Soberanía es Educación: El Pueblo está entregando la Patria porque tiene funcionarios que ni siquiera saben leer

POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar

Hoy, 10 de Junio, cuando se conmemora el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, un hecho político que marcó rumbos en la historia de la diplomacia argentina, en los hechos, en nuestra lacerante actualidad, pasará desapercibido para la enorme mayoría de los argentinos. Es más, hasta podría decirse que para aquellos que por casualidad se enteren ni siquiera tendrá sentido.

Porque sin educación, el primer territorio que se pierde es el del conocimiento.

Esto es así porque los sucesivos gobiernos han desguazado el sistema educativo. Desde Carlos Menem con su Ley Federal de Educación y la posterior Ley Nacional de Educación, formulada por el kirchnerismo, se retacearon los programas, se destruyó la formación docente y la escuela pública, tanto primaria como secundaria, terminó lanzando a las calles, cada año, una mayoría alarmante de semianalfabetos.

En esta situación radica el fracaso rotundo de millones que a la fecha no pudieron ingresar a la universidad. Simplemente, porque la universidad no se tocó, entonces ¿Cómo pretender que los semianalfabetos aprueben un curso de ingreso siquiera? Basta mirar un poco los programas de primer año de las distintas carreras para comprobar que los conocimientos que plantean, son, en realidad, un poco más que un repaso de lo supuestamente aprendido en el secundario.

Nuestra experiencia áulica nos enseñó que los universitarios que habían logrado ingresar, reclamaban: – ¡Profe, no se entiende! A lo que respondíamos: – No es que no se entiende, el problema es que usted no sabe leer.

En efecto, el juicio crítico fue anulado, el razonamiento profundo también. La quimera de “retener a los alumnos en la escuela”, no fue más que mantener ovejas en el corral. Recordemos cómo se impuso la anarquía por sobre la disciplina. El profesor que pretendía orden en el aula era denunciado como represor. El que exigía era un totalitario. Y agregaré, por haber sido testigo presencial,  una experiencia personal de un examen donde un alumno del último año que asistió al examen drogado, protagonizó un escándalo violento con las profesoras, tiró todo y se fue, luego de las denuncias correspondientes, el Ministerio de Educación de Salta, entonces, proveyó que se llamara al púber, se le pidiera disculpas y se le tomara el examen, recomendando “sea aprobado para no agravar su problema”. Así, miles de casos.

Otro de los problemas fue (o continua siendo) la hipócrita consideración de que el alumno que se drogaba en un colegio privado (confesional) “tenía problemas”; pero el que se drogaba en la escuela pública de villa vaya a saber cuánto, era “un negro falopero”. Total, que ninguno de los dos hoy es un ciudadano de provecho.

Tanto más podríamos indicar, aunque haya mentes que se azoren con estos relatos; la conclusión es que hemos logrado conformar una sociedad mediocre, cada vez menos ilustrada, donde no pocos de aquellos “con problemas”, hoy ostentan importantes cargos públicos ¡Y hasta dicen legislar! ¿Podemos esperar una solución pronta a estos problemas?

No hace mucho tiempo, recibo el llamado de una docente de un terciario (forman docentes, supuestamente), que me interroga: “Che (sic), tengo que preparar el acto del 17 de Agosto. ¿Qué hago? Mi respuesta fue sencilla: “Y no sé…, comprate un Billiken” (Una antigüedad lo mío). Pero este es el estado en que estamos.

Luego, ¿De qué “Soberanía” podemos hablar, cuando ya a la gente ni siquiera le interesa votar? Si un ciudadano ha perdido el interés por ejercer el más insigne de sus derechos cívicos, ¿Puede interesarle la soberanía? ¡Cuando el voto es el primer ejercicio de Soberanía!

Monseñor Justo Laguna nos enseñaba algo muy simple: “La forma de ser culto, es leer los diarios”. Por eso tenemos los gobernantes que tenemos. Con gabinete provistos de personajes que no leen ni los diarios. Y algunos, que ni siquiera saben leerlos, a excepción de las necrológicas, deportes y policiales. ¿Será para ver si no figuran en esta última sección?

Otros hay que gustan de vestirse de gala para lucirse en los actos públicos, leyendo un papelucho sobre Belgrano o Güemes. Leen porque tienen ya el cerebro amortizado por el jugoso sueldo, cuyo mayor esfuerzo físico ha sido descubrir bustos o placas. Y así, la lista…

La Soberanía comienza a consolidarse en la escuela, cuando se enseña la vida y los sacrificios de los Padres de la Patria. Cuando se enseña Geografía y aprendemos cuántas provincias tenemos y que Malvinas y el Sector Antártico nos pertenecen por derecho. Cuando aprendemos por qué nos pertenecen y cuáles fueron los hitos. Cuando aprendemos a cantar la Marcha de Malvinas y mantenemos presente en esa Memoria el costo de la sangre de nuestros compatriotas.

Como final, y creo que más que elocuentes los ejemplos, consignaré dos casos que me tocara ver durante la Guerra de Malvinas. Destinado a la oficina de Incorporación, cierta mañana, se presenta un individuo de porte alto y muy fornido, vestido apenas con una polera en aquella mañana fría. Aspecto de hachero del monte chaqueño, rostro mataco o similar. Parco, erguido, con mirada fija en el suelo, venía a incorporarse. A la pregunta del subalterno que le espetó: “¿Y vos… recibiste la cédula de llamado? El individuo, respondió un seco ¡No! A lo que el escribiente le dijo: “¿Y entonces, para qué m… venís? Sin inmutarse, el monumental sujeto le respondió: “¡Porque tengo que servir a mi Patria!

Otro caso, fue el de un gaucho que literalmente bajaba del cerro, de Isonza o por ahí. Venía con un hijo, un muchacho vestido a la usanza como de unos treinta años. A la misma pregunta: ¿Recibió la cédula? El gaucho respondió que no, pero que lo traía “¡Porque tiene que defender a la Patria!

¡Eso es Soberanía!