¿Se puede pensar libre en un país con pensamiento cautivo? La pauta oficial como narcótico social

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

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La argentina es una sociedad invertida en todo sentido. Pero detengámonos nada mas en el aspecto del pensamiento y su relación con la política. Hace muchos años ya que hemos dejado de pensar en modo político y hemos dejado de hacer política. Esta situación tiene su correlato con el ejercicio de la prensa que de haber nacido revolucionaria terminó siendo el catecismo pequeño de los grupos de poder. Esto ocurrió cuando el periodista fue cambiado por el formador de opinión. El primero era un doctrinario, el segundo un mercenario.

Es que el periodismo en Argentina se ha vuelto rehén de la pauta oficial. Este es un fenómeno que se nota aún más en las provincias a través de la prensa rentada se disciplina y orienta el pensamiento del ciudadano. Es tan vil este manejo que el político A, que hoy para los medios es un delincuente, mañana, este político A, según la cotización de intereses puede ser el salvador de la República. Esta prensa paga funciona tanto como un expositor de los valores cívicos de alguien, como también puede ser el sepulturero de la honra del mismo personaje. Este es un criterio miserable de manejo de la prensa, sin duda.

En medio juega el desafío del “#PensarLibre”, que significa no deberle nada a nadie y atreverse a decir lo que otros callan o distorsionan. Es lo que se conoce como prensa independiente cuya función es la de poner en evidencia la verdad de los hechos. En  este punto, hallamos, sin embargo, una resistencia natural de los pueblos a enfrentarse a esa verdad.

De esa manera vemos hoy como candidatos que en oportunidad de ser gobierno se comportaron como delincuentes saqueando en banda a los pueblos y hoy regresan a salvar a los desplumados ciudadanos del saqueo a que los someten los que están actualmente en el poder. Otro usan a la prensa para adormecer a la sociedad mientras llenan su bolsa con negocios privados a partir de la cosa pública.

Así, en complejo hallar sitios donde se pueda analizar la situación política y social sin mordazas ni etiquetas. Este pensamiento libre es también una militancia que exige altos costos individuales y sociales, porque el medio que pretende mantenerse en una aceptable objetividad será aislado por quienes forman el consorcio de “dueños de medios” que trabajan para el gobernante de turno.

La libertad de pensamiento no se mendiga: se conquista enfrentando a quienes quieren narcotizar a la sociedad.

En una Argentina de cerebros cautivos y pauta oficial que adormece conciencias, pensar libre ya no es un derecho: es un acto de rebeldía que desafía al poder y despierta al ciudadano.