POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
En un episodio de “El Zorro”, una serie que se emitía por televisión en blanco y negro, según me contaron, dicen que alguien pronunció la frase “Los traidores no le gustan a nadie”, e inmediatamente disparaba sobre un sujeto. Es verdad, en las filas castrenses se dice: “La lealtad es apreciada hasta por el enemigo”. Y bajando todo esto a la realidad política de Salta, creemos, haber sido los únicos que le advertimos públicamente al gobernador, Gustavo Sáenz, que entre sus discípulos estaba un Judas. Claro, como muchos vienen de los tiempos en que había inflación, los Judas se multiplicaron.
Sabemos que Judas vendió al Maestro con un beso, y en Grand Bourg, y en algunas intendencias lo vendían al gobernador con unas palmadas en la espalda. Ahora, hay una diferencia ética, si se quiere; Judas, no soportó el remordimiento y se ahorcó tras devolver las monedas al Sanedrín. Los Judas políticos que vivieron -y viven- del milagro de la multiplicación de panes y pesos obrada por Gustavo Sáenz, siguen allí, con sus rostros de titanio y como el dios romano Jano, moviendo sus dos caras, para unos y para otros.
Eva Perón, decía: “No hay peor enemigo que el traidor disfrazado de compañero.”, y entonces, el “compañero” que en esta partida ha trabajado para los enemigos de la Causa, ya no es “compañero”, sino un Caballo de Troya que mañana volverá a ingresar a los que vienen por la cabeza de quien les da de comer.
El gobierno como Causa colectiva
Hay que dejarnos de macanear. El rumbo que ha tomado el país es incierto y peligroso. Nuestra economía ya está siendo manejada por el Tesoro de los Estados Unidos -es una realidad-, lo que significa que ya hemos resignado parte de nuestra soberanía. Entonces, los gobiernos nacidos de la voluntad de defender la autonomía provincial, el federalismo y la identidad histórico-cultural, ya no son gobierno sino una Causa popular. Esta definición no admite la permanencia de traidores en el seno colegiado de un plan popular.
No somos peronistas, pero increíblemente la coyuntura parece habernos llamado a iluminar el pensamiento de este tiempo con la doctrina de Perón, no porque haya sido el mesías ni el hombre gris de Parravicini, sino porque frente a este estado de cosas su pensamiento es el más apropiado. Entonces, en este momento, frente a dos años más de gobierno restante tenemos que priorizar el interés colectivo por encima del propio y de los grupos de poder. ¿Cómo entonces continúan en sus cargos aquellos que traicionaron al gobierno? También en los cuarteles se enseñaba que “Aquel que traiciona una vez, traiciona siempre”.
Estos que forman en los cuadros gubernamentales se dicen peronistas, se tratan de “compañeros”, pero hemos de recordarles aquello que se enseñaba en la Escuela Superior Peronista, cuando entre los principios doctrinarios, Perón, decía: “El que tenga un interés que no sea el del pueblo, no puede ser compañero”. Menos todavía funcionario de un gobierno que tiene un discurso popular.
Otros vendrán que de tu casa te sacarán
En estas horas, La Libertad Avanza, basada en su legítima aspiración de ser gobierno en el 2027, ya ha comenzado a trabajar para desgastar aún más al gobierno de Gustavo Sáenz. Lo hacen desde su derecho adquirido en las urnas y en los modos y procedimientos que ellos consideran apropiados, con los cuales, por supuesto, no comulgamos.
Luego, no se trata de ser peronistas, radicales o de la izquierda, sino de ser salteños; y hoy, entendemos que los legisladores nacionales de esa razón morada van a levantar la mano a pie juntillas como ya lo han demostrado para defender “las ideas de la libertad”, que todavía no sabemos cuáles son pero que evidentemente son perjudiciales para todos los argentinos.
En esta hora, decimos, con valor y a cara descubierta, que debe el gobernador, Gustavo Sáenz, “hacer tronar el escarmiento” sobre aquellos esbirros del sátrapa que conculcó al PJ de Salta, que salió de la espesa oscuridad para saciar un fin personal y no colectivo, y que cobrando del gobierno y usufructuando sus cargos, han intentado el menoscabo de una gestión en curso.
Los que callan ante la traición, se vuelven cómplices. Gustavo Sáenz tiene hoy la oportunidad de elegir: o cierra filas con los leales o deja que los Judas celebren su victoria. Si el gobernador no marca el límite, la historia lo hará. Y cuando el pueblo hable, no pedirá explicaciones: hará justicia con el voto.
Porque cuando los traidores permanecen, los pueblos retroceden. Y si la traición no se castiga, termina gobernando. En Salta aún hay tiempo de limpiar la mesa y honrar la Palabra. La historia no absuelve a los tibios ni a los ingratos. Y si algo les enseñó Perón, es que la lealtad no se discute: se demuestra. –
