Carta Abierta al Gobernador Gustavo Sáenz: ¡Es el momento de reflotar el concepto del Norte Grande!

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

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El Norte Grande fue una apuesta estratégica que pudo haber cambiado la historia del país. Hoy, cuando la globalización empuja a la regionalización y el centralismo porteño sigue castigando al interior, Salta y el NOA tienen la oportunidad —y la obligación— de reflotar esa visión.

En mi calidad de ciudadano comprometido con la Democracia y convencido de que la hora impone salir del letargo apático en que la ciudadanía permanece; convencido de que la participación ciudadana es la base y la clave del reempadronamiento cívico que necesitamos, es que me permito poner a consideración del Primer Mandatario de la provincia y los conciudadanos, lo que interpreto como una necesidad política, necesaria para la provincia. Así, digo:

Las generaciones que hoy abrazan a La Libertad Avanza, convencidas de que Argentina “se integra al mundo”, ignorando que hace cuarenta años el Norte Grande ya buscaba esa integración, desde una visión regional y con proyectos mucho más sólidos que las improvisaciones actuales del gobierno nacional.

La idea nació con Roberto Romero (1983-1987), entonces gobernador de Salta, que propuso articular el NOA y el NEA —incluso parte de Santa Fe— en un bloque regional capaz de relacionarse de igual a igual con Chile, Bolivia, Paraguay y el sur de Brasil. No era un simple discurso: detrás estaban el corredor bioceánico hacia Asia-Pacífico, ferrocarriles de carga, gasoductos, rutas transversales, viviendas dignas, educación y salud preventiva.

Las claves del NORTE GRANDE

Se trató de un proyecto visionario que buscaba, nada menos, equilibrar la histórica asimetría entre el centro porteño y el Norte argentino. De haberse consolidado, quizá el MERCOSUR ni siquiera habría nacido, porque el Norte Grande habría sido ese polo dinámico de comercio e integración que nunca terminamos de ver.

Lamentablemente, hay que decirlo, ninguna gestión posterior a Roberto Romero, prosiguió una línea de acción que fortaleciera aquella idea, que -y es una opinión personal-, de haberse consolidado, Salta en el NOA y el NEA, serían ese polo comercial que hoy pretende ser el MERCOSUR, que tampoco alcanzó plenamente sus objetivos.

El mundo actual muestra una tendencia clara hacia la regionalización

El mundo va en esa dirección. La Unión Europea es el ejemplo más acabado; en Asia la ASEAN avanza a paso firme; y hasta Nayib Bukele sueña con una Centroamérica unida. La CEPAL y la ONU lo dicen sin rodeos: el desarrollo territorial exige cerrar brechas sociales y de infraestructura. ¿Y nosotros? Seguimos mirando al Puerto.

Achicar las desigualdades territoriales y promover el desarrollo regional

Vivimos un momento de graves tensiones internacionales que avizoran finales impredecibles. De allí las reuniones y/o uniones regionales -bloques regionales de integración comercial como la UNCTAD (UN Trade and Development)-, que buscan prevenir o aminorar los efectos de esas tensiones geopolíticas que podrían representar, por ejemplo, crisis en cadenas de suministros, etc. Un ejemplo de estas crisis lo hemos visto cuando Rusia amenazó con terminar con el suministro de gas a Europa, o la hambruna que amenaza al Magreb y otras zonas circundantes ante a caída de provisión de cereales cuyo máximo productor era Ucrania.

Se trata, pues, de que se promueva una integración mancomunada de transporte, infraestructura, políticas educativas regionales y de salud pública, así como también ambientales.

La Región anterior a la Nación y una respuesta firme al nunca logrado federalismo

En Salta, Gustavo Sáenz, ha jugado un papel destacado en la defensa del federalismo, pero en un mundo global los esfuerzos solitarios no pueden contra la mega estructura político-económica que representa el Puerto y la Región Central que, desde antes de 1810, jamás cedió poder, y tampoco lo hará. No se trata de una pulseada contra Buenos Aires, sino de emparejar condiciones.

