«O mio bambino caro»: Cuando la ópera baja la voz»

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Permítaseme compartir con el amable lector un momento de intimidad emocional, diré. Pocas piezas logran conmoverme casi hasta las lágrimas como esta de Giacomo Puccini. Nombraría de «Nessun Dorma» o «Madamme Buterfluy», pero esta aria de la ópera «Giann Schicchi» (1918), posee una dulzura tan profunda que logra casi una elevación muy emotiva.

El argumento relata cuando la joven Lauretta implora a su padre permitirle casarse con su amado en medio de una trama de hipocresía y doble juego.

Hay una anécdota que cuanto que en su estreno en el Metropolitan Opera de Nueva York en 1918, esta aria fue cantada por la soprano Florence Easton, y desde entonces se convirtió en un fenómeno tan popular que muchos intérpretes la grabaron por separado de la ópera, e incluso Joan Hammond llegó a vender más de un millón de copias solo de esta aria en 1969.

Dos interpretaciones que también son muy tocantes pertenecen a Luciano Pavarotti y, por supuesto, a Andrea Bocelli. Pero más inspiradora es la de Pavarotti, en mi concepto.

Este breve momento de lirismo ha trascendido la ópera: aparece —por ejemplo— en películas como A Room with a View (1985) o en formatos populares donde se escucha incluso sin que el público conozca su contexto original.

La pieza que ponemos a consideración hoy es interpretada nada menos que por Monserrat Caballé, una de las grandes voces femeninas.