Argentina ¿Un país fundado por la Masonería? (Parte III) Claves masónicas en la Constitución Nacional

POR ERNESTO BISCEGLIA. – Juan Manuel de Rosas ha caído. La Batalla de Caseros librada el 3 de febrero de 1852, inaugura un tiempo decisivo en la historia argentina, marcando la transición de un gobierno centralista y autoritario a un sistema federal y constitucional que sentó las bases intelectuales para un pretendido desarrollo del país en las décadas siguientes.

La masonería tuvo una influencia significativa en el proceso de conformación de la Constitución Nacional Argentina de 1853 aportando las ideas de la Ilustración que promovían los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, fundamentales en el espíritu de la Carta Magna.

Es el caso de Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre y sobre todo, Juan Bautista Alberdi, de quien no existe evidencia concluyente que confirme de que fuera masón, aunque sí, las ideas sustentadas por él tenían estrecha relación con los principios masónicos. La relación de Alberdi como miembro de la Masonería sigue siendo un tema de especulación y debate entre los historiadores. Más allá de eso, la relevancia de Alberdi radica principalmente en sus aportes intelectuales y políticos, especialmente a través de su obra «Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina», que fue fundamental para la redacción de la Constitución.

Su influencia se debe más a su pensamiento liberal y no “libertario”, y sus ideas sobre la organización del estado que a cualquier posible afiliación masónica.

Las ideas sarmientinas si tuvieron influencia en la redacción del texto constitucional y Sarmiento propiamente era masón. Se unió a la Masonería en 1854 durante su exilio en Chile. Fue miembro de la Logia Unión Fraternal de Valparaíso y alcanzó el grado de Maestro Masón. La influencia de su pensamiento estuvo ligada a su énfasis en la educación pública, el Estado laico y el progreso social.

Esta presencia de Sarmiento obedece a que la Masonería promovía la educación como un medio para alcanzar la igualdad y el progreso social. Hay que recordar que Sarmiento, como presidente de Argentina (1868-1874), implementó reformas educativas significativas, fundando escuelas y promoviendo la educación laica y gratuita, principios que inspirarían posteriormente la Ley 1420, sancionada el 8 de julio de 1884, bajo la presidencia de Julio Argentino Roca.

Esa Ley de Educación que receptaba principios contenidos en la Constitución Nacional, promovía la modernización y el progreso que a su vez se inspiraban en los principios masónicos de racionalismo y modernización, dos conceptos que Sarmiento defendió a través de políticas públicas que modernizaran la infraestructura y las condiciones sociales en aquella Argentina que comenzaba a despegar como país. Otro importante principio de cuño masón por el que abogó Sarmiento fue la separación de la Iglesia y el Estado.

Por su parte, Bartolomé Mitre, si bien no estuvo directamente involucrado en la redacción de la Constitución, fue una figura clave en la política argentina que tenía conexiones con la Masonería cuyos ideales de promoción de la libertad de pensamiento, la igualdad ante la ley y el fomento del progreso social y educativo, estuvieron presentes durante su presidencia.

Bartolomé Mitre también fue masón. Se unió a la masonería en 1853, durante su exilio en Montevideo, Uruguay, debido a sus conflictos con el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Mitre se afilió a la Logia «Constancia No. 13», donde alcanzó el grado de Maestro Masón.

Durante la presidencia de Mitre – entre 1862 y 1868-, los ideales de Libertad y República, fueron la base de su gobierno, siendo el presidente -se puede decir- que inició la construcción del Estado republicano, siendo además un defensor acérrimo de la unidad nacional y la construcción de una república democrática en Argentina.  Su afiliación masónica no solo marcó su vida personal, sino que también influyó en su visión para Argentina como una nación unida y democrática.

La Masonería como hilván invisible de la Historia

En la actualidad resulta incuestionable la presencia de la Masonería en la formación de todos los procesos políticos del país desde sus inicios. De hecho, es admitido por todos los historiadores que los hombres de esa Institución jugaron un papel clave en los procesos previos a la Emancipación.

¿Qué hubiera sido de estas tierras si se hubieran dejado a las manos de individuos juramentados a la Iglesia Católica las decisiones fundamentales de la política y la educación? Seguramente, o lo más probable es que la Independencia jamás se hubiera dado y habríamos terminado siendo parte -como de hecho lo fuimos y las Invasiones Inglesas lo demostraron- de la contienda mundial con Inglaterra.

En esto radica el choque ideológico que enfrentó a los patriotas criollos con la casta española que pretendía continuar con el monopolio comercial, político y religioso. Sin los ideales masónicos, estas tierras hubieran continuado convertidas en reducciones de condición todavía peores a las que impusieron los Jesuitas, porque al fin, esa Orden dio a la historia universal y a la historia de la Iglesia a los tonsurados más esclarecidos…, hasta la llegada del Papa Francisco, claro, que demostró que “Toda regla tiene su excepción”.

