POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Realmente, hay que preguntarse quién o por qué el gobierno de la provincia de Salta continúa sosteniendo a Rita Guevara en la municipalidad de Cafayate. Aquí la cosa no es para tibios ni para cobardes. La indolencia se combate de frente y la Verdad se defiende a “cara de perro”. Frente a la mentira y el abuso de poder hay que oponer resistencia, porque la democracia exige transparencia absoluta en los procedimientos. No podemos tolerar que se manosee la fe pública con balances incoherentes, ni que se siga tomando por estúpidos a los cafayateños mientras algunos estarían haciendo pingües negocios con la cosa pública. Porque aquí no estamos frente a una administración: estamos frente a un sainete contable con actores de reparto que ni siquiera aprendieron el guion.
¿Hasta cuándo hemos de ponerle rótulos a una gestión que es un fracaso desde el día uno? Toda descomposición hiede, repugna. Los cadáveres no pueden convivir entre los vivos. Y aquí hay vivos que ya son cadáveres políticos, pero como en Cafayate la necrofilia política parece ser política de Estado, los siguen maquillando para la foto.
El inicio a caminar de la Comisión Investigadora del Concejo Deliberante ha puesto un grado de nerviosismo tal en el “gobierno” municipal, que según nuestras fuentes en el edificio comunal nos informan de un escándalo de alto voltaje en días pasados, donde no se ahorraron calificativos, gritos y hasta descompensaciones. ¿La razón? Las inconsistencias entre lo que dijeron ante el Concejo Deliberante el contador y la contadora, que dicho sea de paso, no tendría matrícula para actuar en Cafayate. Como todo lo de esta “gestión”, está flojo de papeles. Si la intendenta está nerviosa, es porque el ventilador se encendió y el olor que sale no es precisamente a azahares del valle.
Ya el balance de la Serenata del año pasado debió movilizar alguna acción por parte del gobierno, pero no; el expediente sigue acumulando polvo en la Auditoría General de la Provincia. Apenas la visita encubierta de un contador y un abogado que no logran desmontar lo que sería una red de tráfico de favores, donde habría empresas creadas “ad hoc”, con familiares que se facturan entre sí y entre todos al municipio. Porque en Cafayate, cuando las empresas no existen, se inventan. Y cuando existen, milagrosamente facturan como si hubieran descubierto petróleo en la plaza principal.
Y hablando de millones, la danza de cifras de más de seis dígitos con papeles inconsistentes no tendría explicación posible. ¿Será verdad que hay funcionarios municipales como titulares de empresas que le facturan al municipio? Mmmmm… dijo la muda, y la muda se quedó corta, porque ni las cuentas de la Serenata se pueden explicar con tanta fe como los peregrinos del Milagro.
Justamente, mudas están las autoridades que a esta altura ya debieran estar poniendo la lupa sobre lo que está pasando en Cafayate. Porque los aportes de la provincia un día son subsidios, al día siguiente adelanto de coparticipación; luego no se le debe nada a la provincia y mañana hay pendientes cuotas de varios millones mensuales… ¿Qué es esto? ¿El juego del Gran Bonete o el festival del yo-no-fui mientras el dinero baila chacareras de seis cifras?
En Cafayate, el “gobierno” municipal se maneja al estilo Luis XIV: “El Estado soy yo”, porque la intendente ignora al Concejo Deliberante. Más de veinte pedidos de informe jamás respondidos. Funcionarios que son citados y jamás aparecen pero ahora ejecutan obras para las que no tendrían los títulos habilitantes. Vehículos que se compran declarando que se pagaron al contado y ahora resulta que se deben cuotas… ¿Hay que seguir? La Biblioteca Británica tendría menos tomos si escribiéramos todas las anomalías que hay en el municipio de Cafayate.
Los hoteleros, los gastronómicos, los comerciantes, todos trinan porque en dos años no se ha hecho ninguna gestión para favorecer el turismo. Cuando por poner un manto de piedad publicara el Dr. Bartolomé Basurto una jocosa nota denunciando que no saben ni escribir el nombre del municipio en un vehículo, un alma malévola, destinada a ser pastura de las llamas eternas, comentó que estábamos equivocados “Porque en la camioneta el nombre del municipio está escrito en lengua originaria kakana, la del director de turismo, el cacique, Guanca-wa”. Al final, la gestión turística es tan invisible como el kakán: lengua muerta, ideas muertas, y un turismo que no revive ni con respirador.
De hecho, vehículos oficiales tendrían la documentación a nombre de la intendenta.
La Comisión Investigadora ha comenzado a caminar y está levantando polvo. Hay nerviosismo en el Ejecutivo municipal que se desfoga en chispazos verbales entre los funcionarios. Algunos, “off the record”, han expresado su temor de quedar pegados en facturaciones excesivas que se habrían hecho durante la Serenata.
La última palabra la tiene el Ejecutivo provincial y sus órganos de contralor. Esperemos que no terminen haciendo lo de Tancredo, ese personaje del “Gatopardo” de Tomaso di Lampedusa: “Cambiemos todo para que nada cambie”. Ojalá que en el Grand Bourg no estén practicando esa coreografía, porque mientras tanto el hedor en Cafayate ya se siente hasta en las nubes.