POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
A veces, mientras uno se detiene a la vera del Río La Caldera a contemplar lo inefable, es asaltado por preguntas como ¿Qué ha pasado que parece que la sociedad ha dejado de pensar? Porque el pensamiento no es lo mismo que la opinión, donde sí, estamos anotados todos.
Esto se nota sobre todo cuando uno milita en el terreno de la formación de opinión pública que no es lo mismo que la opinión publicada, donde opinar es repetir y disentir es sospechoso.
Pensar se ha vuelto un gesto incómodo, no porque sea peligroso sino porque es disruptivo y desordena porque son tiempos de pensamiento único. Incluso de NO PENSAMIENTO.
Y el poder detesta que le desordenen su desorden porque no lo puede administrar.
El NO PENSAMIENTO es sinónimo de NADA. “Pienso, luego existo”, decía Descartes; cuando el poder impone el NO PENSAMIENTO a través de la distorsión de la opinión pública hace desaparecer al sujeto de la democracia: el ciudadano.
Pensar implica establecer límites, distinguir hechos de relatos, aceptar que no todo es opinable ni todo sentimiento verdadero. Pensar es, en esencia, resistirse a la simplificación. Y por eso hoy es un acto político: porque va a contramano del clima de época, de la consigna fácil, del aplauso automático.
El cuarto punto del “Manual Técnico para la dominación de masas”, indica dividir a la sociedad proponiendo líderes antagónicos, que son una formalidad porque “allá arriba” todos se dan la mano. Abajo, los simples discuten sobre este o aquel, cuando todos son lo mismo.
De otra forma, el país ya hubiera salido adelante. Pero seguimos en el mismo marasmo. ¿Qué raro, verdad?
Cuando el sujeto -ciudadano- piensa, el poder establecido tambalea. Pensar es un acto intrínseco de Libertad, y al poder no le convienen los espíritu libres ni los ciudadanos que piensan. Una sociedad que renuncia a pensar no se vuelve más justa: se vuelve más dócil.
Por eso, frente al ruido, la emoción administrada y la indignación en serie, pensar -todavía- sigue siendo una forma silenciosa de rebeldía.
