¡Que se ponga de pie el Gauchaje!: La Patria se hizo a caballo y a caballo hemos de recuperarla
La fecha del 10 de Noviembre que conmemora el "Día de la Tradición" en homenaje al nacimiento de José Hernández, el consumado poeta y autor de la obra cumbre de la literatura argentina y del género gauchesco el "Martín Fierro" se ha reducido solamente a sencillos actos escolares que se colman con la entonación de una zamba y algún baile tradicional, nada más. La celebración de Halloween tiene más repercusión entre los argentinos.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- En su etimología, «Tradición», es un vocablo que deriva del latín –traditio traditionis-, a su vez derivado del verbo tradere (transmitir, entregar) que significa donar o legar algo. En el sentido que nos ocupa la tradición refiere a ese conjunto de costumbres, ritos y usanzas que nos llegan desde los tiempos ancestrales.
Pero somos un país joven, muy joven en términos de ciclos históricos. Apenas algo más de doscientos años de los cuales los argentinos hemos transcurrido casi un siglo y medio luchando entre nosotros, ya por ideologías, ya por intereses, y hoy, a pesar de tener una Constitución Nacional que tiene ese mismo tiempo de vida, apenas podemos celebrar 40 años de tránsito democrático, y con todos los problemas vividos en esas décadas.
Si acaso hubiera que buscar un hilván, un hilo conductor que trasunte como un eje meridiano de nuestra historia, entre todos los modelos, gobiernos, personajes, gestas y situaciones, un solo y mismo personaje se hallará siempre vigente en todos esos procesos: el gaucho.
Porque el gaucho es simiente de argentinidad, es el primer estereotipo formado del mestizaje hispánico hacia el criollo y de este con el aborigen, con el indio. El gaucho fermentó el fenotipo más aguerrido del espíritu argentino: matrero, indolente e indomable, dispuesto al corcoveo para sacudirse todo aquello que le cinchara su espíritu libre y fogoso.
Por definición el gaucho es cimarrón como su caballo y ambos formaron esa síntesis de donde nació el centauro argentino, porque el gaucho no domesticó al caballo, sino que entre ambos se comprendieron y sellaron ese pacto de convivencia y servicios mutuos. El caballo era la primera -quizás la única- posesión del gaucho y sobre ese lomo se fue conformando aquella ilusión de los primeros fundadores: la Patria.
De allí que resulte tan acertada aquella afirmación de que «La Patria se hizo a caballo», porque sobre corceles se ampliaron las fronteras, se abrieron los caminos, se fundaron las ciudades y cuando la necesidad de independizarse obligó a defender el suelo, sobre el caballo se cimentó el sueño de la Patria Sudamericana, de San Martín, de Belgrano y de Güemes.
Luego, hablar de tradición y de gaucho, es hablar de valores argentinos en estado puro: franqueza, lealtad irreductible, espíritu inagotable de trabajo, honestidad clara, respeto irrestricto y sobre todo, profundo amor a la Patria. ¡He allí los nobles valores, las más excelsas categorías humanas que definen al gaucho argentino!
Recuperar la Patria desolada es volver a mirar a esos valores del gaucho. Animar la formación de una dirigencia política potable y potente es exhumar el temple patriótico del General Martín Miguel de Güemes, guerrero, sí; pero hombre de paz, estadista consumado que miró mucho más allá de su tiempo. Que enseñó que la función pública es servicio y no servirse. Que trazó el camino con su impronta de líder, tanto que aunque asesinado, sus gauchos cumplieron acabadamente aquel juramento fidelizado ante la espada del Prócer moribundo: ¡No pasarán!
Y no pasaron.
En los pueblos de Salta se vivencia ese espíritu del gaucho argentino. El gauchaje vive a diario su historia camuflada entre los vecinos. El gaucho es uno más, pero el más servicial y el más confiable. Hasta que llega el día en que se viste con su traje de gala, porque el gaucho no se disfraza, se engalana para honrar a su General, para honrar a su Santo Patrono o a la «Mamita» María. El gaucho salteño como aquellos de la lejana Pampa argentina, como sus ancestros en los montes saltojujeños, tiene en su caballo su posesión más preciada. Ese espíritu inveterado del gaucho todavía vive y late entre los cerros, en los valles, en las llanuras de una Salta que precisa, que exige, que se vuelva a los valores de la tierra.
Por eso, si la Patria se hizo a caballo ¡A caballo hay que recuperarla!