es un rapto de provincialidad con tarjeta black.

Porque ahí está el núcleo del problema: lo que en otro país es inversión calibrada según necesidades reales, acá es un festival de plata ajena para adquirir chatarra glamorosa sólo porque viene con manual en inglés y foto del embajador sonriente. Y todo mientras la Fuerza Aérea intenta explicar con cierta sonroja por qué seguimos acumulando “fierros” que llegan al país en el mismo estado en que los autos usados llegan a los zocos marroquíes: repintados, revividos, bendecidos por un mecánico que jura que “andan joya”.

Pero claro: ¿cómo sorprenderse en un país donde la mayoría electoral todavía transita esa fase pre-sapiens, fascinada por cualquier autoridad que mueva los brazos y pronuncie “soberanía” con tono grave? Para esa fauna bípeda, estos aviones son casi un símbolo patrio: lo viejo se confunde con lo heroico, lo obsoleto con lo épico, y lo caro siempre parece garantía de grandeza.

Total, la factura no la paga ningún romántico del voto compulsivo, sino las generaciones futuras que, con suerte, heredarán el cascarón metálico como recuerdo de nuestra eterna vocación por comprar espejitos de colores a precio de diamantes. Y después se enojan con Colón; razón tenía Domingo Facundo Sarmiento cuando advertía: “¡Cuidado pues, ese mal lo traemos en la sangre!”

Datos duros: qué se pagó, qué se recibió

Hemos de ser lo más sintéticos posibles porque el tema bien tratado, citando las fuentes consultadas y demás, nos extendería en demasía.

El 16 de abril de 2024 Argentina firmó un contrato con Dinamarca para comprar 24 F-16 usados, por un monto cercano a US$ 300 millones. Los aviones son de “segunda mano”, pertenecientes a la flota danesa, modernizados para ese país, siendo los primeros 100 millones de dólares financiados por Estados Unidos. O sea…

El paquete incluye —además de los aviones— motores, repuestos, simuladores de vuelo, formación de pilotos y mecánicos, y el eventual armamento/soporte técnico necesario. Versiones indican que, si se considera todo el paquete (aviones, equipamiento, armamento, repuestos, modernización), el costo global podría ascender sustancialmente más allá de los 300 millones — algunos mencionan cifras mucho mayores si se suman misiles, mantenimiento, infraestructura, etc.

El caso de Rumania

En noviembre de 2025, Rumania concretó la transferencia de 18 F-16 provenientes de la fuerza aérea de los Países Bajos por el precio simbólico de 1 euro por avión.

El acuerdo tiene como fin el uso de estos cazas en un centro de entrenamiento internacional —el European F-16 Training Center (EFTC)— destinado a preparar pilotos rumanos y también de países aliados, en especial en el contexto de la guerra en Europa del Este.

Aunque el precio de transferencia es simbólico, el acuerdo contempla cargos complementarios como impuesto al valor agregado (IVA) y costos logísticos —es decir, no es un “regalo” absoluto, sino una cesión condicionada dentro de una lógica aliada/cooperativa.

El objetivo estratégico es muy diferente: no rearmar una fuerza aérea para defensa nacional como tal, sino generar un hub de entrenamiento regional dentro de una alianza militar (la OTAN), optimizando recursos y fortaleciendo la interoperabilidad de aliados.

La diferencia entre ambas operaciones estriba en que Argentina está desembolsando una cifra elevada en momentos de crisis económica, prioridad presupuestaria ajustada, necesidades sociales urgentes (salud, educación, jubilaciones). En Rumania, la compra se inscribe en un esquema colectivo de alianzas, compartiendo cargas y riesgos con aliados.

Conclusión a priori

El tema es mucho más denso, obviamente. Pensamos, sin embargo, que, al margen de la compra, no hemos escuchado nada sobre una reactivación de la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba (hoy hoy FAdeA) que supo darle al país tecnología de punta en su momento. Produjo modelos desde el Pulqui, el Pulqui II, los primeros a reacción;

El DINFIA / FMA IA-35 Huanquero, avión de entrenamiento/servicio utilitario.

El FMA IA-58 Pucará; avión de ataque ligero que cumpliera misiones en la Guerra de Malvinas.

El FMA / FAdeA IA-63 Pampa; avión de entrenamiento a reacción ligero.

Y podemos indicar otros diseños propios como I.Ae. 25 Mañque, I.Ae. 30 Ñancú, I.Ae. 32 Chingolo, IA-36 Cóndor, IA-50 Guaraní II (transporte), DINFIA IA-35 Huanquero, entre otros prototipos y series de la casa. (La FMA/Área Material produjo numerosos prototipos y modelos bajo la designación I.Ae. / IA / DINFIA.

Desde el gobierno de Juan Domingo Perón que produce el Pulqui, bajo la dirección de un expiloto alemán -Kurt Tank- hasta los años setenta, en Córdoba se produjeron bajo licencia numerosos modelos como el Avro, Curtiss Hawk, Beechcraft, Morane-Saulnier MS-760, etc., lo que consolidó capacidad industrial y mano de obra especializada en el Área Material de esa provincia.

Hoy, lo vemos al presidente, Javier Milei, chocho sentadito en un F-16, y no sé porqué, me viene a la memoria la imagen de Pipo Pescador y su bandoneón, cantando: «Vamos de paseo, pip, pip, pip, en un auto feo…»

(Todavía no comprendo qué hace la hermana de Milei, trepada en el avión, si con una escoba le basta y sobra)