Sobre la Fundación de la Ciudad de Salta: Territorio de Alturas, Historia y Milagros

WWW.ERNESTOBISCEGLIA.COM.AR – POR ERNESTO BISCEGLIA. – Hoy, 16 de Abril del Año del Señor de 2025, en el Aniversario de su Fundación, vale preguntarse qué hay en la tierra de Salta que la vuelve esencial, casi sagrada. Desde los Incas hasta el Milagro, desde los Padres de la Patria hasta las rutas que cruzan el continente, Salta no es un punto en el mapa: es un eje entre lo visible y lo invisible, entre el pasado y el futuro.

La memoria histórica se pierde en tiempos inmemoriales para recordar que en esta región, donde, en 1582, el Licenciado Hernando de Lerma, junto a 95 vecinos, en su mayoría que había sumado de la luego desaparecida, Nuestra Señora de la Talavera de Esteco, hoy se levanta Salta, una tierra particular, seminal en muchos aspectos. Una tierra que desde siempre ha tenido una fuerza de atracción especial. Los Incas, que expandieron su imperio por gran parte de Sudamérica, llegaban hasta estas tierras siguiendo un llamado que no era sólo político ni económico, sino espiritual. ¿Por qué subían a las cumbres en estas latitudes salteñas a realizar sus sacrificios más sagrados?

En la cosmovisión andina, en las montañas habitaban los Apus, dioses tutelares que exigían respeto y ofrenda. El Llullaillaco, el Quehuar, el Socompa; no eran cerros comunes, eran portales entre el mundo humano y el divino. Allí se ofrecía lo más preciado: niños puros, preparados durante años para ser ofrenda viva. Un sacrificio no de muerte, sino de trascendencia. Como dijo el antropólogo Johann Reinhard, descubridor de las momias del Llullaillaco: “Los incas elegían estos sitios porque sentían que en esas alturas, el cielo los escuchaba mejor.”

Así, desde los Andes más profundos, Salta comenzó su historia como un lugar donde lo visible se funde con lo invisible. Donde la Naturaleza asume la condición de nexo místico, casi como un templo magnífico ornado con los Elementos. Ese ese rasgo no se detuvo con la caída del Tawantinsuyu. Siglos después, otro hecho extraordinario marcaría nuevamente su destino.

En 1592, llegaron al puerto del Callao dos imágenes religiosas flotando en el mar, sin remitente ni origen conocido, sin que se supiese jamás en qué navío venían embarcadas. Una Virgen del Rosario y un Cristo Crucificado. Se decidió que una iría a Córdoba y otra a Salta. Esta última fue la que años después se volvió el corazón de una devoción única. En 1692, durante fuertes terremotos, los salteños sacaron en procesión esa imagen “Por un siglo olvidada”, dice la Novena, y la tierra dejó de temblar. El pueblo interpretó ese gesto como un Milagro. Desde entonces, septiembre es mes de Pacto y Fe. Como escribiera Luis Güemes: “Salta ha sido tocada por lo sobrenatural. No es casual que aquí se detengan los terremotos, que aquí floreciera la resistencia de la Patria.”

Pero Salta no es sólo mística. También es geopolítica viva. Desde su fundación, ha sido centro nodal de caminos. Desde el Alto Perú bajaban ejércitos y mercancías hacia los puertos de Rosario y Buenos Aires. Hoy, las mercancías que llegan desde el Atlántico al Brasil, cruzan la Ruta Transamazónica, y por la Avenida Tavella  se continúan por la Ruta 51 hasta alcanzar los puertos del Pacífico. Así, Salta fue y es un corredor natural, cruce de culturas, base logística y estratégica.

En su suelo se libró la Guerra de la Independencia en su totalidad. Aquí estuvieron Manuel Belgrano, José de San Martín y Martín Miguel de Güemes, los tres Padres de la Patria, en simultáneo. Aquí se detuvo la ambición realista. Como escribió Belgrano al Triunvirato en 1812: “Los salteños, sin más arma que su coraje, han resistido al enemigo. Son estos hombres la muralla del norte, donde se estrella la ambición de los realistas.”

También el general San Martín, añade su parecer al respecto diciendo: “El coraje de Güemes y su gente en Salta nos asegura la retaguardia. Si la revolución ha de vivir, será porque en el norte hubo quien la defendiera sin condiciones.”

Y el general Güemes, a gritó de guerra con su puño alzado, dirá: “No hay poder en el mundo que pueda torcer la voluntad de los pueblos que luchan por su tierra. En Salta, la libertad tiene nombre y es nuestra causa.”

La historia grande se escribió en sus calles de piedra y en sus quebradas silenciosas. También en su gente, en sus caudillos, gobernadores, legisladores, educadores, artistas y poetas. Salta le ha dado a la política nacional figuras relevantes desde la colonia hasta hoy. En esta Salta revivieron el folclore y las expresiones nativas que marcaron la identidad criolla en los escenarios del mundo.

Todavía hoy, con sus riquezas en litio, gas, producción vitivinícola y agrícola, y su posición geopolítica estratégica en el NOA, Salta tiene el potencial de ser vértice de un Norte Grande con desarrollo propio. Tanto es así que si ese proyecto hubiese sido prioridad real, estamos en el derecho de preguntarnos ¿existiría el Mercosur tal como lo conocemos?

Salta no es sólo un lugar. Es un mito vivo, una frontera entre mundos, un punto de partida y de regreso. Tierra donde el cielo está más cerca. Donde los dioses hablaban con el viento y donde los héroes caminaron entre nosotros. –