Hoy es un Día Peronista

POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Ha caído el régimen más abyecto que pudo gobernar este país. Desde Raúl Alfonsín -y es un dato crudo de la historia-, el peronismo no ha logrado ofrecer una conducción ética y honesta a la presidencia de la Argentina. No hay un solo presidente posterior al Dr. Alfonsín, que no haya terminado con cuentas en la Justicia y condenado.

La debacle moral comenzó con Carlos Menem, que terminó sus días condenado, con las manos manchadas por el tráfico ilegal de armas y la voladura de la fábrica militar de Río Tercero, entre otros crímenes. Además, fue el autor del primer vaciamiento institucional del país. Un verdadero traidor a la Causa peronista y a la Patria.

En el medio, un personaje siniestro como, Eduardo Duhalde, hábil, muy hábil operador político, se las ingenió para colocar en la presidencia a Néstor Kirchner, el fundador de una dinastía de delincuentes que hicieron del hurto y del saqueo público una política de Estado. Hablar de Cristina Kirchner, por estas horas ya es bizantino.

Luego, Mauricio Macri, con 214 causas judiciales abiertas, el caso de los “Panamá Papers” y otras cuestiones relacionadas a la fuga de dinero a paraísos fiscales. El impresentable de Alberto Fernández, que a lo de corrupto de los anteriores, hay que agregarle el de haber sido un incapaz absoluto y un amoral.

Y ahora, este Javier Milei, que ya tiene tipificados por el fiscal, Jorge Taiano los delitos de, estafa, tráfico de influencias y negocios incompatibles con la función pública. A lo que hay que sumar las decenas de denuncias que se acumulan en el exterior.  Si se confirman estas causas, estaríamos ante una continuidad del ciclo de corrupción que parecía terminar.

Por qué es un Día Peronista

Porque el kirchnerismo representó la antítesis ideológica y práctica del peronismo. ¿Acaso, alguna de las “20 Verdades Peronistas”, se aplicó en estas “décadas ganadas”? Ninguna.

El kirchnerismo confundió justicia social con asistencialismo barato y un clientelismo rayano en la reducción a la servidumbre, que es un delito penal. Destruyó todo lo que el arquetipo del peronismo trajo: el trabajo como dignidad del hombre. Tenemos casi tres generaciones que no han visto trabajar, que no trabajan y que no quieren trabajar.

Destruyó el esfuerzo y el mérito como herramientas de la movilidad social. Les vendieron que la universidad es para todos lo cual es una mentira. Porque la universidad es para los que fueron formados bien en la primaria y en la secundaria. El kirchnerismo complementó la tarea de destrucción del sistema educativo que inició Carlos Menem, entonces, la universidad fue sólo para los que llegaban con una formación adecuada.

Se violentaron las bases morales de la sociedad, invirtiendo el concepto de delito como una acción social poco menos y al delincuente como un arquetipo de esa “movilidad social”. El orden público pasó a ser represión y el cobro de “peaje” por parte de ociosos (por dar un solo ejemplo), se justificó como un acto empresarial. Violar a un menor con la luz apagada no era delito y prostituirse a los 14 años era un acto de libertad sexual.

La lista de crímenes morales del kirchnerismo nos llevaría varias hojas, pero todos los conocemos y los sufrimos. Vimos el desguace de las Fuerzas Armadas y supimos del peligro de llevar un uniforme militar en la calle. En la educación vimos como se entronizaba a la ignorancia en detrimento de la cultura.

Se impuso el odio a lo uniformado, al punto de degradarlo a Manuel Belgrano, cuando la ahora presa, firmó un decreto llamándolo sólo “Doctor” y desconociendo su grado militar. Claro, nunca dijeron que la ministra de Defensa, Nilda Garré, aparecía en las fotos del comando Rosa…. Con fusil en el monte tucumano. O su el mentor periodístico del kirchnerismo, Horacio Verbistky, había sido el jefe de inteligencia de Montoneros. Que su ministro de Relaciones Exteriores, había puesto bombas que costaron víctimas civiles.

Toda esta negra etapa ha terminado ayer. Pero… y ahora ¿Qué pasa con el peronismo?

Debo pensar que la declaración del PJ de Salta, apoyando a CFK, es un mero acto de “lealtad” partidaria que mi razonamiento “Gorila”, quizás no puede interpretar acabadamente. Porque desde el punto de vista como argentino, si me roban y lo meten preso, jamás se me ocurriría publicar “¡Bravo Cacho, estamos con vos!”. Por decirlo así. Pero claro, la política tiene razones que la razón no comprende.

De todas maneras, es un Día Peronista, porque en estas circunstancias, el peronismo ya no es bueno ni malo, es necesario. Porque es la única fuerza que podría armar una oposición al gobierno de Javier Milei. Claro, hablamos del peronismo doctrinario, aquel basado en la mística peronista. Porque ahora tenemos estos “peronistas” de tercer tiempo que se cambian la camiseta mientras se refrescan y se palmean con el contrario. Perón lo decía claramente: “Esos, esos, no son peronistas”.

El gran problema es que estas reflexiones sólo le sirven al cada vez más pequeño grupo de ciudadanos que piensan, discuten y disienten. Porque la gran masa está ganada por el vacío ideológico. Votan lo que les indica la agenda de medios y lo que “sugiere” el voto electrónico.

Tal vez, con la boleta papel haya más transparencia y algo más de criterio a la hora de votar en octubre. Pero no esperemos tampoco mucho. Ya lo decía Einstein: “Dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana. Pero de la primera, tengo mis dudas”.

Hasta ahora, no se observan movimientos en el banco del peronismo. Unos lo llaman prudencia y otros especulación: “Hay que ver que dice Fulano”, dicen también. Pero mientras estos cabildeos se dan, “Fulano”, hace la suya. La mejor para él y su grupete.

Lo único que podemos decir, aventurar incluso, es que la historia nos ha demostrado que si algo hay peligroso en la política argentina, eso es el peronismo. Porque es como el monstruo del Apocalipsis, tiene varias cabezas y se levanta desde uno menos piensa.

Alguien se ha preguntado ¿Por qué, el único partido que ha sido bombardeado, fusilado, perseguido, proscripto, sin embargo, no ha podido ser destruido? La respuesta se halla en que el peronismo no es racional. No es para seres pensantes. El peronismo es como la fe, se siente, da esperanza. El fiel religioso, no piensa, no medita, no discute. Va la procesión y punto. El peronista marcha. Es lo mismo.

El peronismo iguala -para abajo, pero iguala-, y eso otorga identidad de clase y fortalece a los más humildes. Es el contrapiso sobre el que se edifica una sociedad que piensa que está pensando. Que elige, creyendo que está eligiendo. Mientras todo eso ocurre arriba, abajo, el peronismo conspira. Porque el peronismo es revolucionario y los demás son burócratas.

Bastaría que un solo dirigente peronista, pero de verdad, se levante, exhume las banderas de Perón y Evita, y movilice un grupo de compañeros que vengan cantando la Marcha, para que se generara una explosión por simpatía. Y entonces se cumplan las palabras de Perón: “Marcharán con los dirigentes a la cabeza, o con la cabeza de los dirigentes”.

Conozco muy bien al peronismo. No se puede ser adversario digno sin conocerlo. Y por eso lo respeto. Porque no sea cosa que ahora que la basura ha sido llevada al vertedero, “Ese” dirigente ignoto aún, pero enfervorizado, ya esté caminando por los barrios. Y cuando levante a la turba, ya sea tarde para los peronistas de camiseta pintada.

¡Ha caído por fin el kirchnerismo! Por eso, hoy, es “Un Día Peronista”. –