ERNESTOBISCEGLIA.COM.AR – POR ERNESTO BISCEGLIA. – Para los salteños el gobierno que encabezó el General Martín Miguel de Güemes constituye ese modelo, sin dudas el más apropiado para reorganizar una construcción política que integre a la sociedad actual y la encolumne detrás de un sistema de organización social que resulte igualitario, inclusivo y fundamentalmente participativo.

El célebre Marco Tulio Cicerón en su “De Oratore” personifica a la Historia y le asigna un sentido vital y pedagógico que excede el ámbito mismo de una cátedra llamando a esta ciencia “Magistra Vitae est”; la Historia es Maestra de la Vida, una frase que además darle contenido político y social a la disciplina la expone como aleccionadora del futuro.
En efecto, la Historia ha de sobrepasar la mera retórica para convertirse en un modelo político que asiente su experiencia en los actos del pasado y sirva de basamento a un proyecto político contemporáneo.
Para los salteños el gobierno que encabezó el General Martín Miguel de Güemes constituye ese modelo, sin dudas el más apropiado para reorganizar una construcción política que integre a la sociedad actual y la encolumne detrás de un sistema de organización social que resulte igualitario, inclusivo y fundamentalmente participativo.
En nuestro Libro “La Revolución Municipal” sostenemos que el municipio adquiere en la actualidad una importancia política y social superlativa y esto por dos razones: la primera, por su condición de primera entidad político-burocrática cercana a los vecinos ya que cuando éstos necesitan algo, desde el cambio de un foco hasta sufragar un problema de salud, por ejemplo, a quienes primero recurren es a los concejales o al intendente. En segunda instancia, porque el Municipio es el ámbito inmediato y natural donde los vecinos pueden –y deben- participar de la vida comunitaria. No existe otra instancia más cercana a la gente que el municipio.

Pues bien, allí es donde el modelo político del General Güemes cobra actualidad, primero desde el orden ético-moral que representó como funcionario público. En una carta dice: “Desde el momento en que, saliendo de la clase particular de ciudadano… y desde el instante que por la voluntad uniforme de este pueblo se impuso sobre mis débiles fuerzas el grave peso de su gobierno, se aumentaron mis obligaciones, y entre ellas la de dar satisfacción de mi conducta pública (..) particularmente los funcionarios públicos que, como depositarios de la opinión general, somos los artífices y agentes principales para crear y poner las bases angulares del nuevo y magnífico edificio al que aspiramos” (1)
Se destaca entonces la gravedad que representa la función pública como encomienda vecinal sobre la persona del intendente del que se trate, luego, se rescata esa idea de ser “artífice y agente principal” del cambio. En aquel momento la sociedad que le tocaba gobernar a Güemes vivía la más profunda crisis desde la Fundación de la Ciudad en 1582, una situación similar a la se abate actualmente sobre el país, la provincia y los municipios y que impone, por lo tanto, tal como lo señala Güemes, ser “las bases angulares del nuevo y magnífico edificio al que aspiramos”. Ergo, se resalta aquí la dicha importancia fundacional del municipio en el marco de un Nuevo Orden que está en marcha.
Pero este “nuevo y magnífico edificio” por construir, debe apoyarse sobre dos bases: “sabias leyes y valerosos capitanes para defenderlas” (2), en términos actuales se trataría de una legislación comunal que se inscriba en la corriente de “Pensar Municipio”, o sea, generar Ordenanzas pensando un municipio a veinte años hacia adelante. Luego, “valerosos capitanes” no son sino líderes sociales, que pueden o no coincidir con las personas de los concejales y/o intendentes, es decir, que una nueva política debiera nutrirse de actores que comprendan el curso de los tiempos y piensen el municipio en el marco del Nuevo Orden establecido.
Ahora bien, nada de todo esto será posible sin CONSENSO, es decir, un acuerdo logrado por la mayoría, luego, sin participación vecinal no existe mayoría posible.
De esta manera se va desentrañando ese ideario güemesiano aplicado a la política municipal actual. El General Güemes no fue un teórico de la talla de un Manuel Belgrano sino más bien un hombre pragmático que generó acciones sociales que acompañó luego con decisiones políticas. En eso se devela al líder social que logra CONSENSO desde la actitud y el trabajo.
Allí es donde la Historia enseña, porque en aquellos días del General Güemes la provincia de Salta atravesaba la mayor crisis socio-política de su historia, tal como ocurre ahora. Y el gobernador Güemes se enfrentaba al problema de la escasez de recursos; de allí surgirá el término “Guerra de Recursos”, donde la imaginación debía reemplazar a la logística, ni más ni menos como ahora donde los municipios y los Estados provinciales ya no pueden dar más de lo que dan. Les cabe a los ciudadanos, a los vecinos comenzar a preguntarse “Qué podemos hacer por el municipio” y ése es el germen de la Participación.
En aquella época, frente a la amenaza de la invasión externa los salteños se preguntaron qué hacemos. Clásico es el ejemplo de Luis Burela cuando le preguntaron “¿Y con qué armas lucharemos” y su respuesta “¡Con las que les tomemos a ellos!”. Y así resultó.
Hoy las “armas” son la capacitación, el compromiso social, la unidad vecinal (Juntas de Vecinos, Centros Vecinales, etc.), la cual llevada al terreno de suyo comienza a generar inclusión, porque el distraído o indiferente se ve llamado a ser protagonista.
La inclusión genera equidad porque todos se igualan, son vecinos, más allá de títulos o posiciones, como fue entonces en que el gaucho –la chusma- fue incluido en el objetivo común de la defensa de la Patria y se igualó como ciudadano. La inclusión genera derechos adquiridos.
La Guerra Gaucha fue una lucha donde “Los hombres, las mujeres, los niños, las piedras, toda una tierra en armas” –diría Güemes- se comprometió en el objetivo común de la Libertad. Hoy, el municipio es el espacio natural donde todos aquellos que cita Güemes deben participar en el trabajo por el objetivo común del PROGRESO.
Mas no habría progreso posible sin la inclusión y participación de la mujer a imagen de aquellas a las que Güemes les confiara las delicadas labores de la inteligencia militar y el cuidado y sostenimiento de las familias. Hoy la mujer resulta imprescindible en el terreno de la actuación vecinal en tanto es el horcón sobre el cual se sostiene la casa y la comunidad.
Obviamente, nos excede el marco de esta breve mención y comparación este breve artículo donde comenzamos a delinear el por qué es necesario abrevar en la Historia de Salta, en las ideas políticas de un líder nato como fue el General Güemes, y entonces aplicadas aquellas decisiones políticas a la actualidad encontraremos el sustrato que nutra las modernas decisiones que se traduzcan en lo que hoy llamamos políticas públicas.
Nada es nuevo bajo el Sol dice el Libro del Eclesiastés y la Historia, nuestra Historia, viene a comprobarnos este aserto, diciéndonos además que el municipio se ha de basar en la gobernanza, es decir, en la participación de todos los actores sociales en un marco de igualdad, equidad e inclusión.
Si no abrevamos en nuestra historia y en particular en el ejemplo del General Martín Miguel de Güemes, como ciudadano comprometido, como gobernante probo y como patriota excelso, y tratamos de aplicar estos valores y categorías a la política actual en tiempos de tan grandes desafíos -La verdadera batalla cultural-, tendremos que aceptar que no hemos aprendido nada.
Y entonces el juicio de la historia y de nuestra descendencia será implacable. –
Citas:
- Carta de Güemes al Director Supremo Álvarez Thomas, en Bernardo Frías T III. Pág 369
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