POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
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Resumen: Argentina busca oxígeno inmediato alineándose con Estados Unidos e Israel, pero ese viraje puede costar caro si se convierte en un dogma que margine a los BRICS y cierre alternativas estratégicas. Lo que hoy parece un rescate financiero, mañana podría ser una hipoteca histórica para la soberanía nacional.
En el imaginario colectivo argentino, ya pensante, ya fanatizado, anida la idea de que el gobierno de Javier Milei, ha fracasado. Las claves de esta implosión se encuentran en un estilo confrontativo, un pensamiento mesiánico y un autismo que lo privó de llamar a un consenso general político.
La política exterior, un espacio tan sensible en estos últimos tiempos a nivel internacional exige de los gobiernos una coherencia en el rumbo con intereses inmediatos y con objetivos estratégicos. En este terreno, la Argentina de Javier Milei ha dado un giro nítido hacia el eje Washington–Tel Aviv. El problema es que esa alineación tan explícita corre el riesgo de hipotecar la autonomía nacional frente a un mundo que ya no es bipolar, sino multipolar.
Lo que se hizo bien: oxígeno inmediato
Nada de lo prometido en materia económica durante la campaña ha sido logrado. Los préstamos solicitados para fortalecer las reservas del Banco Central se evaporaron y ahora la búsqueda de oxígeno en los Estados Unidos es una actitud desesperada. Obviamente, el respaldo político estadounidense genera una señal de estabilidad para los mercados y los inversores, que siempre observan con lupa el grado de alineamiento geopolítico antes de mover capitales. Pero ¿por cuánto tiempo?
La devoción demostrada hacia Israel corre en esa misma línea, además de buscar socios de peso en materia de seguridad e innovación tecnológica. La posición de Milei, puede no agradar a muchos, pero de esta manera el gobierno busca dar una imagen concreta para diferenciarse de las ambigüedades diplomáticas de administraciones anteriores, que muchas veces buscaron agradar a todos y terminaron generando desconfianza en todos.
Lo que se está haciendo mal: estrechar el horizonte
Lo que no estaría viendo el gobierno de La Libertad Avanza, es que este es un mundo multipolar donde si se traza una alianza con unos no se puede -no se debe- hacer volar los puentes con otros grupos o países. El discurso antisocialista a ultranza de Milei, no mira la dinámica global y entrega el país a manos de un sólo general, por decirlo así.
La actitud de “cortarle el rostro” a los BRICS fue un error en dos planos: Por una parte, porque los BRICS concentran hoy más del 30% del PBI mundial y constituyen un espacio de financiamiento alternativo al FMI y a los organismos tradicionales. En segundo lugar, porque China y Brasil —socios centrales del bloque— son también los principales destinos de las exportaciones argentinas. Resulta contradictorio cerrar puertas políticas mientras se depende de esos mismos mercados para vender soja, litio y alimentos.
Así, el costo de la Argentina a pagar no es sólo comercial, sino que además el país pierde credibilidad como actor capaz de tender puentes entre bloques achicando su capacidad y provocando un aislamiento a nivel regional.
En términos geopolíticos, dejamos de ser un país independiente para convertirnos en un satélite de un bloque que además evidencia signos de debilitamiento global.
Dependencia y fractura interna
Desde el punto de vista del mensaje político a los propios argentinos, este alineamiento alimenta la narrativa de “entrega del país”, “resignación de la soberanía”, lo cual erosiona la legitimidad del gobierno ante los sectores de la población que no comprenden el ajedrez macro de la geopolítica mundial.
Le brinda así, argumentos a la oposición que utiliza esta adhesión a ultranza pro norteamericana-israelí, para decir que Milei, abandona las cuestiones sociales internas en beneficio de los intereses supranacionales.
También decae la calidad de la diplomacia argentina, su tradición de alta envergadura, reducida a un presidente que en los foros internacionales realiza declaraciones altisonantes y evidencia decisiones tomadas más por pulsiones emocionales y posiciones ideológicas, que por una estrategia de Estado. El presidente Milei, parece desconocer que la diplomacia no se maneja por tuits, sino con planificación y constituyendo redes de confianza, y sobre todo, con negociaciones pacientes.
Entre la respiración y la hipoteca
La pregunta de fondo es clara: ¿la Argentina está defendiendo su soberanía nacional o está rematando sus recursos a cambio de un poco de oxígeno financiero? Si el objetivo es ganar tiempo para ordenar la economía, el viraje hacia Estados Unidos puede ser defendible como un recurso táctico. Pero si ese alineamiento se convierte en un dogma que margina alternativas con BRICS, China o la propia región latinoamericana, entonces no estamos ante un plan estratégico, sino ante una entrega a plazo fijo.
El desafío pendiente
La grandeza de una política exterior no se mide por la cantidad de fotos con líderes internacionales, sino por la capacidad de preservar márgenes de autonomía. Argentina necesita diversificar alianzas, no clausurarlas. Necesita sumar apoyos, no elegir entre padres tutelares. Y, sobre todo, necesita entender que ninguna política exterior tendrá sustento si no se apoya en una política interna que reduzca la desigualdad y reconstruya un horizonte de desarrollo propio.
Respiramos hoy, sí. Pero si hipotecamos mañana, la factura será demasiado cara para una Nación que ya pagó demasiadas veces las cuentas y el enriquecimiento de sus gobernantes.-