POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Una de estas tardes, ocasionalmente transitaba por la vereda de la Sede del PJ de Salta, y a la memoria me vinieron las imágenes de aquellos momentos, años ha, cuando pasaba en el auto familiar por esta misma casa y algún pariente Gorila, decía: “Mirá que montón de negros”.

Tal vez sería la hora, era de noche, y sabemos que en la oscuridad “todos los gatos son pardos”; pero sí, recuerdo aquel bullir de gente, el murmullo bullente y aquel entusiasmo que motivaba súbitamente que algún homínido (diría mi pariente, claro; yo sería incapaz), entonara “Los muchachos peronistas…” y como en el corral gris oscuro de los pollinos, al primer rebuzno le seguían todos en conjunto. Se alzaban los dedos en “v”, y hay que reconocerlo, aquello era una fiesta cívica, popular y espontánea. Y todos seguían «Todos unidos triunfaremos» Había alegría en ese peronismo. Hay que decirlo.
Contrastaba aquel espectáculo con el circunspecto mitin de los radicales, ellos tan cívicos, tan doctores, tan Torcuato de Alvear. Cuando los sones de “Adelante, radicales…”, se daban a volar, los radicales, casi firmes entonaban orgullosos aquello de: “Que se rompa y no se doble el Partido Radical.” Habría que preguntarle a Miguel Nanni, ante quién se dobló él. Pero bueno…
Eran tiempos de participación democrática, de luchas verbales y físicas en ocasiones. De compañeros descamisados, transpirados, pelilargos y con ese aspecto que faltaba sólo escuchar el poema sinfónico Nro. 30 de Strauss, para que el cuadro fuera completo.
La Agrupación Mausoleo le puso el último ataúd al clavo del justicialismo en Salta
Como profetas sibilinos lo habíamos anticipado en nuestra nota del 5 de junio de este año, cuando escribimos “La próxima alternativa política del peronismo salteño: Se viene la “Agrupación Mausoleo”, con Urtubey y Kosiner”. Dijimos entonces que la metáfora era apropiada porque Kosiner es la encarnación telúrica de Bela Lugosi en su célebre “Drácula”; mientras que dijimos también que Urtubey, era más grande que Atila, que había dicho: “Donde pisa mi caballo no vuelve a crecer la hierba”. Más grande, porque donde pisa Urtubey, no vuelve a crecer la hierba, la educación, la salud, la economía, la seguridad para turistas y propios… y ahora el PJ de Salta.
Ciertamente, Urtubey, acaba de dejar tirado su último muerto: la Casa de los peronistas. Menos mal que los peronistas no tenían su Sede en San Lorenzo…
El muchacho este -«Juan»-, tranzó con la delincuente, la rea mayor de este país, Cristina Fernández, y urdió una hábil maniobra para quedarse con el PJ salteño y ser el primer candidato. En su regreso a la arena política cumplió nuevamente su destino de caminar como el Godzilla del subdesarrollo, un monstruo que camina pisoteando todo, destruyendo todo.
Urtubey y su banda de beduinos, que reclutaron una cáfila de traidores, oportunistas y muchos desprevenidos, pobres gentes que veían en esta representacion criolla del Anticristo a un líder, terminó hundiendo todo lo que le quedaba, incluso a esos infelices que ocupan todavía puestos en el gobierno, contratados muchos, que ahora ven peligrar sus fuentes de ingresos por apostar a un sueño vencido. En realidad, decimos mal el Anticristo, porque el Demonio es un ser inteligente que se vale de ególatras y soberbios como estos para operar.
No nos habíamos equivocado en nombrar a ese grupete de facinerosos como la “Agrupación Mausoleo”, porque eran unos muertos que probaron ahora inequívocamente su condición de tales. Pero les ha llegado su hora del Apocalipsis, y a Urtubey y sus fantasmas se le cumplió aquella profecía del Libro de la Revelación: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.” (Apocalipsis 12:9)
No hubo resurrección sino caída al Averno, y dejaron la tumba abandonada. La Sede del PJ, ya no reúne la algarabía de los compañeros, el humo de los “chori” en la puerta. Las escapadas al telo a la salida de las reuniones, ese tráfico de “coca y bica”, y en el invierno, esa petaca popular que entonaba el garguero para comenzar a cantar: “Los muchachos peronistas…” y etc., etc.
sobre todo aquello de «todos unidos triunfaremos»… (¿?)
Me detuve un instante frente a la puerta de vidrio, en Zuviría 940. Adentro, cual mausoleo, el silencio se rompía con el sollozo imaginario del busto de Evita que lloraba tanto abandono. A su lado, con el gesto adusto, el General Perón, repetía “Imberbes, estúpidos”, mientras miraba un afiche de Urtubey que quedó pegado en la pared.
Me pregunté: ¿Y dónde están los verdaderos peronistas? ¿Qué hacen que no están reuniéndose en la vereda para exigir la salida de los bandidos? ¿Por qué no organizan un acto de desagravio a Perón, a Evita, a la Sede ultrajada, al peronismo trajinado por estos indolentes? ¿Será que ya desapereció el espíritu peronista?
No lo sé…, seguí caminando mientras pensaba cómo mis antepasados abandonaron sus tumbas el día que ingresé en esa Sede; yo un Gorila antiperonista, invitado para hablarles a los peronistas de peronismo. ¡Estamos muy locos! Me dije.
Pero qué bueno sería volver a hablar de peronismo, a comerse un “chori” con los compañeros, y con las compañeras, por supuesto.
Como sería tan bueno que los radicales hicieran lo propio en la calle Mitre. Que saquen a empujones a esa conducción ficticia urdida por un Nanni, pseudo radical y traidor que cobra un suculento AP de manos peronistas.
Si, ¡Qué bueno sería que volvamos a tener partidos políticos!
Seguí caminando, mientras el frío de la soledad abandonada del PJ de Salta parecía seguirme como un halo, una niebla que envolvía los recuerdos de tiempos mejores, mientras venían a mi mente aquellos versos del Zorrilla, cuando su Juan Tenorio, dice:
¡Es fría la tumba!… ¡fría!
¡Qué soledad!… ¡qué abandono!
Y en medio del campo yerto
de tantos seres reposo…
Si -repito-, qué bueno sería volver a tener partidos políticos, ahora que los muertos han vuelto a sus tumbas definitivamente. –