Ensayo breve para Iniciados: Si el 3I-Atlas trae a los alienígenas… ¿Qué hacemos con el Señor del Milagro?

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

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RESUMEN: El que sigue es un escrito extenso, para leer y reflexionar. La teología, que durante siglos observó el cielo en busca de señales divinas, hoy vuelve a mirar hacia las estrellas. No ya para confirmar dogmas, sino para hacerse preguntas nuevas: ¿qué lugar ocupa el ser humano si no estamos solos en el Universo? Desde Teilhard de Chardin hasta los astrónomos del Vaticano, la fe ensaya respuestas que expanden su horizonte más allá de la Tierra.

Como hombre de profunda fe cristiana y por ello anticlerical, es que entiendo necesario que abramos el debate para abrir las mentes frente a las realidades que nos está proponiendo la información a la cual debemos tratar con sumo cuidado.

En efecto, por estos días se multiplican videos, notas y afines sobre el paso del bólido celeste llamado 3I-Atlas; que han desatado una suerte de fiebre sobre la posibilidad de que en realidad se trate de un artefacto inteligente al decir de variadas anomalías que presentaría en su comportamiento que no se compadecería con las leyes de la física y la astronomía hasta ahora conocidas.

Es del caso advertir que no se deben consumir alegremente todas estas “noticias”, ya que una investigación sobre fuentes serias nos lleva a la comprobación de que casi en su inmensa mayoría son “Fake-News”. No sólo las especies que dan cuenta de lo que hace el dicho objeto, sino también las supuestas fotos que se divulgan. Desde las “Esferas de Buga”, aparecidas en Colombia hasta esto del 3I-Atlas, se ha tejido una cadena de afirmaciones lindantes en el delirio.

¿Pero y si realmente existen y están aquí?

Existe un costado de la cuestión de la vida en otras dimensiones que es muy delicada de tratar, menos en un artículo de corto espacio; pero digamos así, a “brocha gorda” que debemos plantearnos qué pasaría si realmente y de pronto nos aparecieran “hermanos extragalácticos”, que de suyo son bastante más evolucionados que nosotros: Ellos pueden -podrían- llegar hasta nosotros, mientras los humanos apenas hemos llegado a la Luna.

Una incómoda cuestión teológica

La “Fe de nuestros mayores”, como siempre se dijo y que nos situaba en el centro de la Creación ¿Resistiría la irrupción de otros seres creados? Si se nos enseñó que “Dios creó al hombre a imagen y semejanza…, y estos posibles alienígenas fueran morfológicamente diferentes. ¿El Dios que pintó Miguel Ángel, el que todos llevamos en el inconsciente, ya no sería el mismo? Entonces ¿Cuál sería la semejanza con Dios, la nuestra o la de ellos? Preguntas como el “libre albedrío”, la reencarnación, y la vida eterna; el Cielo y el Infierno, los pecados ¡La Iglesia misma y las Iglesias! ¿Todo se derrumbaría? Y todavía más ¿Qué hacemos con el Cristo? ¿Se termina el misterio de la redención salvífica? ¿Ellos mueren como nosotros y resucitarán un día en cuerpos gloriosos?

¿Habrán atravesado el ciclo de la caída, la encarnación del Hijo de Dios, su muerte y resurrección?

Estos supuestos seres, estarán colegiados en iglesias de distintos credos o tendrán ya uno universal…

Y la maldad… ¿Qué pasa con la maldad? ¿Será que ellos ya han superado el nivel de autodestrucción en que nos hallamos empeñados nosotros?

¿Y la Virgen María? Su Dios ¿Les envió un paráclito para que los salvasen? ¿Nació de una madre virgen? ¿Qué pasaría con nuestra devoción a la Madre María?

Y así tantas preguntas más; tantas como la duda y la imaginación que alimenta nos permitan hacernos.

Hacia una respuesta seria y fundamentalmente basada en la teología

Hacemos memoria de Giordano Bruno, que escribió en 1584, aquello de que: “Hay innumerables soles y una infinidad de tierras que giran alrededor de esos soles, como vemos a los siete planetas girar en torno al nuestro.” Esta afirmación y otros pensamientos más que colisionaban con la ortodoxia católica le valió que lo quemaran vivo en 1600. Afirmar que todo se mueve, observado por Galileo Galilei, casi le cuesta lo mismo. Se salvó abjurando de sus investigaciones, pero su “Eppur se muove”, hoy es una realidad comprobada.

Entonces, podemos preguntarnos lícitamente, ¿Qué hacemos si mañana llegan esos que llamamos alienígenas”? Y sobre los cuales, Stephen Hawking (1942–2018), el célebre físico teórico británico, nos advirtió que el contacto con una civilización extraterrestre podría ser desastroso para la humanidad: “Si los extraterrestres nos visitaran, el resultado sería similar a cuando Cristóbal Colón llegó a América: no le fue muy bien a los nativos”.

Somos Todos Hermanos en un Cristo cósmico

Tomamos el pensamiento del célebre jesuita y teólogo, Teilhard de Chardin, para quien “Todo el cosmos está en movimiento, creciendo en complejidad y conciencia«. La Creación no es un hecho acabado, sino un proceso dinámico que tiende hacia lo que él llamó el Punto Omega, donde toda conciencia converge en Cristo, centro y meta de la evolución. Es decir, que la centralidad de este pensamiento es la unicidad de Todos en Uno. Similar a lo que desde otra vereda hablaba Hegel, cuando sostenía que en su tercera fase, “Todo vuelve a reunirse en el Absoluto”.

