200 años de Civilización y Barbarie: El problema es la “Y”

POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

El título dado a su obra por Domingo Faustino Sarmiento, no pudo ser más exacto: «Facundo – Civilización y Barbarie». Y eso que había transcurrido para entonces apenas algo así de medio siglo de historia argentina y esa dicotomía entre civilizados y bárbaros tenía una vigencia contundente.

Una extraña antagonía entre dos realidades sociales que se oponen en todo: modos de vida, pensamiento, aspiraciones. Dos evidencias sociológicas distintas y distantes entre sí en todo, pero que, a la vez, desde antes de 1810, convivieron y aún conviven en un universo social que, a su modo, margina a cada uno de ellos. Los supérstites de los hijosdalgo, de los inmigrantes que vinieron a “fare l’América”, y verdaderamente la hicieron no la robaron, los descendientes de patricios, enfin, la aristocracia argentina, sintió que la “chusma” era distinta “Y” distante. Porque no son como ellos, no quieren lo mismo que ellos y no piensan como ellos.

Pero, paradójicamente, del otro lado, desde “ahí abajo”, los desclasados hicieron siempre lo mismo, marginaron, vituperaron y mantuvieron a distancia a “esos”, los de la “clase alta”. Los que “nos miran por sobre el hombro”. Esa gente “bien” que les daba trabajo y a su modo los ayudada a sobrevivir sus miserables existencias.

Somos así desde los comienzos cuando éramos fortines en las fronteras, cautivas, gauchos en un paisaje tan indómito. Desierto y romanticismo. Nos hace falta una expedición al pasado nacional, a nuestros orígenes para encontrarnos otra vez con nosotros mismos, con nuestros pliegues y puntos de fuga. Para ver si así logramos, después de dos siglos, hallarnos quiénes somos.

Somos la sangre, el tiempo y las cartas perdidas de una Nación que no tiene quién le escriba

Porque somos básicamente criollos, pero no somos judíos, ni franceses, ni árabes, ni siquiera italianos que inundaron el puerto: somos todos ellos y más. Porque también somos indios, somos bárbaros y peronistas. También, por supuesto, radicales, socialistas…, todo y todos, eso somos. Somos eso “Y” eso otro también. No somos aquello “Y” esto otro enfrentados.

Somos ciudadanos desde Yrigoyen y Alem, que lograron la Ley Sáenz Peña. Somos sindicalistas porque fuimos ácratas, anarcosindicalistas de origen polaco, español. Cantamos “Cara al sol, con la camisa negra”, también y nos emocionan los sones del “Novio de la Muerte”. ¡Ah! Pero también entonamos la “Giovinezza”, y memoramos al Duce en el Balcón de la Via del Corso y en el corazón de Roma, junto a la Piazza Venezia. Somos también los balbuceos del sueño rojo entonando L’Internationale. Somos Palacios, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, Robustiano Patrón Costas, Juan Domingo Perón, Eva Duarte y también Aramburu y Rojas.

Somos “Sube la papa, sube el carbón, el 24 sube Perón”, pero también somos “¡Viva el Cáncer!”. Somos la diversión, el odio y conflicto. Mayorías y minorías. Intensidades y vigores. Si, como dice el epígrafe: Somos la sangre, el tiempo y las cartas perdidas de una Nación que no tiene quién le escriba.

Ésta es la radiografía argentina que plasmó Sarmiento en “Facundo”, subtitulado “Civilización y Barbarie”, porque, aunque él combatió a la “Barbarie”, representada en su imaginario por el provinciano, particularmente el indio y el gaucho, no podía -y no pudo- separarlos. Ambos coexistieron y aún lo hacen en el mismo escenario argentino.

Ése es el problema de la “Y” …                  

¿Hemos advertido cuántas contraposiciones, polarizaciones, antítesis, somos? Siempre separados por esa “Y” que nos distingue, pero que paradójicamente nos mantiene unidos. Desde los confines de la historia. Sí, porque la “Y” ha sido un elemento disgregador siempre: criollos y españoles, morenista y saavedristas, unitarios y federales… y así, hasta el siglo XX, cuando fuimos -o somos- peronistas y antiperonistas, en el camino todo lo demás.

Ahora mismo, la sociedad está separada entre “libertarios y todo lo demás que no sea como ellos”. ¿No será hora de mirarnos y tratar de que la “Y” no sea el alambrado que nos separe sino la conjunción que nos una?

El mundo se halla al borde de un conflicto global que no será una guerra entre aquellos, sino el umbral de un Nuevo Orden Mundial, de donde un país como el nuestro podría partirse hasta en tres regiones (Como lo propone la ONU). Si eso ocurriera ¿“Y” qué pasaría con nuestras divisiones?

El momento requiere de una “Y” que nos una, pero eso reclama un acto de grandeza personal y colectivo. Pero exige ciertas demandas urgentes como dejar de robar, dejar de mentir, dejar manipular a la prensa…, porque aquí está en juego el todo, no el nosotros, el vosotros o el ellos. La hora requiere un acto de honorabilidad y patriotismo que no todos están dispuestos a ejercitar.

El mundo que viene en unos meses -pocos quizás-, nos requerirá que radicales Y antiradicales, que peronistas Y antiperonistas, que zurdos Y fachos, que todos estemos unidos por esa misma “Y” que ahora nos separa.

Porque se avecina el tiempo en que nos preguntemos todos juntos: “Y” ¿Ahora?

De lo contrario, serán verdad aquellas palabras del Martín Fierro, “Se los comerán los de afuera”. –