POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
El problema más grave de la sociedad argentina es su ignorancia. El argentino medio es un individuo mediocre intelectualmente, no hemos evolucionado desde aquel descrito por José Ingenieros, por el contrario, la decadencia es el nuevo nombre de este momento argentino.
Absolutamente todo está corrompido. Ya no quedan piedras por levantar donde no se encuentre algo corrupto. No hallamos nombres consulares ni personas con un cursus honorum respetable en los cargos públicos. Todo es “elemento cacerola”, como se decía antiguamente.

La República Argentina que supo tener las plumas más notables a lo largo de su historia, hoy asiste al espectáculo lacerante de que aquel periodismo que formó al país, que adelantó los tiempos, que acompañó la vida institucional de los partidos políticos sembrando ideas e ideales, ya no existe.
Hoy, vemos levantarse fortunas gracias a la pauta publicitaria amañada, con retorno. Con acuerdos de medios que cobran una pauta para medios que no existen incluso.¡Sí, nadie se engañe! Porque el periodismo no es una profesión, es un arte, es una pasión, no una salida laboral rápida.
Cuando el periodismo se arrodilla ante el poder la Verdad se convierte en delito. El periodismo nació para ser el perro guardián del pueblo, no el vocero del gobierno ni el escudo de los poderosos. Bien se aplica a la tarea del periodismo aquella frase de Sócrates: “He sido puesto por los dioses sobre la ciudad como el tábano sobre el caballo para picarlo y mantenerlo despierto”. Hoy, el periodismo adormece, condiciona, miente y fabula.
Porque ocurre que cuando un gobierno prostituye al periodismo, la parte sana languidece y su voz es callada por el poder de fuego de los medios rentados por el oficialismo. No hay decencia alguna en esto, ni en quien paga ni en quien recibe.
Porque cuando los medios se compran, la Verdad se convierte en amenaza y la noticia desaparece reemplazada por la operación mediática. El periodista deja paso al formador de opinión y la opinión pública es reemplazada por la opinión publicada. El medio, el periódico, se convierte en la Biblia satánica del poder donde reina la mentira.
El periodista que cuestiona, que señala los errores es incómodo y el que denuncia los negociados es peligroso y al que revela lo que no debe hay que silenciarlo de alguna manera.
Dicen que cuando la prensa pierde su libertad el pueblo pierde su conciencia, y es verdad. Por eso este país se ha convertido en un gran rebaño gris donde todos esperan a que rebuzne uno para rebuznar al unísono los demás. Este es un fenómeno propio de los más jóvenes que han tenido escolaridad pero no educación. Mentes vacías que no pueden elaborar un criterio ni comprender un texto.
Por eso un periodismo sano vigoroso es necesario. Monseñor Justo Laguna, enseñaba que “Para ser culto, sólo hay que leer los diarios”. Pero ¿Qué leer cuando los diarios ya no traen nada serio ni veraz? Al haber desaparecido la información libre, no existe posibilidad alguna de pensar en un país con futuro.
Sin periodismo libre, no hay democracia, solo una ilusión al servicio del poder. –