POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Antiguamente, en las empresas, solía existir el cargo de “habilitado pagador”, que se aplicaba al encargado de abonar sueldos, gastos, etc. Más allá de lo que significaba su función administrativa, la expresión tiene una carga simbólica muy rica.

Porque el drama de la política en este país, y en Salta en particular, es la falta de habilitación para ser político. Al existir cada vez menos personajes devenidos de una militancia, formados en las ideas políticas, sin sensibilidad social, sin capacidad, sin ética y sin compromiso social, los gabinetes, los parlamentos y los puestos públicos, se han convertido en una feria de advenedizos sin credencial. Muchos de ellos, más cerca del show de un lupanar que de una banca parlamentaria.
En la política salteña actual son MUY POCOS los que están habilitados. La inmensa mayoría carece de méritos, de trayectoria y en algunos casos hasta de decencia.
El reciente caso del diputado -y electo senador-, Roque Cornejo, que tuviera que ser llamado al orden por el presidente de la Cámara de Diputados, Esteban «Tuty» Amat, suma otro poroto al montón de este truco que es La Libertad Avanza en Salta. Y por lo que se ve, en el país.
Este Cornejo, como todos los libertarios con cargo o electos, no son «habilitados pagadores», sino «habilitados cobradores», porque los verdaderamente habilitados somos los ciudadanos que les sufragamos sus dietas. ¿Para qué? Para ver cómo se destacan por protagonizar escándalos, vejaciones institucionales y escenas de patoterismo marginal.
Nadie podrá negarnos que llegaron a los cargos públicos por obra y gracia de la casualidad. Porque jamás militaron en ningún partido, simplemente adhirieron a un fenómeno político emergente como fue, Javier Milei, que ni partido tenía. Son todos arribistas que cayeron de casualidad, como quien encuentra la llave de una caja que no le pertenece.
La caricatura libertaria
El habilitado cobrador, Cornejo, por cuestiones que, como diría Enrique III, al expulsar a los jesuitas, reserva «a su real ánimo», porque esta gente siente que tiene sangre azul, andaba deambulando por el Recinto y habría estado tratando de exigir en «modo libertario», o sea altanero, alguna preferencia, lo que obligó al presidente a invitarlo a tomarse un «Rivotril». Por ahí, ya se lo había tomado…, chi lo sa.
La cuestión es cada intervención de un libertario, siempre termina en un bochorno. Vaya en beneficio de este Cornejo, que entre sus pares tampoco se destacan muchos por sus dotes intelectuales, oratorias y menos políticas, pero por lo menos guardan la prudencia de callar y cobrar. Alguno hubo recientemente que confundió su banca con un tablón de partido de la «C» y por su léxico, también tuvo que ser llamado al orden por el presidente, Amat. No olvidemos tampoco aquellos conatos de pugilato femenino.
Una encuesta realizada en la calle por un medio nos da razón de lo que decimos de que llegaron por casualidad, porque consultados los ciudadanos si conocían a Roque Cornejo, ninguno sabía de quién hablaban, pero al preguntárseles por quién habían votado, todos respondían: «Por La Libertad Avanza». Es como comprar fideos, miramos sólo la marca y no el contenido.
La galería libertaria de los deshabilitados
No se piense que lo nuestro es una diatriba antilibertaria «per se», sino que el ciudadano común espera un poco -tan sólo un poco- más de habilidad, de educación, de modos decentes, de quienes llegaron predicando que eran «gente de bien».
Hasta el momento, son estos libertarios los que encabezan el ranking del bochorno político, habiendo superado en muy poco tiempo a los kirchneristas, lo que habla de un mérito importante. Le ponen esfuerzo los muchachos.
Allá va, aquel remedo de «Milkhouse», que fue echado por birlarse dinero de una empleada con la cual habría mantenido una relación sentimental, y a la que habría estado descontando una supuesta deuda a valor de 10 mil pesos la felación. O el ex concejal era muy avaro o la implicada no cotizaba bien sus encantos, porque no llegaba al precio de mercado de dos cervezas de nombre alemán. Al parecer, el destituido, habría tenido también algunas otras tendencias sobre las que nuestra moral cristiana nos impide opinar, menos en estos tiempos del Milagro. Lo grave del caso, es que renunciado y destituido, todavía sigue electo para otro periodo. Ya lo dice el dicho: «Lo barato, sale caro».
Ahí nomás, «sobre el pucho», dirían en el barrio; otro energúmeno que encontró de casualidad el cargo de concejal y el micrófono y dice ser «periodista», arremete -patota mediante, claro-, contra la humanidad de un conocido comunicador y enseña su hilacha diciendo: «Hacen bien en tenerle miedo a La Libertad Avanza». ¿Qué tal? No sabemos cómo podrá ser como concejal el tipejo este, pero al micrófono se expresa como un estibador de puerto con hambre. Creen que el periodismo es criticar, denostar, denunciar, solamente. Este oficio exige ideas, análisis, profundidad de conceptos, Cultura ,que le llaman y que se adquiere utilizando unos dispositivos cuadrados, con tapas y muchas hojas adentro.
A la otra concejal libertaria, se le «quemó el rancho», cuando el viento encendió la basura que supuestamente su empresa familiar tiraba en lugares no admitidos. Al fin de cuentas, en este caso, la pobre mujer quizás la recibe de rebote, pero existe ya un problema ético-ambiental. ¿Cómo legislar sobre ecosistema municipal ensuciando el ejido municipal?
La joya de la corona libertaria
Y por fin, la joya de la corona, la diputada nacional, Emilia Orozco, que pintaba bien hasta que se pintó de amarillo y violeta que parecen ser los colores de la soberbia y pasó la guadaña a cuanto de social, educativo, anciano y discapacitado hay en el país, mientras -dicen-, que en nombre de los menos capacitados andaba en camello por Dubai.
Al parecer, la Orozco, tiene cierta debilidad por los camélidos, porque hace unas horas fue denunciada por sus pares de no haber habilitado jamás la Comisión de Libertad de Expresión, más en estas horas donde SU gobierno la emprende contra el periodismo, por andar persiguiendo burros en Iruya. Para eso no hacía falta irse tan lejos…, en el local de la calle Zuviría hay manadas.
Imagino vuestros rostros esquivos «que ni muertos ni vivos, arredraréis mi valor», diría el Juan Tenorio del Zorrilla, pero, a fuer de ser sinceros, os pregunto: ¿En qué he mentido? ¿En qué os he difamado? Sino por el contrario, estas líneas son la amonestación sincera, que muestra mi estado beatífico sin rencor alguno, buscando que mis palabras sean para vosotros el viático que aplaque la soberbia, modere el carácter y os convierta en ciudadanos útiles, HABILITADOS, para convivir en el sistema democrático.
No busqueis en el enojo la reparación -o encubrimiento- de vuestros errores; más bien, mirad a este humilde conciudadano con el afecto que tendrías hacia un Padre, porque ya lo dice el Martín Fierro: «Un padre que da consejos, más que padre es un Amigo». Y hoy, este adversario, aconseja a un amigo.
Porque, si seguís por esta senda del menosprecio, la lujuria y el desorden espiritual y mental, seremos nosotros, los ciudadanos y habilitados pagares vuestros, los que vamos a terminar consumiendo Rivotril. –