POR: Lic. LIZI MEJÍAS. – www.ernestobisceglia.com.ar

Siempre un texto contiene un motivo, ya puede ser para explicar, ya para invocar; en esta ocasión el sentido primero de estas líneas es convocar. Si, porque en la fecha en que se recuerda el “Día del Militante”, es preciso dejar claro que militar no es un oficio como tal vez algunos han comprendido a la militancia política. Militar es una decisión de vida, porque una vida que no persigue ninguna causa que justifique las horas de una persona en su paso por la historia, no es vida. Es apenas supervivencia.
Este día recuerda un hecho histórico en la vida política del país y todavía más de los peronistas. Es la fecha en que bajo una pertinaz llovizna, el General Juan Domingo Perón, retornaba a la Argentina luego de un exilio de casi dos décadas. Todos recordamos aquella icónica imagen del líder con los brazos en alto bajo el paraguas negro que sostenía José Ignacio Rucci.
Ese retorno -y de allí el nombre- se impuso para homenajear a los que jamás dejaron de militar. A los que hicieron de la militancia partidaria una bandera porque la se jugaron hasta la vida. En esos ejemplos en donde abrevamos ese espíritu militante.
Por eso hoy, 17 de noviembre, aniversario del retorno de Perón a la Patria, quiero decirlo sin rodeos: la Argentina necesita militantes. No espectadores. Porque los pueblos que dejan de militar, se apagan. Las sociedades que se cruzan de brazos, retroceden. Los países que se conforman con mirar, se pierden.
La historia no se escriba sola sino con los hechos de quienes militan una causa, los que empujan las acciones que conforman los procesos que le dan identidad a un país. Porque militar es levantarse cuando la causa o el país se caen. Militar es hacer, contribuir, cuando otros critican. Es hablar cuando los demás callan. Es sostener cuando otros abandonan.
Militar, es en definitiva, estar.
Así lo entendieron los grandes hombres que nos dieron la nacionalidad. El General Güemes, estuvo. Militó la idea de libertad, de Patria y de soberanía enfrentando al imperio con gauchos descalzos y apenas cubiertos pero revestidos de un coraje inigualable. El General San Martín, militó la causa de la Libertad sudamericana sin pedir aplausos ni retornos. El General Belgrano, militó la causa de la Bandera, incluso desobedeciendo las órdenes superiores que le impedían izarla. Y así, con esa militancia de valores, es que hoy tenemos una Patria.
Ellos y tantos otros nos enseñaron que la militancia no espera, no aguarda tiempos mejores para salir. No consulta encuestas a ver cómo estamos. Simplemente se movilizan, militan en el más extenso sentido de esa palabra.
En esta hora, la Patria nos reclama militar con urgencia. Es un llamado general. No convoca el país a unos cuantos, a un partido o a una facción. Nos convoca a todos. Porque la militancia no tiene dueño, es del vecino que madruga a trabajar por su barrio, es del peronista que no claudica ni se fija en colores o sectores. La militancia es todos los que deciden creer que es necesario ponernos el país al hombro, porque el futuro no bajará como el maná del Cielo, sino que los construiremos con trabajo desde los cimientos.
Hemos de comprender que hoy militancia debe ser el verbo del bien común, de la exigencia comunitaria, de la organización que venza al tiempo. Cualquier otro discurso será una excusa propia de los que no comprenden lo que significa encolumnarse detrás de una causa común.
Y sí, hay quienes prefieren la crítica cómoda, la distancia prudente, la neutralidad elegante. Pero que quede claro: nadie construyó una nación desde la comodidad.
Una sociedad que no milita, se resigna. La que sí lo hace, avanza. Por eso, estas líneas más que una columna son un llamado.
Una convocatoria abierta para que cada mujer, cada hombre, cada joven, cada salteña y cada argentino recuerde que la Patria no se salva sola. Que la salida no vendrá de un líder providencial, ni de un decreto, ni de una aplicación mágica.
La salida de este país, de esta provincia, será el resultado de nuestra militancia, que es la forma más digna y más alta de amar a la Argentina. Porque la Patria está herida y nos convoca, como en las horas de la Patria incierta en los días fundacionales.
Nos están llamando a militar y esta vez, no puede quedar nadie afuera. –