POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
#Supraconciencia #Cristianismo #TransformaciónInterior #ComuniónConDios #EvangelioDeJuan #LuzDivina #RenacimientoEspiritual
Entre los términos que si bien son muy antiguos pero de los cuales, sin embargo, la mayoría no tiene conocimiento, está este de la supraconciencia, muy difundido en las redes sociales, donde abundan los gurús de la Nueva Era, los “profetas” del Apocalipsis casero y algunas muy pocas versiones serias.
Esto nos coloca ante el problema actual de la ignorancia sobre muchos temas que por el sólo hecho de estar propuestos por influencer o personas que asumen notoriedad en Tik-Tok, se toman como verdades “inmutables y eternas”.
La cuestión de la supraconciencia, ya tratada por estudiosos de la talla de Jung, por ejemplo, alcanza estado espiritual; de hecho, debe entenderse como un nivel de conciencia superior al ordinario, un estado de percepción ampliada que permite conectar con una realidad más profunda.
En el cristianismo, y especialmente en el Evangelio de Juan, esta experiencia se manifiesta como un renacimiento interior y una apertura a la verdad divina. Justamente, porque el Evangelio de Juan, a diferencia de los de Mateo, Marcos y Lucas, que son sinópticos -biográficos, es profundamente teológico, filosófico y metafísico.
Nada más en el Prólogo de Juan (Jn 1,1), ya advertimos la cuestión del Logos y la luz divina (Jn. 1:1-5), donde el evangelista invita a percibir la realidad trascendental de Dios mediante una conciencia despierta que trasciende lo material. Es, literalmente, una invitación a “nacer de nuevo” (Jn. 3:3-8), donde refleja ese estado que implica una transformación profunda de la mente y del Espíritu, alejándose del ego y de lo mundano.
Si acaso meditáramos más allá de lo escrito, esta pieza evangélica propone la unidad con el Padre (Jn. 10:30; y 14:20), donde se revela que la supraconciencia no es un camino solitario: “Se trata de una comunión plena con lo divino, una participación en la Vida y la Verdad de Dios”.
Finalmente, el acceso a la Verdad que libera (Juan 8:32) -”La Verdad os hará libres”-, confirma que esta conciencia elevada transforma la existencia, liberando al ser humano de las ataduras del ego y de falsas creencias.
Claro, son temas que la jerarquía católica no puede enseñar al pueblo, porque cuando se comprende el alcance de la dimensión metafísica, el poder del fiel de alcanzar un estado de comunicación y comunidad con Dios, la estructura eclesiástica caería de suyo. ¿Para qué intermediarios si todos tenemos la capacidad de conectarnos directamente con el Padre?
En síntesis, la supraconciencia cristiana no es sólo un concepto filosófico o místico, sino una experiencia viva de transformación interior y comunión con lo divino, accesible a quien, con humildad y apertura, se deja iluminar por la luz del Logos.
Expuesto así, tan gruesamente, puede parecer complejo, sobre todo porque se carece del conocimiento y profundidad de términos como “Logos”; “Conciencia” y “Libertad de espíritu”; pero bastará tan sólo una actitud honesta de conciencia para alcanzar esos niveles superiores. Al final, todo en el mundo, incluso estas cuestiones son simples…, como todas las cosas de Dios. –