Por Ernesto Bisceglia – www.ernestobisceglia.com.ar . – La última vez que un fotógrafo le tomó una foto a un personaje importante, terminó asesinado. Si, todos recordamos a José Luis Cabezas. Los recuerdos y las similitudes sobrevuelan otra vez cuando por segunda vez, Santiago Caputo, el tercero del “Triángulo de Hierro”, actúa de manera intimidatoria en público, esta vez, tomando una fotografía de la acreditación del medio del fotógrafo que le tomó la vista. Caputo, es un personaje desagradable, soberbio, que en su gestualidad evidencia el carácter de patán, masticando chicle con la boca abierta, como rumian los camélidos. En definitiva, un tipo de cuidado. Lo que en el barrio llamaríamos “un idiota con poder”.
Pero esta es la clase de energúmenos de que se ha rodeado el presidente, Javier Milei. Hace unos meses, manifestamos nuestra opinión sobre esa parada organizada por otro ultraderechista autoritario y nostálgico del Tercer Reich -el llamado “Gordo Dan”-, que lanzó una “Guardia pretoriana” del presidente, con una ornamentación donde sólo faltaba escuchar “La Cabalgata de las Walkirias” de Wagner, con Adolf, extendiendo su brazo.
No se equivoque nadie, no es este un discurso “ad hominem”, ni menos todavía apologético de una socialdemocracia, pero en las últimas 48 horas han ocurrido hechos que son realmente preocupantes. Primero, ha sido noticia en los medios nacionales, que el presidente, Javier Milei, habría pedido al Canal A24, que echen a los periodistas, Luis Novaresio y Baby Etchecopar. De hecho, cuando Milei, visitó ese canal para saludar a un economista, pidió expresamente no cruzarse con Novaresio “No lo quiero ni ver”, habría sido la expresión.
Pero mucho más grave es la publicación en “X”, de este lunático furibundo del “Gordo Dan”, que se dirige al presidente, diciéndole: “Javo, por favor, por qué no metés preso a un periodista por decreto…..

Que el presidente solicite el despido de periodistas representa un síntoma alarmante de autoritarismo y una grave amenaza a la libertad de expresión. Y que un allegado al poder, pida públicamente la detención de periodistas, no sólo se trata de un acto intimidatorio contra la prensa, sino también de un mensaje disciplinador hacia el resto de la sociedad: “esto les pasa a quienes piensan distinto o hacen preguntas incómodas”.
Históricamente, los regímenes autoritarios han comenzado así: no con grandes gestos de represión masiva al principio, sino con señales dirigidas a controlar el discurso público. Un periodista cuestionador es un elemento incómodo para el poder. Pedir su expulsión no es sólo una represalia, es un intento de silenciar las voces críticas, moldear la agenda mediática y redefinir la realidad política a medida del gobernante.
Esto se agrava si no hay un repudio amplio, especialmente de parte de otros periodistas, medios, intelectuales y líderes democráticos, porque la tolerancia a ese atropello termina siendo complicidad. Hoy es un periodista, mañana un docente, un juez, un legislador o cualquier ciudadano.
En democracia, la pluralidad de voces no es un lujo: es una condición básica de su existencia. Cuando un mandatario pretende decidir quién puede hablar y quién no, ya no está ejerciendo su cargo: está coqueteando con el despotismo.
Algunas consideraciones centrales:
Estas actitudes lesionan el principio de separación de Poderes. Porque la Libertad de prensa es un contrapeso del poder. Cuando el Ejecutivo interfiere para que se silencie o se castigue a quienes lo critican, está usurpando funciones que no le corresponden y debilitando el equilibrio institucional.
Si no existe una actitud de rechazo explícito de la prensa hacia este tipo de actitudes, la tibieza naturaliza estas situaciones que se convierten en precedentes: mañana pueden pedir que se clausure un medio, se encarcele a un reportero, luego será el control de los contenidos y así, la democracia y los derechos constitucionales se habrán ido a los caños.
Dígase, de paso, que con estas actitudes del presidente, Milei, y su banda de degenerados totalitarios (Si el presidente puede llamarnos “degenerados fiscales”, estamos en el derecho de tacharlos de lo que nos parece), contravienen la letra de la Constitución Nacional y de los Pactos internacionales incorporados a la Misma (Pacto de San José de Costa Rica, Declaración Universal de Derechos Humanos). Atentarlos equivale a suspender de hecho las garantías democráticas.
En lo personal, repetiré, he votado a este tipo para que se vayan los otros. No esperábamos mucho, pero este hombre es un peligro, cada vez más va naturalizando un discurso de odio, como el último ante mil empresarios donde no ahorró epítetos descalificatorios para tachar a periodistas, opositores y cualquiera que no venere su política y su persona.
Lo peor, es que la cría de jóvenes que La Libertad Avanza, está germinando, ya muestran ese mismo discurso intolerante y reaccionario.
La frase «Soy periodista, si me matas, te suicidas», la expresó Baby Etchecopar, posiblemente sea de Lanata o Galeano. Pero desde nuestra Tribuna, renovamos nuestro compromiso con el Liberalismo más puro (no esta porquería llamada “libertarismo”), reivindicamos a la Razón y a la Libertad, como dones del Creador y cuidamos el ejercicio de los mismos, siempre allanados al espíritu de aquellas palabras atribuidas a Voltaire: “Disiento con Usted, pero daría la vida porque siguiera hablando”