La semilla de la Patria: Se celebra hoy el “Día Nacional del Gaucho”

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

La efeméride que hoy conmemoramos encuentra su raíz en un gesto literario: la publicación de la primera parte del “Martín Fierro”, ese poema mayor que José Hernández publicó para incomodar a propios y extraños y terminó fijando en tinta lo que latía en las tolderías, en las pulperías y en aquellos fortines que marcaban los primeros límites de la Patria argentina.

Hallamos la figura del Gaucho asociada a la soledad interminable de los confines de la llanura pampeana y en los montes y quebradas del norte. Esa figura del Gaucho fue y continúa siendo la esencia viva de la identidad argentina. No se escribió sólo un poema, Hernández, parió para los tiempos una conciencia nacional.

En sus orígenes, el Gaucho fue la primera mezcla de sangres que cuajó en un arquetipo nacional. Cruce de indígena, español, africano y desterrado, moldeado por el rigor de la frontera y la intemperie, nació de una fragua que no respondía a linajes, sino a necesidades.

Y allí, en ese mestizaje áspero, se incubó un hombre libre, montaraz, trabajador cuando se lo precisaba y rebelde cuando lo hostigaban, dueño de una dignidad que no dependía de títulos sino de conducta.

No es casual que el General José de San Martín, que conoció ejércitos y pueblos de medio mundo, haya asegurado que el Gaucho era “la mejor sangre que tenemos en el país”: sobrio, resistente, valiente y dotado de un sentido moral que difícilmente entendieran los burócratas de uniforme planchado. El Libertador vio en él a un soldado natural, un aliado indispensable para cualquier empresa grande.

Por eso, los que hoy no comprenden todavía qué representa el Gaucho, no pueden alcanzar a vivenciar que esos hombres y mujeres derramados en los pueblos continúa latiendo ese sentimiento de Patria y Libertad. En la simpleza de sus costumbres se aviva un sentir profundo que todavía lucha por la grandeza nacional.

Esa intuición sanmartinianta la demostraría en los hechos el propio General Martín Miguel de Güemes, cuando convirtió al gauchaje salteño y jujeño en el nervio de la Guerra de la Independencia. La Patria —que entonces no era palabra ceremoniosa sino cuestión de vida o muerte— se sostuvo en buena medida gracias a esos hombres de a caballo que resistieron, hostigaron, quemaron, avanzaron y retrocedieron según lo pidiera la estrategia. Sin su movilidad, su conocimiento del territorio y su fidelidad inclaudicable, la frontera norte no habría sobrevivido ni un suspiro a los embates realistas y hoy tendríamos otro país y seguramente otra bandera.

Por todo eso, al celebrar hoy el Día Nacional del Gaucho no evocamos sólo una imagen romántica. Celebramos una raíz profunda: la del hombre que encarna lo más noble y sano de nuestra sociedad.

Ese mundo donde la palabra vale más que cualquier documento, donde la amistad no admite cálculos ni provechos, y donde el honor, aunque parezca una reliquia, sigue siendo la mayor de las riquezas.

El Gaucho no es pasado: es una brújula moral que aún señala hacia lo mejor de la Argentina posible. –