El voto ausente y la democracia en equilibrio inestable

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

“¡Quiera el Pueblo votar!”, dijo el presidente, Roque Sánez Peña, cuando promulgó la ley que consagraba el sufragio universal, secreto y obligatorio. Esa conquista cívica costó sangre de argentinos. Y resulta que ahora el Pueblo quiere votar cada vez menos.

Si en las próximas elecciones apenas supera el 50 % la concurrencia del electorado, la provincia y el país enfrentarán un desafío cívico mayúsculo. La legitimidad formal del mandato puede seguir intacta, pero su sustancia moral quedará herida. Una democracia donde la mitad de la ciudadanía se abstiene de votar ya no expresa un consenso, sino una indiferencia estructural.

No se trata sólo de números: se trata de fe pública. Cuando la política pierde credibilidad, el voto deja de ser una herramienta de esperanza para volverse un trámite sin sentido. Y sin esperanza no hay contrato social posible.

La baja participación erosiona la autoridad de los elegidos y debilita el compromiso de los gobernados. Cada punto de abstención es una grieta en la representación y un triunfo del desencanto.

Una elección con algo más del 50%, es un grito de alerta de sistema que indica que al Pueblo no le satisface quien está, pero mucho más grave es que tampoco le venga en bien los que apuestan a reemplazar a los que ya están.

El desafío cívico que se abre es doble: recuperar la confianza y reconstruir el sentido de pertenencia. Porque si la mitad del Pueblo deja de creer, el sistema seguirá de pie… pero vacío por dentro.