Pensar en otros seres y otros Cristos, para la teología tradicional es motivo de incineración inmediata en una plaza pública con paja húmeda. Pero para Chardin,  el Cristo, no es sólo el Redentor de la humanidad, sino el principio unificador del Universo entero. Su encarnación da sentido al proceso cósmico completo de la materia a la vida, y de la vida a la conciencia.

Esto de la conciencia y la supraconciencia, amerita otros canales y tiempos de meditación que ahora nos exceden, pero remitimos a nuestra nota «La supraconciencia en el cristianismo: Un camino de transformación y comunión con lo divino», donde algo ya avanzamos.

La posibilidad de otras inteligencias

Para la ciencia de altos estándares, lo mismo que para el jesuita, Teilhard de Chardin, la existencia de seres racionales fuera de la Tierra es una posibilidad. De hecho, Chardin, sostuvo que la evolución espiritual podría repetirse en otros mundos, y que todas las criaturas conscientes del Universo estarían llamadas a integrarse en esa misma redención universal, bajo un Cristo-Omega.

Teilhard veía el Universo como una aventura espiritual en expansión, donde la vida racional -en cualquier parte del cosmos- participa del mismo destino trascendente: la unión con Dios a través de Cristo.

Claro, pues; que para comprender el alcance profundo de estos pensamiento, es necesario despegar de la figura del Cristo del Catecismo de las 99 preguntas, y pensar -sino vibrar también- en otra frecuencia astral.

Bajando un poco el nivel, para los no iniciados, digamos que esto no es esoterismo ni brujería, sino que un cerebro como el de Teilhard de Chardin, basa su elucubración a partir de aquella expresión del Apocalipsis: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin” (Ap. 22,13), como epicentro de su concepción del Universo. Para él, en esa frase se resume no sólo una verdad espiritual, sino también una ley dinámica del cosmos, que explica y asienta que el principio creador es Dios (Alfa) y que en la consecución final de su evolución volverá a Él, a resumirse en la divinidad (Omega).

La cuestión desde la ciencia católica

Repito, muy brevemente, tomemos la cuestión incluso desde lo que se piensa en el propio Vaticano. Sabrán muchos que El Vaticano, posee desde muy larga data, un Observatorio –Specola Vaticana– que fue fundado en 1582 por el Papa Gregorio XIII, y es uno de los centros astronómicos más antiguos del mundo. Su misión ha sido, desde entonces, mostrar que la Iglesia apoya y promueve la ciencia como camino hacia la verdad.

Bauticemos a los alienígenas

El Director del dicho Observatorio es astrónomo y jesuita, Guy J. Consolmagno, SJ (nacido en 1952, en Detroit, EE. UU.) Es doctor en Ciencias Planetarias por el MIT (Massachusetts Institute of Technology) y fue investigador en Harvard antes de ingresar a la Compañía de Jesús.

Consolmagno es especialista en meteoritos y formación de planetas. Ha estudiado la composición de cuerpos menores del sistema solar y es coautor de varios libros de divulgación, entre ellos Turn Left at Orion (un clásico de la astronomía práctica) y Would You Baptize an Extraterrestrial? (“¿Bautizarías a un extraterrestre?”), escrito junto al sacerdote Paul Mueller, también del Observatorio Vaticano.

Este sacerdote y científico vaticano, sostiene, en línea con Teilhard, que no hay conflicto entre ciencia y fe, y que la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra no afectaría la doctrina cristiana. Por el contrario, diría que ampliaría nuestra comprensión de la creación. Así, ha afirmado: “Si existen extraterrestres, son también criaturas de Dios. Y si están necesitados de redención, Cristo murió también por ellos”. Para Él, el Universo no es un decorado, sino una manifestación del amor creador de Dios que invita a la razón humana a explorar sin miedo.

Y ¿Ahora qué hacemos?

Podríamos, tal vez, refugiarnos en el respaldo del inicio de la Era de Acuario, que estamos transitando, donde comulgan en tono final todas las más grandes profecías; desde los Mayas, pasando por San Malaquías (1200) hasta Nostradamus (1500), y la extraña “coincidencia” de nuestra realidad global con el Capítulo VI del Apocalipsis y los Cuatro Jinetes, hasta avanzar un poco más allá en la lectura e interpretación del Libro de la Revelación; sólo para decir que pensamos que nos ha tocado en suerte vivir los tiempos cercanos a la Gran Tribulación. O por ahí nomás.

Diremos pues, y sin ánimo de vanidad alguna, que la realidad nos plantea la separación en dos clases de seres; aquellos que elevan su nivel de conciencia y pueden advertir que el Mundo ya ingresó en un momento de inflexión histórica, y aquellos otros, que se sienten cómodos practicando “la fe de sus mayores”, que al fin de cuentas no es sino la “fe de todos”.

La Revelación es una Gracia que se da a todos, en distintos tiempos y lugares. Lo que ha cambiado es el tono cultural con que la misma es recibida e interpretada.

No iremos más allá porque mucho ya nos hemos extendido, pero sí es menester observar que estamos en tiempos de balance histórico, que según nuestro comprender no es el “fin del mundo”, sino el proceso de la “Caída de los Reinos”, aquellos que Satanás le ofreciera al Cristo en el desierto (Cfr. Lc. 4-6).

Es un momento de tránsito, donde al fin del proceso se comprenderá que las iglesias, los ídolos, los dogmas, no han sido más que elementos de manipulación de la conciencia.

Por eso, si alguna vez llegan los extraterrestres, que al menos nos encuentren rezando… pero con la mirada en las estrellas.

Nunca más apropiadas entonces, aquellas palabras del Libro final: “El que pueda entender, que entienda”. (Ap. 13-18)