POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
¡He aquí que tenemos nuestro día! Sí, porque, aunque no tiene un reconocimiento oficial, el 27 de junio se popularizó en redes como «el Día del Boludo». Pero, la pregunta es ¿A quién saludaríamos sin que se ofendiera? ¿A quién saludaríamos por ser un boludo? Es más, ¿Quién merece ser el título de “Boludo del Día”?
En verdad, lejos de pensar que ofenderíamos a un amigo o conocido, la realidad nos sugiere que deberíamos llevar adelante un Gran Abrazo popular, porque en este país y en esta provincia, Boludos, somos todos.
Lo expreso así porque una breve pasada por las crónicas que se ocupan de esta magna fecha popular, todo coincide que en esta Argentina y en esta Salta aldeana en particular, Boludo es el que paga impuestos, el que respeta las reglas de la sana convivencia. Boludo es el que no coimea; en definitiva, el ciudadano honesto, íntegro y que no vive del Estado, termina siendo “el gil” -o “gil de goma”, también-, en un país donde muchas veces parece que ser vivo y transgresor rinde más.
Paradójicamente, esta es una celebración que se realiza en silencio, porque a nadie le hace gracia ser reconocido como un Boludo, por respetar la fila, pagar el IVA, manejar sobrio, salvo que sea funcionario o dignatario eclesiástico (lo que demuestra que el pueblo llano que no toma para conducir es un boludo), pero más Boludo todavía, es el que vota con la esperanza de un cambio, siendo que el “Boludo de Oro” es el que vuelve a creer que los políticos resolverán la caída libre de esta sociedad.
Así, con estas premisas, podríamos sugerir un catálogo del “Boludo Perfecto”
Es el que no ocupa cargos, pero sostiene la Patria.
El que no grita en la tele, pero mantiene con sus impuestos a los que sí lo hacen.
El que no vive del Estado, pero sostiene a los que sí.
El que elige gobernantes con fe, y termina siendo gobernado por vivos que lo desprecian.
El que llega en bicicleta a un cargo público y regresa a su casa en el mismo velocípedo.
El que no nombra a su amante como secretaria (Ya público o privado).
El que piensa que con el voto electrónico está eligiendo un candidato.
El que tiene esperanza de que Boca Juniors gane algo alguna vez.
Y la lista, sería tan interminable, como posibilidades de ser honesto en estos lugares se piense.
En definitiva, Boludos somos todos, en mayor o menor medida. Boludos porque confiamos. Porque fuimos capaces de pensar que “tal vez esta vez…”. Boludos cuando pensamos que ese candidato a presidente que hablaba raro era un genio. O que el que venía de Harvard tenía un plan. Boludos cuando pensamos que el que decía «síganme» tenía una idea, y que el que prometía dinamitar el sistema no iba a volarnos por los aires.
Así que ¡Feliz día, compatriotas!
Porque ser boludo en Argentina no es solo una condición: es una forma de vida.
Y a esta altura, una trinchera de dignidad. –