Así, y esto es un dato de la realidad y de la historia incuestionable, los ideales masónicos valieron de sustento espiritual e inspiración para formular los principios de una religión cívica cuyo Templo fue la República y cuyo catecismo laico estuvo inspirado en los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Sobre este trípode ideológico se conformó la organización política del Estado argentino.

Hay que dejar en claro algo, y es necesario reforzar ese concepto, aquel que enseña de que sin el concurso de los hombres que actuaron bajo esos principios republicaciones, la formación de la República Argentina hubiera demorado mucho tiempo más.

Véase, nada mas el caso de los Estados Unidos que protagonizaron una verdadera revolución -Guerra de Independencia- entre 1775 y 1783, cuando se firmó el Tratado de París (3 de setiembre de 1783), por el cual Gran Bretaña reconoció la Independencia de las colonias americanas. El 17 de setiembre de 1787 adoptaron su Constitución que estableció el marco del gobierno federal y es considerada la ley suprema del país.

En medio, el 4 de Julio de 1776, el Congreso reunido en Filadelfia, declaró la Independencia, redactada principalmente por Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos quien compartía muchas ideas y principios con la Masonería, como la importancia de la Libertad, la Igualdad y el Racionalismo, aunque su membresía a las Logias no se halle documentada.

Esta breve exposición sobre el desarrollo de los tiempos históricos norteamericanos, es a los fines de poder reflexionar sobre la dinámica que adquirió la historia de ese país entre el proceso revolucionario iniciado en 1775, la declaración de la Independencia en 1776 y la sanción de la Constitución en 1787, ¡Apenas 12 años más tarde!

La postergada formación de la Argentina moderna

En Buenos Aires, que fuera el epicentro del desarrollo político de los hechos que llevaron a Mayo de 1810, en contraposición al norte de la Patria (Salta y adyacentes) que fuera el epicentro de la Guerra de la Independencia, dato para significar cuánto le debe el país a esta tierra salteña; en Buenos Aires, decimos, tuvo lugar un Movimiento político, lo que llamaríamos el primer Golpe de Estado, cuando las tres corporaciones que mandaban, los comerciantes (hoy el Capital internacional), la Iglesia Católica (el bajo clero, porque el alto clero estaba juramentado al Rey de España) y los militares (Porque hasta que Cornelio Saavedra no puso a los Patricios en la calle, no hubo 25 de Mayo, incluso él fue el presidente de esa Primera Junta de Gobierno).

Esa movida que la historia llamó “Revolución”, no pudo constituir un gobierno sólido durante los siguientes diez años: Primera Junta, Junta Grande, Asamblea del año XIII, Directorios, hasta que todo desembocó en la “Anarquía del Año ’20”, que puso en manos de Juan Manuel de Rosas un gobierno tiránico por tres décadas.

Es decir, los norteamericanos, con el impulso de la Masonería, tuvieron en el lapso de una década un país independiente en lo político y constituido en lo republicano. Ese mismo proceso debido al contubernio entre la tiranía y el catolicismo fundamentalista, llevó a que este país tenga Constitución ¡Cuarenta años más tarde!

Ése es el tiempo en que el poder en manos de tiranos y de curas hundió a este país en el atraso, un tiempo -cuarenta años de evolución-, del cual todavía no hemos podido recuperarnos.

La Masonería impulsó la Constitución y el desarrollo del país

La figura de Justo José de Urquiza es fundamental en el proceso preconstitucional. Dígase, sin temor al equívoco que gracias a la filiación del caudillo entrerriano a la Masonería se pudo llegar a la Constitución, debido a la influencia de los principios de la Masonería. La filiación masónica de Urquiza es indiscutida y eso es lo que le indujo a llevar adelante su disputa con Juan Manuel de Rosas que -ya lo analizamos en nuestra anterior entrega- permitió la organización del Estado y la sociedad.

Así, y como se diría en criollo, “aunque se rasquen con un marlo”, la Masonería jugó un papel de primera línea en la política argentina del siglo XIX, pues muchos de los líderes y pensadores que participaron en la redacción de la Constitución y en la política nacional eran masones. La red masónica proporcionó un espacio para el intercambio de ideas y la promoción de principios liberales y republicanos.

A través de la Masonería es que se pudo receptar de la Constitución norteamericana las ideas de progreso, educación y laicismo. Aunque Urquiza no actuó directamente en la redacción de la Constitución, su liderazgo y las ideas masónicas influyeron en el proceso constituyente. La masonería, con su énfasis en la igualdad y la justicia, contribuyó a la creación de un marco legal que buscaba unificar y desarrollar el país.

En resumen, por el impulso de Justo José de Urquiza y la Masonería, se pudo llegar a la Constitución Nacional en 1853 (Insistimos, 40 años después de la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros); luego de la Batalla de Caseros (1852) se pudo recién llamar al  Congreso Constituyente, que receptó en el texto constitucional la promoción de los principios liberales y federales que dieron forma a la Carta Magna y al futuro de Argentina.