Luego, considero que es el momento de jugar esa carta con fiereza porque tenemos un gobierno nacional que aplica políticas económicas fallidas y que hará pagar al interior la factura de su debilidad. Es momento de jugar la carta regional. No se trata de separatismo, sino de integración: transporte, educación, salud, medioambiente. Lo que el centralismo no hará por nosotros, debemos hacerlo nosotros mismos.

“Debemos imitar al General Güemes”

El pasado 7 de Junio, el gobernador, Sáenz, dijo “Debemos imitar a Güemes”. Es oportuno recordar que hoy la historia propone paralelos históricos, económicos y políticos similares entre aquella gobernación del Prócer Gaucho (1815-1821) y la realidad de Salta hoy. Veamos:

En 1815, la entonces Intendencia de Salta, atravesaba una grave crisis económica y no recibía ningún apoyo de Buenos Aires. Hoy, esa realidad se repite exactamente igual.

Salta, entonces, era el nudo de caminos que venía desde el Alto Perú hacia Buenos Aires, y desde el Chaco Gualamba hacia la entonces Capitanía de Chile. Esa posición geopolítica estratégica se mantiene vigente, porque en ese tiempo la región del norte de Chile (Atacama) estaba bajo el protectorado del gobierno de Salta. Ese acceso a los puertos chilenos se mantiene abierto.

El territorio era atacado por un enemigo foráneo tal como ocurre hoy que libramos, no una guerra bélica sino cultural, donde Salta está habilitada para proponer su propio sistema educativo en los términos de lo dictado en la Parte II – Autoridades de la Nación, Capítulo IV: Gobiernos de provincia, cuyo Artículo 5, establece que: “Cada provincia debe dictar su propia constitución bajo el sistema representativo y republicano, asegurando “la administración de justicia, su régimen municipal y la educación primaria”.

Conclusión

Si se hubiera desarrollado con continuidad, hoy el Norte Grande podría haber sido una unidad más dinámica que el MERCOSUR, que no pudo lograr esa integración profunda.

Sería Salta, el puente bioceánico real entre el Atlántico en el tránsito de productos que viniera por la Transmazónica, cruzaran por la Avenida Tavella y tomara la Ruta 51, llegando al Pacífico. Y el camino desde el Ecuador hasta los puertos de Santa Fe y Buenos Aires.

Sería Salta, el centro geopolítico para negociar de igual a igual con grandes bloques internacionales.

Negociaríamos en inmejorables condiciones con Buenos Aires, haciendo valer nuestro legado histórico, pues el país existe porque Salta puso los recursos, la gente y su sangre para lograr la Independencia. La historia aun nos debe ese reconocimiento.

Los convenios firmados en su oportunidad entre el gobernador Sáenz y el entonces ministro de Transporte de la Nación, Mario Meoni, para gestionar obras vinculadas con los ramales C14 y C15 del Ferrocarril Belgrano Cargas, el Nodo de Güemes, eran la base de una revolución en el transporte y en la economía que volvía a poner en vigencia la idea iniciada en el gobierno de Hipólito Yrigoyen en 1916, inaugurada por Juan Domingo Perón, en 1948, que conocemos como “Tren a las Nubes”, que tenía como fin sacar la producción de la Región hacia los puertos del Pacífico. Es lo más cercano que vimos en esta materia de consolidación regional.

Esta breve pincelada pretende animar un argumento que hoy cobra vigencia esplendorosa, donde las decisiones políticas que se tomaran ya serían un legado histórico que trascendería los tiempos, diciéndole al país y la Sudamérica, que, en Salta, pensamos hacia adelante, hacia el futuro.

Tenemos TODO: la posición geopolítica estratégica, los caminos, las vías ferroviarias, producimos comodities, tenemos riquezas naturales, paisajes inigualables, climas variados…

Pero sobre todo, tenemos un Pueblo extraordinariamente trabajador y pujante, una tierra bendita, a la que sólo le falta un ánimo, una decisión política que parafraseando a José Ortega y Gasset, diga ¡Salteños a las cosas!