POR: ERNESTO BISCEGLIA – www.ernestobisceglia.com.ar
Podría decirse que el declive del régimen peronista comenzó -o se acentuó- con la muerte de Eva Perón. El peronismo había generado transformaciones sociales que tocaban los intereses de las Corporaciones que habían manejado este país desde 1810, o antes: el capital extranjero, representado en el siglo XIX por los grandes hacendados y comerciantes, el clero católico y los militares. Sobre la actuación de estas corporaciones podrían escribirse largos y densos capítulos, pero se puede definir que salvo las heroicas actuaciones del Ejército Argentino, las otras dos sólo contribuyeron al freno del progreso económico y mental del país. El Ejército, luego con el concurso de la Marina la Fuerza Aérea, se convertirían en el brazo ejecutor de los planes del neoliberalismo internacional.
Razones del derrocamiento de Perón – El conflicto con la Iglesia Católica
Lo que fue hasta 1954 un vínculo fue cordial, se fue deteriorando cuando el peronismo giró hacia iniciativas como el divorcio vincular presentado en la Cámara de diputados de la Nación, por la legisladora Parodi. A eso le siguió la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas y la ley de profilaxis, que para los sectores católicos más ultramontanos representaba una legalización encubierta de la prostitución.
La Iglesia reaccionó con dureza y la tensión llegó al máximo cuando Perón rompió su relación con el cardenal primado, Santiago Copello y determinó la expulsión del país de monseñor Tato y monseñor Novoa. La quema de las iglesias y de la propia Curia metropolitana el 16 de junio de 1955, terminó en un enfrentamiento frontal. La Iglesia organizó procesiones multitudinarias y fue vista por muchos como el núcleo de la oposición. La excomunión de Perón en 1955 fue un hecho decisivo en aquella escalada.
Autoritarismo y persecución política
Siempre he señalado que el peronismo tiene tres momentos: El Perón de 1945, que representó esa gran revolución nacional y popular, con cambios significativos en la educación, la salud pública, la industria, etc. Un segundo momento es aquel que se inicia con la muerte de Eva Perón, cuando el peronismo vira hacia un autoritarismo instalando la censura, la persecusión de opositores (radicales, socialistas, comunistas y conservadores) generando un clima de asfixia política.
Es el momento en que se proscriben los partidos y se subordina al Poder Judicial, mientras que la disciplina del Congreso al líder, terminó alimentando la idea de una dictadura.
Siempre me he preguntado si, de haber estado en vida, Eva Perón, para ese momento, el país no se hubiera desbarrancado en una guerra civil. Recordemos que ya había comprado un cargamento de armas para repartir a los obreros porque intuía que los propios militares podían derrocar a Perón. Alguna crónica de esos días cuenta que Eva le habría dicho a Perón: “Juan, dejá de pensar como milico, esos te van a c…”.
Tensiones con las Fuerzas Armadas
Precisamente, pese a haber tenido apoyo militar en 1943 y 1946, con el tiempo creció el malestar en sectores del Ejército y la Marina por el estilo personalista de Perón. Cuenta también que las cúpulas militares siempre fueron muy afines con la jerarquía católica y los conflictos con la Iglesia por esa gran influencia en los cuadros castrenses, precipitaron la ruptura definitiva.
Crisis económica
Desde 1952 comenzó el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones. El Dr. René Favaloro, sostuvo en el programa “Tiempo Nuevo”, que “durante el peronismo se dilapidaron 1.600 millones de dólares y se inició la caída del peso argentino y la inflación”, dos fenómenos hasta entonces desconocidos en la Argentina.
De allí, que, escasez de divisas, inflación, caída en las exportaciones agropecuarias y malestar social por ajustes salariales y racionamientos, más dos malas cosechas, terminaron de complicar la situación y esto debilitó la base de apoyo popular.
Polarización social
Otro elemento que corroyó al gobierno fue la polarización que derivó en enfrentamientos peronistas y antiperonistas, que alcanzó niveles de odio visceral. Así, sectores medios, empresarios, universidades, Iglesia y buena parte de la oficialidad militar confluyeron en la idea de que Perón debía caer.
La violencia como punto de quiebre
De todo este proceso, si hay que indicar una fecha de quiebre, aquella fue sin duda el bombardeo de Plaza de Mayo (16 de junio de 1955) por la Aviación Naval, con centenares de muertos que mostró que la fractura era irreversible, además de poner en evidencia hasta qué niveles había escalado el odio entre las facciones.
Obviamente que el proceso que culmina en aquel 16 de setiembre de 1955, es mucho más complejo y excede el marco de esta simple mención recordatoria, pero sí, hay que decir que el Golpe llevado adelante por la autodenominada Revolución Libertadora, no sólo terminó con el gobierno peronista e inició el período más negro de la historia argentina contemporánea.
Porque la violencia, las muertes, el fusilamiento infame del General Juan José Valle, y la terrible represión organizada por los militares, abrió heridas en el cuerpo social que la ausencia de justicia hizo que acunaran un resentimiento que se desfogó en la violencia de los setenta.
El retorno de Perón, en 1972, inició el tercer momento del peronismo, que amerita otro análisis, sólo alcanza decir que fue un intento de conciliación y de diálogo que no pudo prosperar por la muerte de Perón, en 1974.
En síntesis, la Revolución Libertadora, de carácter brutalmente dictatorial y espiritualmente mesiánica, terminó con el gobierno de Juan Domingo Perón, pero a pesar de todos los esfuerzos, lo que no pudo hacer es terminar con el peronismo. }
De eso se encargarían en las décadas siguientes los propios peronistas. –