Sobre el escandaloso pacto oscuro entre sotanas y togas en Jujuy

Por ERNESTO BISCEGLIA — www.ernestobisceglia.com.ar

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Un cura acusado de violación, una jueza cómplice y un obispo protector: la tríada del escándalo en Jujuy. Entre sotanas, togas y silencios comprados, el pacto oscuro desafía a la justicia y a la fe. Pero lo que intentan esconder en los despachos, ya resuena en las azoteas.

La noticia es tan impactante que no hay “sigilo pontificio” que pueda maquillarla:  en Jujuy estalló un escándalo que desnuda hasta dónde puede llegar la complicidad entre Iglesia y Justicia para proteger a un abusador. 

Esta vez, la filtración al periodismo hizo fracasar los consabidos contubernios entre la Curia, el Poder político y el Poder judicial. En provincias como las del norte del país, son innúmeros los casos de ocultamientos de aberraciones sexuales (y otros delitos) cometidas por clérigos que se ocultan bajo un manto de silencio cómplice.

Pero en el caso de Jujuy, los chats cruzados -o atribuidos- al cura Luis Atilio Bruno, implican a la vocal de la Corte jujeña, Laura Lamas González, y al propio obispo, César Daniel Fernández, en una sospechosa maniobra para “salvar” al cura Bruno, acusado de abuso sexual. En el medio, se menciona la suma de 10.000 dólares para comprar silencio. Según se han mostrado los hechos, no se trataría de una sospecha: sería la radiografía de un sistema podrido que se creía intocable.

Una “Iglesia” cómplice

El entrecomillado de “Iglesia” no es subjetivo, sino la denuncia contra una organización que ha mancillado el mensaje del Evangelio, que ha traicionado al Cristo que predicó la humildad y la Verdad, sobre todo, en favor de los más nefandos negocios y ocultamientos.

Ante los hechos develados, el obispo Fernández, se recoge los pliegues de la sotana y corre a decir que “la Iglesia está a disposición de la Justicia”, y nosotros tenemos cinco años… Palabras vacías e insolentes ante el caso de una mujer que llegó de Chile en situación vulnerable con sus hijos y fue alojada en la casa parroquial donde habría sido abusada reiteradamente por el cura Bruno.

Una vez sospechados o conocidos los hechos, la Iglesia jujeña obró según lo que saben hacer desde hace siglos: Callar, proteger, disimular. Y ahora, cuando la verdad asoma, intenta despegarse como si nada hubiera pasado. La complicidad silenciosa también es crimen. Ya lo dice la Escritura: “Nada hay encubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que dijisteis en la oscuridad se oirá a la luz del día, y lo que hablasteis al oído en los aposentos, se proclamará desde las azoteas.” (Lc. 12: 2-3)

Una Justicia contaminada

En los pueblos del norte suele ser una tradición que algunas juezas -no todas, felizmente-, gusten lucir lujosos crucifijos colgando. Lo dicho, en los pueblos chicos todo se sabe y se conoce que en no pocos casos eso no es más que vil apariencia. Así, en el caso de Jujuy, la vocal de la Suprema Corte, que debería ser ejemplo de imparcialidad, aparece mencionada y aún ella misma escribiendo en un tráfico de chats, en lo que configura una mancha indeleble para ella y para todo el Sistema judicial de Jujuy.

De confirmarse la veracidad de los chats expuestos en los medios nacionales, se está en presencia de una magistrada que no merece un día más en su cargo. No se trata de una opinión: es la base mínima del Estado de derecho. Una jueza que negocia favores y arreglos para encubrir abusos debe enfrentar de inmediato un jury de enjuiciamiento y ser apartada sin demora.

Alguna vez la sociedad debe reaccionar

Si se tratara sólo de un cura abusador, sería otra mancha en el tigre clerical que se disfraza de oveja como es el caso de la Institución llamada “Iglesia”; aquí, se está frente a una red de impunidad que une sotanas y togas en un oscuro pacto de encubrimiento.

Lo más grave de este tenebroso contubernio, es pensar en que se urde una trama entre poderosos para perjudicar a una víctima indefensa. Esta situación desnuda que toda la sociedad se encuentra en estado de vulnerabilidad ante los pactos de los Poderes del Estado.

Estos entramados -como el que decimos hoy de Jujuy- que se trenzan en todos los pueblos mezclando el poder religioso, el Poder judicial y el dinero, hieren a toda la sociedad.  Es hora de que la ciudadanía, los organismos de derechos humanos y las instituciones democráticas levanten la voz. Porque si se deja pasar esto, mañana cualquiera podrá comprar justicia con un chat y unos dólares. Estamos prácticamente en la misma situación que denunció en su momento, Martín Lutero, ante la venta de indulgencias ordenada por el Papa.

La exigencia irrenunciable: Este editorial no pide prudencia, reclama acción

Quienes alguna vez nos comprometimos con el ejercicio de la divulgación de la Verdad, de la independencia de opinión y pagamos TODOS los precios que las sotanas, los gobiernos y parte de la sociedad le cobra a los Espíritus Libres, tenemos la obligación y la autoridad moral de pedir, en carácter de exigencia, que, de comprobarse los hechos, sea separado el obispo Fernández, bajo el cargo de encubrimiento y silencio cómplice. En este caso y referido a Salta, como dice el dicho: “Al que le caiga el sayo, que se lo ponga”.

Respecto de la vocal, Lamas González, ya debería estar instruyéndose un Jury de enjuiciamiento con el fin de esclarecer la veracidad de los chats y su grado de compromiso. En este sentido, hay que recordar que según esos chats, la vocal obraba y aconsejaba al cura acusado de abuso sobre cómo proteger su vivienda de cualquier posible acción judicial, en tanto el cura decía: “Le estoy pidiendo al Señor que me ayude a proteger la casa”. Porquería e inmoralidad mayor no debe haber.

Obviamente, que la parte sana de la Justicia, debe ordenar la correspondiente pericia informática pública sobre todos los dispositivos secuestrados y dar garantías reales de protección integral para la víctima, porque alguna vez… alguna vez, repito, los violentados por los bajos instintos clericales, los “perejiles” encausados por una Justicia venal, los oprimidos por los gobiernos corruptos, deben dejar de ser la variable de ajuste de un Sistema que ha vendido su alma al Maligno.

En conclusión

Lo que hoy se ha destapado en Jujuy, no es una materia nueva en asuntos de encubrimiento clerical. Algunos saben a lo que me refiero… Pero en la vecina provincia no se juega sólo el destino de un cura ni la suerte de una magistrada, tampoco la impunidad acostumbrada que se otorga a los altos clérigos: está en juego la credibilidad de las Instituciones y el enorme daño que se hace a la fe de los más simples.

San Pablo, es claro y contundente con este tipo de lacras cuando dice: “Están llenos de toda injusticia, maldad, avaricia, perversidad… calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, arrogantes, inventores de males… Aunque conocen el justo decreto de Dios, no sólo practican esas cosas, sino que también aprueban a los que las hacen.” (Rom. 1: 29-32).

O se limpia la podredumbre ahora, o se consagra la impunidad para siempre. Que no nos engañen con comunicados tibios ni con maniobras dilatorias: la sociedad exige Verdad y Justicia, y exige que caigan quienes tengan que caer, aunque usen sotana, toga o báculo.

Y bueno… cabe recordar, aquí, en el terruño local aquello del refranero popular: ‘Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas en remojo’. ¿Se entiende, no? El mensaje es claro: que tiemblen los encubridores. –