Salta: De la “Batalla cultural” a la necesaria Revolución Cultural

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Dice Zygmunt  Bauman,en un pasaje de su libro “La Sociedad Líquida”, que: “La cultura de la modernidad líquida ya no tiene un populacho que ilustrar y ennoblecer, sino clientes que seducir.” Esta frase expone con toda crudeza la realidad de nuestra política contemporánea, donde no hallamos ya debate público sobre las cosas que hacen a la naturaleza de los problemas del ciudadano.

Desde la política ya no se busca formar comunidad, mientras que el discurso político ha desaparecido para dejar lugar a una mera búsqueda de clientes. Los candidatos salen a la búsqueda de votos como si fueran de compras a un mercado de baratijas. Porque tan barato es el discurso tanto como los votos que consiguen.

Los candidatos son mediocres, vulgares, cuando no chabacanos, porque no hay un público que les exija más. La destrucción del sistema educativo ha convertido a la sociedad en una masa informe de semianalfabetos. He aquí, el origen de los problemas.

La causa de la decadencia social en la provincia y en el país, es la falta de políticas que afirmen una cultura social con fortalecimiento de identidad y arraigo en la tradición. Si no formamos a nuestra gente sobre este trípode, navegamos al garete.

La “Batalla Cultural”

Realmente resulta una afrenta al ciudadano inteligente que desde el partido presidencial se agiten clisés como el de que “Estamos dando la batalla cultural” y el otro “Luchamos por las ideas de la libertad”. Ninguna de estas dos afirmaciones tiene asidero, contexto ni columna dialéctica estructural. Son frases sueltas, eslóganes que hacen repetir a los jovenzuelos incautos que se piensan heraldos de una causa patriótica.

Las famosas “ideas de la libertad”, nadie sabe cuáles son. Ningún dirigente de La Libertad Avanza, las explicado nunca. Sencillamente porque no tienen idea cuáles son. Para tener una consistencia sobre lo que significa “La Libertad” y formular un corpus ideológico, tendrían que haber comenzado por una base teológica con San Juan, meditado “La República” de Platón;  la “Política” y la “Ética a Nicómaco” de Aristóteles, donde distingue entre libertad como autogobierno y como participación en la vida política.

Imposible considerarse un político sin haber leído a Cicerón y sus obras “De Re Publica” y” De Legibus”, donde defiende la libertad, como vivir bajo leyes justas y proteger la república. Y como liberales que se dicen, obviamente, haber abrevado en John Locke, que habla de la libertad como derecho natural ligado a la propiedad y al consentimiento político. La tríada, Montesquieu, Hobbes, Rousseau. Por supuesto, Adam Smith…, y así una larga lista de contemporáneos.

Estos “dirigentes” de La Libertad Avanza y sus “Pibes Libertarios”, con suerte deben haber leído “Radiolandia 2000” (Qué antigüedad), “Hola” y tal vez, “Platero y yo”: «Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.». (Estuve tentado de escribir, un burro, como ellos. Pero tal vez hubiera sonado ofensivo… para los burros).

¿De qué ideas de la libertad nos hablan?

Necesitamos una Revolución Cultural

Con un sistema educativo destruido, donde se echan a la calle cada año manadas de semianalfabetos, porque lamentablemente la formación primaria y secundaria es deficiente, al punto que los egresados del ciclo medio confunden a Belgrano con Perón –es literal-, no podemos aspirar a tener ciudadanos capacitados para elegir buenos gobernantes.

De hecho, el negocio fue desguazar el sistema educativo para lograr esto, que los ciudadanos voten cualquier cosa e incluso lleguemos al estado en que ya ni votan.

Luego, iremos nuevamente sobre un concepto ya expuesto; cuando no hay presupuesto, a los ciudadanos hay que darles cultura. Pero cultura no es literatura, música clásica, comparsa y festivales folclóricos donde termina la masa alienada y alcoholizada. Se trata de pensar una política cultural integral que podría aplicarse en la realidad local a través de programas educativos, espacios comunitarios, talleres, etc., El límite es la imaginación.

La Cultura debe ser una política de Estado que se convierta en una herramienta de transformación social, que construye identidad, conciencia crítica y participación activa en la comunidad.

La Cultura debe convertirse en un espacio de empoderamiento popular, donde a través de la tradición se forme el pensamiento crítico, la solidaridad y la organización colectiva. Estudiar el pensamiento político del General Martín Miguel de Güemes, por ejemplo, es una muy buena estrategia para conocer el pasado, fortalecer la identidad y comprender cómo la política permitió –y debe permitir- que los ciudadanos se inserten, participen y progresen.

Tenemos que pensar a la Cultura como una política integral, que incluya a la educación popular a través de la información ciudadana y el desarrollo de los valores democráticos y solidarios.

Porque ese concepto de Cultura va más allá de la educación formal. Trasciende el aula y se consustancia con la vida cotidiana en los pueblos, en los barrios, con los movimientos sociales, de forma que se enseñe la idea del compromiso social.

Mientras el espacio de la Cultura continúe siendo el premio consuelo de un cargo político, sin un programa estructural, sin presupuesto y sin un gran consenso con todos los actores sociales, continuaremos viendo el penoso “Carnaval de los Animales” (Parafraseando el título de la suite musical para orquesta de cámara de Camille Saint-Saëns), donde mostrencos improvisados, ungidos con la soberbia propia de los ignorantes, quieren venir en atropello de los ciudadanos proclamando una “libertad” que ellos mismos no comprenden, no viven y lo más gracioso, sus jefes jamás dejarán que ejerciten. –