POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Permítaseme decir -nuevamente- y pido disculpas por lo poco académico del lenguaje, pero ciertamente que el kirchnerismo ha sido la porquería más grande que concibió la política de este país. No existe nada y creo que no existirá -salvo que sea superado por Milei-, una muestra de degradación moral, mental y política como el kirchnerismo.
Dicho esto, pasemos a demostrar cómo esta cáfila “K”, continúa constituyendo una corrosión de la convivencia.
En efecto, la diputada bonaerense y “K”, Lucía Lorena Klug decidió, con la audacia de quien desconoce los límites del ridículo, presentar un proyecto para cobrar una tasa por el metano que emiten las vacas. Sí, habéis leído bien: ¡Ha llegado el impuesto a los flatos!

No es una metáfora, no es un chiste, no es un sketch de Cha Cha Cha: es una iniciativa parlamentaria con membrete oficial. La inusual y desopilante propuesta se llama “TAMBA” (Tasa Ambiental sobre el Metano en Buenos Aires). Hay que aclararlo, porque siendo la iniciativa de una demente kirchnerista, podría pensarse en una defensa al género como “femenino” de TAMBO. Porque si alguien hubo para retorcerlo todo en este país, esos fueron los “K”
Ahora bien, no debe confundirse el TAMBA, con el SAMBA, porque si bien ambos terminan provocando movimientos involuntarios, las consecuencias son distintas. Y distantes.
La vanguardia aromática del pensamiento político argentino
Hay que reconocer que estamos ante una joya del absurdo, del dislate y una muestra de que no todos los enfermos mentales están ingresados en hospicios (o cárceles como correspondería a esta gente); como vemos, el pueblo les paga abultados honorarios para que piensen qué hacer con nuestro metano.
Imaginemos por un momento cómo sería ese gasoducto, y más kafkiano todavía sería pensar cómo se obtendría el explosivo material. Pero debemos mantener cierta compostura republicana para cuidar la altura de nuestras expresiones, porque iniciativa como estas, verdaderamente confirman que nuestros políticos, viven “en una nube de pedo”. –