REDACCIÓN – www.ernestobisceglia.com.ar
“¿Te acordás hermano, qué tiempos aquellos?” Pan dulce y sidra a la salida del trabajo en las empresas. Pasar por la panadería a reservar un turno para que te cocinen el lechón. Ya para estos días ir al supermercado a llenar el carro con bebidas, pan de miga, encargarle al almacén que corte un kilo de paleta -o jamón cocido- y queso… “para no andar a las apuradas”. Parecen postales de un tiempo lejano, muy lejano.
Se nos viene encima una Navidad sin pan dulce, pero con el amargo sabor de una Argentina que vuelve a contar monedas como quien reza un rosario laico: uno por la inflación, otro por los tarifazos, otro por el salario que se ha vuelto una metáfora. Este diciembre, más que espíritu navideño, flota en el aire un cansancio antiguo, esa sensación de país que cada año promete recomenzar y cada año toca fondo con la dignidad ajada.
Porque la pobreza ya no es estadística: es paisaje. Está en la mesa vacía, en los comedores desbordados, en la angustia de los jubilados que miran el precio de un paquete de galletas como si fuese chocolate suizo. Y mientras tanto, el Gobierno celebra sus epopeyas contables, como si la aritmética reemplazara la vida real, como si la República pudiera sostenerse sobre el altar de un Excel.
Esta Navidad no será la del Pesebre, sino la del desamparo: familias que recortan festejos, barrios cuya única luz navideña es la de un celular buscando señal para cobrar un plan, trabajadores formales que ya no llegan ni a la mitad del mes. Y, sin embargo, el discurso oficial insiste en la épica del sacrificio… siempre ajeno, claro.
Todavía no sabemos dónde están los 13 millones de pobres que salieron de la pobreza, si los últimos estudios dicen que se amplió la clase baja y la marginal. ¿Habrán emigrado?
Si el Gobierno buscaba un símbolo para su tiempo, lo consiguió: una Navidad sin milagros y con el bolsillo roto. Un país que alguna vez supo creer en la abundancia hoy se conforma con esperar que enero, ese mes de 80 días, no lo encuentre más pobre de lo que ya está.
