Cafayate el día después de la denuncia penal a la intendente Guevara

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

La jornada amaneció como un poblado después de que pasa el vendaval. Un sugestivo silencio de los medios de prensa rentados por el municipio (que al principio le eran hostiles), da cuenta de que la sorpresa por algo que nadie esperaba ha golpeado en lo profundo. Porque hasta ayer, parte de la política y esos medios, estaban dedicados a hacer del Concejo Deliberante el blanco de críticas y mofas encubiertas.

Hubo una suerte de subestimación hacia la investigación de los ediles sobre los resultados de las dos Serenatas y de la propia administración. Un halo de impunidad cubría las acciones de la intendente, Rita Guevara, y sus funcionarios más próximos. Sumado a eso, la aplicación de una política del miedo y la amenaza contra quien osara decir que algo iba mal formateó el carácter de un gobierno propiamente dictatorial. El gobierno municipal y los negocios eran sólo para los amigos. Faltó nada más colocar en el ingreso al municipio aquella frase de la historia que rezaba: “Mueran los salvajes, inmundos, asquerosos opositores”.

Pero Aristóteles enseñaba que lo único verdadero es la realidad; y esta, le ha caído hoy al gobierno de la Guevara como un asteroide devastador. ¿Sobrevivirán los dinosaurios?

La denuncia penal ingresada contiene pruebas inapelables. No sorprendería incluso que la Fiscalía agravara la carátula, incluso.

Un funcionario puede desfalcar las arcas de un municipio, de una provincia o de la nación misma; lo que no puede y no debe hacer es fracturar los valores y categorías fundacionales que constituyen la identidad de ese Pueblo. Y esto es precisamente lo que este “gobierno” municipal ha hecho con Cafayate donde la demagogia le ganó al sentido comunitario.

El hecho de que la próxima edición de Serenata a Cafayate pudiera quedar en manos privadas es similar a haberle arrancado el corazón a Cafayate. Porque la Serenata representa todo para el cafayateño: desde su tierra arenosa, la vid, el trabajo, la artesanía, la gastronomía y hotelería, por supuesto, el canto, la lírica, la danza y el nombre de Cafayate en las marquesinas del país. Todo eso está a punto de perderse.

Quedan ahora dos alternativas: la decisión política del gobierno de la provincia que deberá decidir qué herramientas se aplicarían para devolver el orden institucional al municipio, y la Justicia, que deberá decidir en términos reales y perentorios qué hacer con la denuncia interpuesta.

Y ahí, todos los vecinos se están preguntando y con razón: ¿Será Justicia?