POR: ERNESTO BISCEGLIA- www.ernestobisceglia.com.ar
Realmente, es complejo tratar de comprender cómo funciona el cerebro de un funcionario. Más cuando ese funcionario es la intendente de Cafayate, Rita Guevara, que ha demostrado ser algo así como la Diosa Razón (Sólo ella tiene la razón) de la Revolución Francesa. La diferencia es que, en aquella Francia, la Razón, le dio a la Modernidad nada menos que las Instituciones de la República. En Cafayate, están por quedarse sin municipio.
Hay que saber distinguir entre lo que es un funcionario público al servicio del pueblo de alguien que se sirve del pueblo y no funciona. Nadie puede decir que conspiremos desde estas páginas cuando la realidad muestra que, en dos años, Cafayate, no avanzó absolutamente nada.
La “gestión” Guevara no tiene nada para presentar como argumento de desarrollo y proyección. Por el contrario, no sólo no pudo recuperar su espacio como punto turístico, como epicentro del turismo en el Valle Calchaquí, sino que retrocedió a valores jamás vistos. Basta dar una recorrida por las calles de Cafayate un fin de semana en la noche para constatar la soledad y el silencio de lugares que antes bullían de gente y sonido.
Los problemas de infraestructura tampoco han avanzado. Los barrios siguen padeciendo los mismos problemas de siempre, agravados por el deterioro lógico del abandono.
En cuanto al desarrollo cultural, que es la base de todo progreso turístico, tampoco se ha hecho nada nuevo, más allá de talleres de corte y confección y algunas experiencias cuasi-esotéricas. Armado de flores y pintado de botellas, nada que una maestra jardinera no le enseñe a sus párvulos. (Por favor, acérquenle un diccionario a la intendencia para que sepan que significa “párvulos”).
“¿Quién se ha tomado todo el vino…?”
Pero el desastre político es apenas funcional frente a la estafa moral que representa para un pueblo que la persona a la cual le dieron el voto para que los represente los ha engañado y los timado.
Se acaba de anunciar la próxima edición de Serenata a Cafayate, con dos ediciones anteriores cuyos números están siendo todavía investigados y los resultados podrían deparar sorpresas desagradables para los cafayateños.
Se ha creado una secretaría de “participación ciudadana”, a través de la cual se han canalizado fondos para versos como el PECAFA, que al parecer habrían costado varias decenas de millones sin resultado alguno. ¿Dónde está ese dinero? ¿Para qué se utilizó? ¿Cuáles son los resultados? ¿Qué vecino «participa» en algo? Todo ha terminado en un cuento cordobés.
Lo que todo el mundo en el ambiente político se pregunta es, ¿Quién en el gobierno provincial mira hacia otro lado frente al desastre en que se ha convertido Cafayate? El problema -el gran problema- es que la respuesta a esa pregunta termina pagándola el gobernador de la provincia. Y esa una respuesta injusta, porque frente a un gobierno que la rema en un marco hostil,
Una campaña “para atrás”
El impacto político de la mala gestión de Guevara, tiene para el gobierno su consecuencia en estos días, cuando es necesario presentar una intendencia ágil, pujante, que represente el sentir y el pensar del gobernador, Gustavo Sáenz, y le resulta imposible de “jugar” con la realidad cafayateña. Sáenz, no puede parar sus candidatos al lado de esta administración en Cafayate porque es lo mismo que colocarse una piedra de molino al cuello.
Una payasada populista que degrada tanto al cargo como al trabajador municipal
Cierta vez en la universidad, un alumno se refirió con el término “el basurero”; le dije entonces que la expresión correcta es “el señor recolector”, porque mientras todos duermen, bajo el sol, el frío, a la intemperie, el recolector levanta a diario nuestros desechos. Los basureros somos nosotros que generamos los residuos. Es un oficio noble y básico. Apenas dos o tres días sin recolección y nuestras ciudades son irrespirables.
Luego, es una falta de respeto disfrazarse de recolector, andar trepada en el camión para vender una caricatura grotesca que da más para la mofa y la risa. Haber hecho eso es un acto demagógico, imprudente y falto de criterio. Es una falta de respeto al empleado municipal.
Y también una falta de respeto al pueblo, porque el intendente -sobre todo-, está para pensar, para gestionar, para movilizar a la administración municipal y a los vecinos, no para recolectar residuos. Con ese criterio, mañana, la Guevara, aparecerá vestida de albañil levantando una pared, pasado de agente de tránsito levantando multas o cobrando el estacionamiento de la plaza.
Si la provincia no toma nota, Cafayate puede convertirse en el espejo de un fracaso político mayor.
Todo lo que hace la administración Guevara, además de sospechoso administrativa y contablemente, es ridículo.
Ahora, disfrazarse de recolector de residuos, hasta puede resultar un gesto premonitorio, una advertencia, la que diga que por el camino que viene hasta ahora, la intendente, su administración y los vecinos de Cafayate, pueden terminar todos en el vertedero.
Si de símbolos se trata, disfrazarse de recolector no fue un acto de cercanía, sino de profecía: porque al ritmo de esta gestión, Cafayate corre el riesgo de convertirse en un gran basural político y administrativo. Y lo peor es que no habrá camión que pueda levantarlo. –
Foto de Portada: Crédito Alejandro Tula
