Manuel Belgrano y el Día del Inmigrante Italiano: Un legado de identidad y construcción nacional

POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Cada 3 de junio, los argentinos rendimos homenaje al nacimiento del General Manuel Belgrano, uno de los padres fundadores de la Patria, creador de la Bandera y figura clave en la lucha por la Independencia. Esa misma fecha también ha sido elegida para celebrar el Día del Inmigrante Italiano en nuestro país, en reconocimiento al aporte inconmensurable de esa comunidad al desarrollo cultural, económico y social de la Argentina. Esta coincidencia no es menor: une el origen del espíritu nacional con una de las fuerzas vitales que le dieron cuerpo a nuestra identidad.

De hecho, Belgrano, fue hijo de uno de los comerciantes más importantes de Buenos Aires, Domingo Belgrano y Peri, nacido en Oneglia, en la Liguria, y proveniente de una familia que tuvo activa participación en los movimientos revolucionarios de Italia durante el Risorgimento italiano.

Manuel Belgrano fue un hombre de ideas modernas, profundamente influido por el pensamiento ilustrado europeo y convencido de que la educación, el trabajo y la libertad eran pilares para el progreso de los pueblos. Su propia historia está marcada por un fuerte vínculo con Europa —fue formado en España, donde absorbió ideales de igualdad y justicia—, pero siempre con los ojos puestos en las necesidades de estas tierras.

Los inmigrantes italianos que llegaron en masa a partir del siglo XIX, y particularmente desde la segunda mitad de ese siglo, traían consigo el mismo impulso de transformación: buscaban una tierra donde sembrar futuro, donde el trabajo tuviera sentido, donde sus hijos pudieran vivir con dignidad. Y lo hicieron. Transformaron ciudades y pueblos, cultivaron los campos, erigieron fábricas, trajeron su arte, su cocina, su lengua, su música, sus valores familiares y su espíritu comunitario. Hoy, más de la mitad de los argentinos tiene algún ancestro italiano.

La Patria que soñó Belgrano encontró en esa corriente inmigratoria el músculo para hacerse realidad. El cruce entre sus ideales y la energía de millones de inmigrantes dio forma a una Nación que aún busca su destino, pero que no puede entenderse sin mirar a ambos: al prócer que nos pensó libres y al pueblo que ayudó a construir esa libertad en los hechos, día a día, ladrillo a ladrillo.

Celebrar el 3 de junio es entonces también un ejercicio de memoria activa: recordar a Belgrano no sólo como el creador de un símbolo, sino como el arquitecto de un pensamiento nacional que no temía integrar influencias del mundo. Y recordar a los italianos que eligieron ser argentinos como protagonistas de esa historia inacabada que es la Argentina, mezcla de sangre, lenguas y sueños.