POR: Dr. BARTOLOMÉ BASURTO – www.ernestobisceglia.com.ar
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¡Oh, amigos cafayateños! Tuve el siempre renovado gusto de visitar el fin de semana pasado lo que va quedando del que fuera un sitio que prometía prosperidad y felicidad –“mientras haya una mujer”, dice la zamba-; y francamente, debo decir que estáis próximos a convertiros en un punto de destino turístico no menos que las ruinas de Corinto o el mismo Complejo de Atenas, porque poco va quedando. Es cuestión de tener nomás algo de paciencia.
El ilustrísimo general Juan Domingo Perón, decía: “El poder no cambia a la gente, la muestra como es”, y vosotros, todos inocentes párvulos encumbraron como intendente a esta mujer, a la cual, ahora quieren apedrear como a la Magdalena del evangelio. Solo que no habiendo Cristo en el medio, las probabilidades se ponen más peludas.
También decía su magnificencia, Perón, que “El poder desgasta”, y desgasta más cuando no se lo tiene, cuando uno del cargo sólo tiene ello sin prestigio ni autoridad alguna. Pues, agregaré, cuando el poder se ejerce con desdén y desconcierto –revoltijo- administrativo, la cosa ya comienza a rozar lo clínico.
Mientras degustábamos unos helados artesanales sobre la calle Vicario Toscano, una de mis fuentes del palacio comunal, hubo de comentarme que “La Rita transita días turbulentos. Anda nerviosa, tensa, desorientada y la gobierna la irritabilidad”. O sea, está “I-rrita”…(los iniciados comprenderán).
Al inquirirle sobre la causa de estos síntomas prepsiquiátricos, mi “partner” en la degustación, mientras le pasaba la lengua a la crema del cielo, respondió: “No anda así por la situación social, ni por el deterioro institucional, ni por los baches (que ya son parte del paisaje), porque esas cosas a ella no le importan ni le interesan. Está así de “india” (sic), porque el problema es que el Concejo Deliberante, por fin se decidió a deliberar. Y lo que es peor ¡a investigar!”.
Claro, uno comprende lo que debe impactar en el ánimo de una doña con caracteres que son una mezcla de nena malcriada con Tronchatoro, que los concejales en su conjunto hayan osado hacer lo impensable: pedir informes, revisar cuentas, cuestionar gastos ¡investigar contrataciones! Toda una herejía fiscal para un oficialismo municipal que creía que gobernar era una cuestión de fe ciega (nadie iba a ver nada), y ahora resulta que faltarían manos para tapar los agujeros presupuestarios.
El juego del Gran Bonete
Lógicamente, como ocurre cuando todo barco comienza a presentar vías de aguas, pasan dos cosas: los marineros se exculpan “¿Yo señor? ¡No señor!”, y las ratas comienzan a abandonar la nave. Sabemos de la afición de los roedores por los papeles, y aquí las ratas se están llevando papeles que no deberían haber sido vistos nunca.
La intendencia convertida en el Conventillo de Don Nicola, con chismes, intrigas en el entorno. Sospechas entre los aliados. Conciliábulos en la callejuela del mercado, papelitos que se pasan de mano en mano en el Parque de la Familia…, ministros del Poder Ejecutivo que visitan “off the record” Cafayate y en la intendencia ni se enteran. En fin, gente que ya no confía ni en su sombra.
Ya mientras mordía el cucurucho, mi fuente, supo confiarme sobre un “tole-tole” desatado luego de las declaraciones de la contadora en el Concejo –que parece que ni matrícula tiene para ejercer in situ-, donde otro par, un tal López, (de quien dicen que tendría para el dibujo más maestría que el propio Miguel Ángel Buonarotti) si la memoria no me traiciona, habría reclamado sus esfuerzos por ponerme merengue a la torta “para que esta (la contadora) vaya y diga semejantes c…” Nuestro pudor nos impide reproducir lo que realmente dicen que dijo.
La cosa habría terminado en un conato de kikboxing y ambulancias al acecho ante descompensaciones y subas de presión más arriba que el barómetro luego del viento Zonda.
En medio todo ese tornado incontrolado, la intendente, dicen que cada día más desequilibrada emocionalmente, avanzando contra molinos que sólo ella ve…, y chocando con realidades tan elementales como el calendario.
Decimos así, porque el viernes próximo inmediato, la alcaldesa, cuentan que se presentara en la sede del Concejo Deliberante, exigiendo ver proyectos en voz alta, pidiendo explicaciones y reclamando airadamente de que los concejales “ninguno trabaja”.
Claro, uno tiende a pensar que esto ya está punto Clonazepan, porque los viernes ¡No hay sesión ni concejales! Ni portero hay. Y ella fue concejal dos periodos seguidos. “Un psiquiatra a la derecha, por favor”, diría aquel…
La política, en Cafayate, ha pasado de la improvisación al esperpento. Y cuando el nivel de confusión es tal que ni la propia jefa comunal recuerda qué día sesionan los concejales, quizás sea momento de parar la moto (o la patineta, según el caso), respirar hondo y revisar el manual básico de gestión… o al menos un almanaque.
¿Ignorancia? ¿Desmemoria? ¿Estrés? ¿O simplemente esa desconexión absoluta con la realidad institucional que genera el encierro en un microclima de aduladores sin luces?
Mientras tanto, el municipio se cae a pedazos. La gestión naufraga entre escándalos, licitaciones poco claras, designaciones dudosas y una ciudadanía cada vez más incrédula. Pero desde el gobierno local, todo se reduce a una teoría conspirativa orquestada por el malvado Concejo, los medios que informan y, quizás, algún espíritu envidioso que ronda la Plaza Michel Torino.
¿El gobierno provincial, me preguntan? Chi lo sa…