¿Ha comenzado la caza de brujas en Cafayate?

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Los no iniciados, no podrán comprender que existen varias formas de describir una realidad. Son las fantásticas posibilidades de que provee el periodismo, el cual, como «El mejor oficio del mundo» -diría García Márquez-,nos permite entre una de sus variantes la del humor politico. Decimos esto en referencia a nuestra Portada, que seguramente los obtusos que se guarecen (todavía) en el edificio municipal de Cafayate, tomarán como «violencia». Los comprendemos, pues, apenas deben haber leído el catecismo de la primera comunión, las policiales y el obituario de algún periódico local. Nada saben del humor politico como género histórico y nacional.

Ellos -suponiendo que sean varios, o quizás sea uno/a- solo/a…, únicamente conocen de esconder su identidad detrás de trolls, para agredir, insultar y defender lo indefendible. Una de las tantas denuncias ya en curso de investigación.

Dicho esto, agreguemos que preferimos refugiarnos en este estilo, ya que de otro modo, la realidad que nos toca describir se correspondería más bien con alguna novela de Stephen King, por ejemplo (Género de terror, para «les» municipales).

La «gestion» de Rita Guevara, y ella principalmente, pensaron al parecer, que era muy sencillo esto de llegar al gobierno, desconocer a todos y hacer de la función pública un «acomódame estas pajas» y listo.

No existió para esta gente en estos años ningún respeto institucional. El Concejo Deliberante, fue tratado como «ese grupo de loquitos» (sic), o «los changuitos esos» (sic), por citar las frases que pueden reproducirse públicamente. El mismo gobierno de la provincia fue degradado en las conversaciones privadas con frases como la expresada por la misma intendente la mañana en que se quemaba Cafayate y Gustavo Sáenz,llegó muy temprano en el avión. Abajo, únicamente lo esperaba, Fernando «Casita» Almeda. La Guevara ya era electa y estaba días de asumir. Tampoco estuvo para la conferencia de prensa, y cuando se le dijo «Che, vino el gobernador», la respuesta fue «!Ah, a mí qué me importa el gobernador». Esta y otras frases similares fueron dichas en presencia de quien escribe estas líneas.

Sin embargo, con el tiempo, de alguna manera «alguien», con muy buenos contactos con el gobierno provincial, se encargaría de que de alguna manera, la Guevara fuera sostenida,incluso cuando iba a las oficinas de algunos ministerios a denunciarnos de que conspirábamos en su contra. Ministros, y funcionarios que inmediatamente nos contaban el tenor de esas conversaciones.

Aquella frase suya, de tiempos en que arreglara a espaldas nuestras con la gente de Córdoba «Bueno, le pusimos la lápida a Ernesto (Bisceglia)», tuvo como replica, aquella otra del Quevedo: «Los Muertos que vos matáis…«. El mundo ya ingresó en la Era de Acuario -el agua-, son tiempos de limpieza, de transparencia y de que la verdad salga a la luz, como dice la Escritura: «Aquello que dijisteis o hicisteis en secreto, un día será gritado desde los techos» (Cfr. Rom 8, 28).

Los tiempos cambian,y todo sucede

Nada es para siempre. Y en Cafayate, donde el aire suele traer aromas de viñedos y promesas turísticas, ahora también se respira un clima de pólvora política. La intendenta Rita Guevara, hasta hace poco blindada por lo que habría sido algún acuerdo politico, comienza a sentir el silbido de las flechas.

Los primeros en ponerse «indios», fueron los concejales que formaron una Comisión Investigadora, que al parecer, tendría una nutrida cantidad de papelitos y numeritos que no estarían cuadrando.

También los militantes libertarios, días pasados, denunciaron ante la justicia a la Guevara por «malversación de fondos públicos», por una rifa que supo organizar la intendente para vaya a saber qué finalidad (fuentes del mismo municipio nos afirmaron que habría sido para sufragar la campaña a concejal de su marido, pero no damos fe de que haya sido así. Lo consignamos para que la Guevara vea que no tiene fieles en su campamento); un procedimiento absolutamente fuera de lo permitido.

Amigos ya no son los amigos…

Pero algo pasó en el camino que el senador por Cafayate, Sergio Saldaño, hasta mayo pasado un supuesto aliado, ahora es otro que aparece tensando el arco y apuntando -denuncia mediante- a la «gestion» de la Guevara. Los antes amigos ahora se desconocen, y lo que era un idilio político de ocasión se transformó en un duelo de sospechas.

No es poca cosa que el senador Saldaño, ahora aparezca denunciando irregularidades en los contratos de las dos Serenatas pasadas, y lo peor, poniendo en duda nada menos que el manejo de los aportes del gobierno provincial de 100 millones de pesos por parte del municipio de Cafayate.

Sobre este ultimo punto, el senador Saldaño,afirmó que el Ejecutivo municipal dio versiones contradictorias sobre el monto girado la Provincia —primero 28 millones, luego 60, y al final 100 millones exactos—, una danza de cifras que alimenta aún más las sospechas sobre lo realmente aportado por el Gobierno. ¿Se acabó la magia y ya no hay más conejos para sacar de la galera?

¿Se trata de un reclamo legítimo por la gestión opaca, los números que no cierran y la desidia que campea en el municipio? ¿O estamos frente a la clásica “caza de brujas”, donde todo sirve para desacreditar al adversario político? Lo cierto es que, más allá de los discursos, la realidad muestra un municipio a la deriva, donde lo único que florece es la mediocridad, el desgobierno y las sospechas de manejos poco claros.

La metáfora de la bruja no es casual. Desde lo alto de su escoba de poder, la Guevara parecía sobrevolar tranquila las críticas, convencida de que nada la alcanzaría. Pero la política, como los cuentos, tiene moralejas crueles: los arqueros siempre terminan disparando. Y cuando las denuncias empiezan a llover, ya no hay magia ni escoba que valga.

Quizás lo que vive Cafayate no sea una caza de brujas en el sentido estricto, sino apenas el principio del fin de un gobierno marcado por la soberbia, el amateurismo y el vacío de gestión.

En todo caso, la historia recién comienza y, como en las viejas leyendas, será el pueblo quien decida si esta vez las flechas dan en el blanco.-