REDACCIÓN – www.ernestobisceglia.com.ar
Con un afiche que más se asemeja a la publicidad de la famosa película “La Armada Brancaleone”, la intendencia -llamémoslo así- de Rita Guevara, ha lanzado la promoción de la 52 edición de Serenata a Cafayate.
Perversos como somos, intolerantes y conspiradores, nos tomamos el trabajo de consultar a técnicos en dibujo, arquitectos y artistas plásticos en busca de una opinión calificada, porque a decir verdad, a nuestros ojos y elementales conocimientos de cultura, esto no nos convencía.
A continuación citaremos algunos párrafos de las devoluciones que nos hicieran. Obviamente, en resguardo de su integridad psico-física, a fin de no terminar atravesados por alfileres, guardaremos piadoso anonimato de sus nombres, pero sí diremos, que se trata de -incluso- algunos participantes de ediciones anteriores de Serenata. Así, tenemos:
“La pieza es un atropello a la sensibilidad del cafayateño. Lo que debería ser una celebración de nuestra cultura se ha transformado en un «Guernica» dibujado por un chico de cuatro años. No hay rastro de la alegría, la luz o la hospitalidad de los valles; lo que vemos es una acumulación de rostros desencajados que reflejan puro espanto.”
Otro dice: “No hay poesía en este caos, sólo una alarmante falta de cuidado por la mística de la Bodega Encantada. Han transformado nuestra fiesta máxima en un escenario lúgubre y visualmente sucio, donde el «arte» es la excusa para ocultar la falta de profesionalismo y la ausencia de transparencia. Es la representación gráfica de una gestión que se desmorona: un intento pretencioso que solo genera rechazo y desconfianza en el pueblo.”
Otro: “Lo que nos han entregado no es un homenaje a nuestra historia, sino un insulto que confirma el estado de las cosas. En definitiva, esta obra es el resumen visual de una gestión en llamas: un afiche que, a simple vista, parece un plato de fideos mal servido.”
Consultados, conocidos artistas plásticos, las opiniones son las siguientes:
1.- “El Naufragio de la Unidad Estética: El afiche es un cadáver exquisito mal ensamblado. Existe una esquizofrenia visual insalvable: el dibujo central intenta una línea expresionista y «sucia» que choca frontalmente con el logotipo inferior, cuya geometría vectorial y colores flúo parecen extraídos de una app de telefonía móvil. No hay un hilo conductor; es una colisión de texturas donde lo digital y lo «analógico» no conviven, sino que se agreden.”
2. “La ejecución de las figuras humanas es sencillamente pobre. No existe una búsqueda de estilo en la deformidad (como lo harían un Schiele o un Guayasamín), sino una evidente incapacidad técnica.
El rostro: Las expresiones no transmiten sentimiento, sino una especie de parálisis facial traumática. Ojos desorbitados sin dirección de mirada y bocas que son tajos en la piel.
“La estructura: El cantor del bombo es un error anatómico; no hay articulación, no hay peso, no hay volumen. Es un dibujo plano que pretende profundidad mediante rayones que solo logran ensuciar la mancha de color. La composición es un crimen. La obra ignora la ley más básica del diseño: la jerarquía. El ojo rebota como un pinball sin saber dónde anclar.
* La mancha roja inferior: Es una pared visual que detiene el flujo. No hay perspectiva, solo un amontonamiento de puntos que pretenden ser gente pero terminan siendo ruido.
* El centro de luz: La luna y la estrella son dos parches de blanco absoluto que «queman» la retina. Ese blanco no está integrado; parece un agujero en el papel, una ausencia de dibujo que rompe la atmósfera lúgubre del resto de la pieza.”
- Este ha sido uno de los comentarios más interesante: “El «Horror Vacui» sin Poesía. Llenar el espacio por miedo al vacío no es arte, es inseguridad. El fondo es un menjunje de líneas curvas que no definen nada: ¿Son cerros? ¿Es humo? ¿Es vino? Son simplemente espaguetis visuales usados para ocultar que el autor no supo cómo resolver el fondo de la obra. El resultado es una pieza asfixiante que no deja respirar a la iconografía.”
- Finalmente, tenemos esta opinión: “Tipografía Amateur. La elección tipográfica es de un nivel de diseño básico. La combinación de una fuente manuscrita con sombras paralelas (recurso vetusto y ordinario) y una tipografía sans-serif moderna en la base es el golpe de gracia a la armonía. Es el equivalente visual a usar un esmoquin con sandalias.”
Solicitamos, por fin, un veredicto final, cuyo resumen sería este:
“Este afiche es un ejercicio de soberbia técnica: el autor cree que lo «raro» o lo «recargado» compensa la falta de dibujo y de concepto. No hay síntesis, no hay elegancia, no hay equilibrio. Es una pieza visualmente indigesta, carente de luz y de alma, que se pierde en su propio barroquismo de trazo flojo. En definitiva, es una obra que no invita a contemplar, sino a desviar la mirada».
Nos, opinamos, en lo poco que sabemos de cultura que si el afiche de la 52° edición de la Serenata a Cafayate pretendía ser una invitación a la fiesta, el resultado es una declaración de principios alarmante: es el reflejo exacto del momento institucional crítico y desprolijo que atraviesa la Municipalidad. En una gestión donde los rumbos se han perdido, el arte oficial no podía ser otra cosa que este naufragio visual.
La crisis no es solo estética, es ética. Podríamos decir, en tono irónico, que si hubieran dejado este afiche en manos de los contadores de la municipalidad, seguramente habrían logrado un mejor dibujo; después de todo, ellos ya tienen sobrada experiencia «dibujando» balances e inventando números para que la realidad les cuadre. Si son capaces de semejante pericia creativa con las cuentas públicas, una ilustración folclórica les habría resultado un trámite sencillo.
Somos conscientes plenamente de que con esta crítica que hacemos porque queremos entrañablemente al Pueblo de Cafayate y nos duele verlo en manos de semejante cáfila, ponemos en riesgo nuestra integridad física cada vez que llegamos por allí.
Pero la Verdad no puede ocultarse, es una sola y es lapidaria.-
Faltó nada más que el afiche fuera así:
