POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
No conocía esta obra, tal vez, porque el cine no es mi pasión, pero esta música forma parte de la banda de sonido de “2001, Odisea del Espacio”. Su autor, György Ligeti (1966), según las críticas “logró componer no melodías sino atmósferas. No es una obra, es una aparición”.
Técnicamente, fue compuesta en 1966 para coro mixto de dieciséis voces, a cappella: cuatro sopranos, cuatro altos, cuatro tenores y cuatro bajos. Es lo que se llama micropolifonía, contrapuntos internos que se van elevando hasta disolverse en el éter.
La letra del coro toma su carácter de la liturgia latina del réquiem. De hecho, algunos pasajes de la obra traen reminiscencias de aquel de Mozart. Lo significativo en esta obra es que -por ejemplo- mientras en “Rex” o “Lacrimosa” del réquiem de Mozart, los textos, las palabras se marcan con fuerza hasta el final, en “Lux Aeterna”, las palabras se diluyen hasta convertirse casi en un murmullo. La imaginación, indudablemente transporta al espíritu a Campos Elíseos espirituales.
Cito una crónica que describe así: “El efecto es de una belleza ominosa: una vibración suspendida, un “templo de aire” por el que parecen deslizarse sombras. Tiempo y espacio se disuelven; quien escucha ya no distingue voz, melodía o tiempo — sólo una masa sonora que exige presencia, reflexión, silencio.”
En cierta forma -y recomiendo escucharla varias veces en silencio-, es una composición que meditada alcanza, o se acerca, a un sentimiento místico sobrecogedor.-