POR ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar . – Muy lejos quedaron aquellos días en que profesábamos el culto por el antiperonismo. Hay que decirlo. Con los años, uno se va dando cuenta de que los “anti” no llevan sino al desastre. En esa evolución del pensamiento, hubo de mi parte un acercamiento a la conducción del PJ de Salta y a los peronistas en general. Descubrí que había personas capaces allí adentro, con buenas intenciones, incluso demócratas convencidos. Algunos hasta sabían leer y escribir y hasta se podía dialogar con ellos. Pero como en todo cajón hay “uvas blancas y de las otras”, también estaban los “peronistas” que rendían devoción al kirchnerismo, particularmente a la figura de Cristina Fernández, un ser diabólico ¿Quizás la reencarnación de Lilith? Estos últimos, ni siquiera eran peronistas.
La caída del régimen kirchnerista, aplastado bajo el peso de su misma corrupción, prometía dejarlos fuera del sistema. Y en Salta, con sus claros y oscuros, el Partido Justicialista, era el único que se mantenía a flote como organización política. Claro, habían abandonado la labor de edulcorar a la militancia con los ecos de la Marcha Peronista, dejaron de hablar de los principios de la doctrina -que es magnífica-, “Evita”, terminó siendo sólo una fecha y un monumento donde se reunía cada vez menos gente. Y el problema fue que se cambió el concepto de conducción por el de dirigencia y que no existen los dirigentes sin dirigidos. Sin militancia. Sin los compañeros, el peronismo se convierte en un cuerpo doctrinal famélico.
Pero todo eso ya lo sabemos porque el cáncer del peronismo salteño, la rama kirchnerista, logró consolidar la metástasis y mediante espurios arreglos con el nivel nacional del PJ, terminaron interviniendo a la seccional Salta. La mafia kirchnerista actuó rápido; envió a un atorrante del calibre de Sergio Berni, que repitió la actuación que tuvo la noche del asesinato del fiscal Natalio Alberto Nisman: alteró la escena del crimen y se fue.
El resultado fue que echaron a la conducción verdaderamente peronista, y dejaron los escritorios para que los traidores como, Sergio “Oso” Leavy, Guido Giacosa, Nora Giménez y toda una caterva de fanáticos del subsidio emocional, devotos del mesías caído, con estampita de Néstor en el bolsillo y la billetera en Suiza, más preocupados por la lapicera que por el pueblo, se encaramaran en la Sede del PJ de Salta y armaran un grupo de tareas que llamaron “lista de candidatos”.
Obviamente, la cosa no podía funcionar y no funcionó. Las últimas elecciones del domingo hicieron realidad aquella desafortunada frase del presidente, Javier Milei, cuando dijo que quería ponerle el último clavo en el cajón de Cristina Kirchner. En efecto, La Libertad Avanza, selló el ataúd donde yace el kirchnerismo de Salta. Imprecamos rogativas para que los espíritus del Averno los mantengan entretenidos “Per secula seculorom”.
Pero el problema es que estos bandidos ultimaron lo que quedaba del Partido Justicialista en Salta, con lo cual no sólo han barrido con los últimos 80 años de historia política de Salta, sino que han contribuido a que la democracia en esta provincia quede desguarnecida. El kirchnerismo ha sido para el PJ Salta, lo que Miguel Nanni y su çáfila para el radicalismo. Ergo; ¿Qué clase de democracia es esta sin partidos políticos?
Ni siquiera la Revolución Libertadora, que vino a destruir al peronismo, pudo extinguirlo como lo hicieron estos “peronistas” y desde adentro. El Partido de la Victoria y sus adláteres ha sido el Caballo de Troya del peronismo salteño.
Entiendo, desde mi debilitada capacidad de análisis, que hay que reagrupar al peronismo de Salta (Aún sin Sede y sello). Líderes tienen, militancia también. La doctrina y la mística están allí intactas, aguardando que alguno de el primer paso. Bastará que un solo dirigente con carisma y ánimo verdaderamente peronista se ponga al frente y exhume las banderas de Perón y Evita, vuelva a cantar la Marcha y hablar de Justicia Social (pero en serio), de Independencia económica (pero en serio) y de Soberanía (que hay que explicar de nuevo de qué se trata), para que como los fogones del 17 de Junio, comiencen a encenderse aquí y allá, ánimos de participación, ganas de militar, orgullo de sentirse parte de un gran Proyecto Nacional como fue el peronismo. Uno, solo uno que tome la posta. No necesariamente, cuando digo “uno”, deba ser hombre. Por ahí, resulta que más valor y capacidad militante haya en alguna mujer…
Le guste a alguien y a otros no, el peronismo en Salta, forma parte integrante de su historia inmediata, de su cultura incluso. Ser peronista en Salta era una manera de identificarse. Como verdadero demócrata, así como la desaparición de la Unión Cívica Radical ha significado una pérdida cultural, ver que ahora ocurra lo mismo con el Partido Justicialista, es un sinsabor cívico.
De otra manera, sin PJ organizado ¿Cómo van a enfrentar en octubre a La Libertad Avanza que sí se organiza partidariamente? Qué sí tiene militancia. Y que ya dio el primer zarpazo nada menos que en el distrito electoral más grande de la provincia de Salta
Piensen, muchachos. Pero piensen rápido. El peronismo lo tiene todo para reorganizarse rápidamente. Ahora es más fácil porque los traidores están identificados y vencidos. Pero hace falta la decisión.
Y ahí, ya no podemos ayudarlos. –