Por qué se celebra hoy el Día del Inmigrante

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobiscegia.com.ar

Los llamábamos dulcemente el “nono” y la “nona”; cuando abrimos los ojos ya estaban allí, el pelo cano, la tez blanca y los ojos claros. El tiempo sólo era una anécdota, porque ellos continuaban con su rutina de toda la vida, la única que habían conocido, la de trabajar. Antes lo hicieron para vivir, hoy lo hacían para la familia.

Llegaron “con la mano al culo”, decían los viejos tanos, y le pidieron nada a nadie. Por el contrario, el Estado argentino que los había traído los había destinado a plantaciones o estancias de los dueños de la tierra. Y los que llegaron como mano de obra barata, con el tiempo, terminaron siendo dueños de las empresas que los habían empleado.

O fundaron otras mientras se derramaban por los pueblos del país llevando una semilla que en la Argentina no se conocía: la esperanza de un mañana mejor. Vinieron a “Hacer la América”, y efectivamente la construyeron.

Aquellas estampas de una casa de italianos se repitió en la de los descendientes españoles, franceses,  sirio libaneses, judíos…, todos.

Cada colectividad aportó lo que traía en la sangre. Los italianos fueron los que más llegaron. En la Buenos Aires del Centenario, el 52% de todos los inmigrantes eran italianos. Ellos trajeron los oficios: el zapatero, el relojero, los albañiles… Trajeron los profesores que ocuparon las cátedras ¡Y el arte! El espíritu del Renacimiento quedó plasmado en los techos de las iglesias, en los frentes de las casas, en los monumentos.

Fundaron las primeras empresas del país: Grimoldi, Piazza, Terrabusi, Canale y otras. La Bolsa de Comercio de Buenos Aires y el primer banco del país, el Banco de Italia y Río de la Plata.

Los españoles, mayoritariamente, se asentaron en el campo y le extrajeron a la tierra los productos que alimentaban las ciudades. El tambo fue su especialidad. Un español de apellido Yrigoyen que trabajaba en el tambo de una vieja familia federal, los Alem, contrajo matrimonio con una hija del terrateniente. Su hijo, Hipólito, sería el primer presidente de la Nación elegido por la ley del sufragio.

Los sirio libaneses, fueron los que más problemas tuvieron en adaptarse por razón del idioma y algunos casos por la religión aunque la mayoría eran católicos ortodoxos. Aquella sociedad tan “augusta” y católica, los apartó y ellos resolvieron el problema lanzándose a los caminos como comerciantes cuentapropistas. Se asentaron en los pueblos donde fundaron los famosos almacenes de ramos generales y también las pulperías.

Las Sociedades de Socorros Mutuos

La necesidad de agruparse en defensa de sus intereses y de continuar cultivando su cultura original los llevó a asociarse en comunidades. Así nacieron las Sociedades de Socorro Mutuo. Las hubo italianas, española, sirio libanesas, francesas y demás. Allí, los recién llegados hallaban contención, refugio hasta encontrar trabajo que muchas veces sus propios coterráneos les proporcionaban. En esas Sociedades hay que hallar el germen del mutualismo argentino.

No fue sólo un papel, sino el inicio de un camino que forjó la identidad argentina.

La Argentina nació con una vocación de apertura hacia el mundo. El Día del Inmigrante, se conmemora en memoria del Decreto firmado el 4 de septiembre de 1812, ppr el Primer Triunvirato dictando el fomento de la inmigración extranjera a las Provincias Unidas.

Fue el primer antecedente jurídico de la política inmigratoria argentina, que ofrecía protección y seguridad a los extranjeros que quisieran venir a este país. En su texto, se lee: “el gobierno ofrece a los extranjeros la seguridad de sus personas, bienes y libertad civil”, dejando claro que serían tratados en igualdad con los naturales del país.

Ya Juan Bautista Alberdi, en sus “Bases” decía: “Un país cómodo para albergar 50 millones de habitantes, con tan sólo uno no tiene destino”. Pregonaba la inmigración como un carácter necesario para el crecimiento, lo mismo que Domingo Faustino Sarmiento en “Facundo”. En 1874, el presidente, Nicolás Avellaneda, promulgará la Ley de Inmigración.

El gran país del Centenario

Esa mixtura de sangre europea con el criollo y el aborigen dio como resultado la poderosa clase media argentina que hizo de este país uno de los primeros hacia el Centenario. Claro que también con ello surgieron los problemas sociales y la lucha de clases, porque junto al inmigrante trabajador llegaron los ácratas y los anarquistas que formaron el anarcosindicalismo argentino. En 1870, se registra la primera huelga argentina del gremio de los tipógrafos. En 1919, Yrigoyen, enfrentará la “Semana Trágica” y los levantamientos de peones en la Patagonia.

El resto es historia más o menos conocida. Pero baste decir que el capítulo de la inmigración argentina es sin duda el más vasto, el más rico en matices y formas que cubre desde 1810, hasta la posguerra en 1945, cuando se produce la última inmigración europea al país.

Aquella gente, hizo la América, hizo la Argentina. Ese legado de trabajo y esperanza sigue siendo la brújula que deberíamos recuperar si queremos que la Argentina vuelva a ser tierra de promisión y futuro. –