POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
El ballet constituye dentro de las expresiones del arte una de las más altas cumbres por lo complejo de su estructura y la reunión de varias disciplinas: la danza, la música, la coreografía, la vestimenta, la ambientación, la literatura; todas puestas en conjunto al servicio de contar una historia, una leyenda o imaginar una situación.
Desde aquel primer ballet puesto en escena de que se tiene registro formal, el “Ballet Comique de la Reine”, estrenado en París en 1581 en la corte de Catalina de Médici, reina consorte de Francia y gran mecenas de las artes, esta forma ha evolucionado y transitado distintos estilos, convocando a la danza a los bailarines más destacados del mundo

El Lago de los Cisnes
Hay obras que sobreviven a los siglos no por la perfección técnica, sino por la hondura de su símbolo. El lago de los cisnes, estrenado en 1877 con música de Piotr Ilich Tchaikovsky y coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov, es una de ellas: un poema danzado sobre la inocencia, el deseo y la pérdida.
La trama, de apariencia sencilla, encierra un mito universal. El príncipe Sigfrido se enamora de Odette, una joven convertida en cisne por el hechizo del malvado Rothbart. Sólo un amor puro puede romper el encantamiento, pero la intriga y el engaño terminan conduciendo a la tragedia. Dos destinos quebrados, dos almas que sólo encuentran la libertad en la muerte.
El ballet alterna la blancura etérea del acto del lago —donde los cisnes se mueven como respiraciones del alma— con el dramatismo de los palacios humanos, llenos de orgullo y vanidad. Cada movimiento, cada giro, parece debatirse entre la gravedad del cuerpo y el anhelo del espíritu.
Tchaikovsky escribió la partitura con una sensibilidad inédita para su tiempo: no se limitó a acompañar la danza, sino que convirtió la música en protagonista emocional. El tema de los cisnes, que se repite como un eco del destino, sigue siendo una de las melodías más reconocibles y conmovedoras de la historia.
El lago de los cisnes habla del amor imposible, de la pureza ultrajada y de la eterna tensión entre la luz y la sombra. Por eso sigue vivo: porque en cada función, el público ve reflejado el drama esencial de la condición humana, que aún en nuestros de sociedad supuestamente evolucionada, continúa repitiéndose.