Cuando tu Concejo Deliberante está repleto de jumentos

POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Hemos de comenzar esta columna de opinión realizando una tarea didáctica y pedagógica, preventiva, si se quiere, por si acaso fuera leída por algunos concejales capitalinos y que por lo demostrado podrían confundir el término “jumento” con algún agravio de tipo moral. Lo primero será indicarles la existencia de una compilación de términos castellanos que antiguamente llamábamos “mataburros” y que el vulgo conocía como diccionario. Allí, se hallan todas las palabras de nuestro rico idioma español, aprobadas por la Real Academia Española, Institución que estudia y suma los neologismos que aparecen, pero que básicamente, informa sobre el significado de las palabras. Enterados los concejales de esto que acabamos de enseñar, a la luz del dicho “mataburros”, dícese de jumento: Del lat. jūmentum. m. Asno o burro. m. Persona ruda o de muy escaso entendimiento (usado en sentido figurado y despectivo).” Los señores concejales podrán elegir el que les parezca más apropiado.

Pero os diré, nobles ediles, que debéis de sentiros agraviados, pues el asno o jumento, ha sido un calificado personaje en la literatura. Recordemos, por ejemplo, las Fábulas de Esopo (no pidáis que ingrese en explicaros quién fue, sino esta nota se convertirá en un tratado de literatura de primaria.

Así, en la fábula “El asno con la piel de león”, atribuida a Esopo (aunque también fue retomada, reversionada y popularizada más tarde por autores como Babrio, Fedro y los fabulistas del Siglo de Oro, como La Fontaine y Samaniego), un asno (concejal) se disfraza con la piel de león y logra asustar a los demás animales (ciudadanos)…, hasta que rebuzna. Entonces es descubierto y todos se burlan de él. Moraleja: Aunque te disfraces, tu esencia siempre se revela.

La única Verdad es la realidad

Sí, así es, la frase es adjudicada a Juan Domingo Perón, aunque el General la haya tomado en realidad de Aristóteles (filósofo griego del 300 A. de C. –quiere decir antes de Cristo); y a los efectos, diré, más allá de lo irónico del escrito, los ciudadanos comprobamos con verdadera lástima que nuestros inmediatos representantes, los concejales, carecen de todas las condiciones que debería de tener lo que en la Antigua Roma sería un tribuno de la plebe. Debo aclararles que no se trata del matutino salteño de Limache,

En otras ocasiones ya hemos advertido sobre este carácter de mediocridad, banalidad y ausencia absoluta de proyecto municipal por parte de los concejales. Recordemos que en los videos que algunos gustan publicar para mostrarse, JAMÁS, vimos un debate sobre las cosas de la Ciudad. Todo ha sido discursitos sobre la política nacional. Para uno que ya no está, todo era alabar “lo grande que la tiene Milei”, porque “acabó” afuera precisamente por pensar no con el envoltorio del cerebro, mientras los otros disputaban sus patéticos puntos de vista políticos.

El recinto, que debiera haber constituido un remedo del Ágora ateniense, llegó a convertirse en escenario de folclore popular y en disputa sobre el sueldo ¡Papá! Y el lector sabrá juzgar mejor que este humilde escribiente, sobre el grueso de los concejales se extiende un sepulcral manto de silencio.

Dice un viejo adagio político, que “Cuando no hay nada que decir, algo hay que decir”, y esto debe haber inspirado a una concejal –no concejala, porque existen los sustantivos epicenos que  “son aquellos que tienen un solo género gramatical (masculino o femenino), independientemente del sexo biológico del ser al que se refieren”, según la RAE-, es decir, , no cambian de forma para indicar si se trata de un macho o una hembra. “Para aclarar el sexo, se suele añadir una palabra como macho o hembra”, termina diciendo la RAE.

Pidiendo disculpas por la digresión, continuemos con que una concejal –queda feo aclarar “hembra”-, descubrió que el Escudo de la “Muy leal y noble Ciudad de Salta”, es obsoleto, contiene signos y símbolos violentos (aconsejo leer a Lacan sobre esto), y nos descubre que el perro en aquellos años era un arma biológica utilizada por los conquistadores para asesinar aborígenes. Lástima que Julio Argentino Roca no sabía esto, hubiera solucionado lo de la Campaña al Desierto con algunas manadas de caschis.

No ingresaré en la demostración de ignorancia histórica y heráldica, donde cumbres como Leandro Plaza Navamuel y Gregorio Caro Figueroa, ya se han pronunciado acabadamente, pero sí, diré, que este fútil asunto es la demostración más palmaria de que este Concejo Deliberante –menos mal que ya le quitaron lo de Honorable-, no tiene la más remota idea de lo que significa ser concejal ni tampoco tiene proyecto político sustentable alguno.

Prueba fehaciente es que inquirido al azar cualquier ciudadano sobre quiénes son los que los representa, dirán los nombres de los que mayor performance actoral tengan, del resto nada.

El Escudo de Salta lleva siglos allí, bien puede esperar unos cuantos siglos más, pero ahora, la situación política y social exige que los concejales sean realmente representantes de los problemas vecinales, que no significa ir al Recinto a denunciar que doña Pocha tiene un bache en la puerta de su casa, sino PENSAR MUNICIPIO.

PENSAR MUNICIPIO, es generar hechos políticos, motorizar la participación ciudadana, enseñar sobre presupuesto participativo, avanzar sobre descentralización municipal, plazas ecológicas, ambiente saludable, espacios para niños y abuelos. Es PENSAR sobre planificación urbana según los últimos estilos más avanzados. Etc., etc.

Tendrá el presidente de ese Cuerpo que disciplinar la tropa, munirse de un puntero y sacudirle el balero a los concejales para que aviven el seso –dirían en el Siglo de Oro español-, y la única neurona que tienen en estado de alerta y movilización, se ponga a funcionar. Porque hasta aquí, los ciudadanos sospechamos que están dando encefalograma plano.

PD: Espero no ser denunciado por la Sociedad Protectora de Animales o grupos animalistas por la comparación…