Un mundo gobernado por “dawns” y “aspies”: la utopía que incomoda

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Me preguntaba… ¿No estamos agobiados de leer tantas noticias desgraciadas? Países que se invaden, muertes por doquier, conflictos sociales de lo que se busque. Depredación ambiental, crueldad con los animales… ¿Y en la política? No vemos nada agradable, nada positivo. Al contrario, vemos cómo los encausados, los reos, los violadores, los coimeros, las queridas a precio dólar; todos esos ocupan puestos de decisión en la sociedad. ¿Se ha terminado la gente buena, decente?

Entonces surge la literatura abriendo ese universo vasto, donde los elefantes pueden ser rosados y los tigres ronronear en nuestra falda; donde se puede caminar entre lirios que se mecen con la brisa atravesando un ambiente perfumado de azahares. La literatura nos permite todo, incluso imaginar un mundo donde los que hoy discriminados podrían ser mejores gobernantes que los que tenemos.

Si, tanta es la maldad que nos invade que nos ha quitado la esperanza. Y en ocasiones hasta sospecho que el planeta se encuentra en manos de la gente menos indicada: narcisistas funcionales, psicópatas de traje slim fit, gestores de ego, no de bienes.

Y en ese punto, uno juega con la herejía imaginativa y se pregunta: ¿qué pasaría si el timón del mundo lo tomaran quienes hoy la sociedad llama “discapacitados”? ¡Cuidado! Lo digo en el sentido aristotélico de “dis-capaces”, o sea, capaces de otra manera.

La física cuántica nos enseña que existe otra realidad que es mejor. ¿No serían ellos la representación física de esta otra realidad?

Los Down al poder

Hemos visto casos de “capacitados”, algunos que inclusos llegan a ser presidentes, burlarse de las personas Down, adjetivando así a los enemigos. No debe existir mayor muestra de perversidad que esa. Tampoco se trata de ser tan idealistas pensando en tono edulcorado que son “puro amor”, pero al menos poseen una emocionalidad menos atravesada por las mezquindades que gobiernan a los “más listos”.

El homo sapiens estándar está muy contaminado. Si gobernaran ellos, las reuniones políticas tendrían quizás menos carácter de jauría y más de convivencia de comité escolar donde se desactiva la agresión.

¿Tendríamos menos violencia social y guerras?  Probablemente sí, porque para robarle a la sociedad o  desatar una guerra hace falta un grado de cálculo frío que ellos simplemente no desean cultivar.

La historia de la humanidad sería una historia con menos epopeyas sangrientas y más sobremesas largas.

Los Asperger o el silencioso mundo de los genios

Existe ese otro universo, el de los autistas, los Asperger -hoy integrados dentro del espectro autista, a quienes coloquialmente se llama “aspies”- y los neurodivergentes; artesanos de un universo donde existen valores y categorías que el resto no ve. Estas personas en el gobierno no negociarían según conveniencias políticas, negociados o urdimbres electorales a conveniencia para engañar al gran sujeto que es la ciudadanía.

Manejarían las decisiones según patrones lógicos, y con datos: tres sustancias hoy más valiosas que el litio. Imaginemos nada más un gabinete compuesto por mentes así. Que resuelvan sin los egoísmos del cálculo interesado. Resolverían los problemas estructurales de la energía, el transporte, el urbanismo, con una eficacia que dejaría a los más ilustrados ministros como los harapientos mercaderes de intereses de grupos que son.

Tendríamos, quizás, menos discursos seductores y más soluciones reales. Menos “relato”, más algoritmo. Menos impostación, más precisión.

No predicamos que sería el maravilloso país de Alicia, sería un mundo con sus propias tensiones. Los autistas podrían caer en rigideces inquebrantables; las personas con Down quizá privilegiarían la armonía por encima de decisiones duras. Pero ¿no es eso exactamente lo que ya ocurre pero invertido con nuestras élites actuales? ¿No vivimos ya en un mundo donde la rigidez es la de los mercados y la emotividad la de los demagogos?

En una de esas, esa utopía que nos anima a escribir estas líneas, esta improbable coalición de ternura y genialidad, funcionaría mejor que las burocracias que hoy administran el desasosiego global.

En verdad…, no podría afirmar que sería un mundo perfecto. Son humanos -somos humanos-, hay carencias y limitaciones que son inherentes a esa condición. Pero seguro que ese sería un mundo menos cruel.

Y con eso ya tendríamos una revolución. –