El Clero de Salta dividido por una nueva felonía del arzobispo Cargnello
El escándalo que estremece a la Iglesia de Salta, dígase más propiamente en su acepción etimológica "Ecclesiam", a la Asamblea de los creyentes, ocurre puertas adentro del Presbiterio y hacia afuera por los hechos que son de conocimiento público, pues si se ventilaran los yerros arzobispales cometidos bajo la gestiòn Cargnello, parafraseando al evangelista podría decirse: "Y hay también muchas otras cosas que hizo" (Cfr. Jn. 21-25), que como diría el Cervantes "No quiero acordarme", pues irían en herida y lamento de la comunidad y lógicamente, en daño de la fe.

POR ERNESTO BISCEGLIA- PUBLICADO EN EL INTRANSIGENTE.- Los hombres pasan a la historia no por lo que fueron sino por lo que hicieron. Desde la creación del obispado de Salta en 1807 por Bula del Papa Pío VII. los nombres de los prelados quedaron grabados generalmente por sus obras, a excepción quizás del Dr. Nicolás Videla del Pino -primer obispo de Salta- que pasó a la historia por haber sido destituido y enviado preso a Buenos Aires por el General Manuel Belgrano acusado del delito de «intercambiar correspondencia con el General Goyeneche». De allí en más, cada obispo fue haciendo crecer la diòcesis con más o menos dignidad eclesiástica.
El 20 de setiembre de 1934, la hasta entonces Diòcesis de Salta fue elevada a la categoría de Arquidiócesis y el Papa Pío XI eligió como primer arzobispo a Monseñor, Roberto José Tavella, proveniente de la Orden Salesiana. Monseñor Tavella ha ganado un lugar descollante en la historia contemporánea de Salta por haber sido una verdadera potencia intelectual, un hombre de una vocación sacerdotal y científica claramente verificada en sus obras. Un verdadero líder religioso. En él, Salta, tuvo a un representante en las deliberaciones del Concilio Vaticano II, pero su legado más importante deviene de su profunda formación humanista que lo llevó a crear el Bachillerato Humanista Moderno, favoreció los estudios históricos a través del Instituto de Estudios Históricos San Felipe y Santiago y por supuesto, su «magnum opus», la Universidad Católica de Salta, hoy reducida a un guiñapo respecto de aquella época fundacional atendida por la Compañía de Jesús.
Al fallecimiento de Monseñor Tavella le sucedió en la Silla arzobispal, Monseñor, Carlos Mariano Pérez Eslava, también salesiano. Hombre sencillo, pero de aguda inteligencia, con una gran bonhomía y honradez de carácter. Fue esencialmente un pastor que evangelizaba con su sola presencia. Sólo ingresar Monseñor Pérez a un sitio representaba una luz que despertaba las simpatías incluso de aquellos que no comulgaban con la confesión católica. Fue un hombre respetado por todos los sectores de la sociedad y a quien le tocó gobernar la arquidiócesis en una etapa muy compleja de la historia durante la última dictadura militar. Supo manejar con acabada diplomacia la relación con los gobernadores de facto, las fuerzas de seguridad y con el nuncio apostólico, Pío Laghi, connivente con los dictadores. La llegada de sus restos a la provincia fue acompañada por una multitud de fieles. Descansa hoy a los pies del camarín del Señor del Milagro.
Luego fue nombrado Monseñor Moisés Julio Blanchoud, un «simple sacerdote» según su propia definición. El arzobispado le quedó grande a Blanchoud, y él mismo lo reconocía, como le dijera a este cronista en alguna oportunidad: «No quería este cargo, soy un cura de barrio», y era común verlo transitar a pie las calles de Salta, en los colectivos, portando su cartera en la cual llevaba los elementos para brindar auxilio espiritual. Recordado por acompañar las guardias del Servicio Sacerdotal de Urgencia. El arzobispado se le fue de las manos siendo manejado por un alguno que hizo de la Curia un centro de negociaciones políticas, de triste final. Pero se puede decir con justeza que Monseñor Blanchoud fue esencialmente «Un buen hombre» que tuvo que soportar las calumnias más ignominiosas de algunos que frecuentaban los pasillos curiales. No será recordado por nada trascendente, obviamente.
El tiempo del escándalo
La situación cambió radicalmente cuando la arquidiócesis fue ocupada por quien sucedió a Blanchoud, monseñor Mario Antonio Cargnello, quien durante su largo ejercicio fue desmoronando toda la obra de sus antecesores hasta hundir a la Iglesia de Salta en aquello que el Evangelio previene con toda dureza: el escándalo.
Son palabras del mismo Jesús cuando advierte: «¡Ay del hombre por quien viene el escándalo!” (Cfr. Mt. 18-7 y en Lc. 17.1-2 ). Y agrega el Maestro: «Quien escandalizare a uno de estos que creen en mí, mejor fuera que le colgasen alrededor del cuello una muela de tahoma y le sumergiesen en alta mar”. (Cfr. Mt. 18-6). La teología advierte sobre quien promueve el escándalo que «Sea declarado tan odioso a los mismos ángeles y santos que ni siquiera tengan ánimo de encomendar a Dios a quien se ha hecho reo de la perdición de una sola alma: “Es indigno de que se le vea y de que se le ayude.” (Ibidem). San Juan Crisóstomo afirma que «Dios es paciente con ciertos pecados aun gravísimos, pero nunca con el escándalo, por lo horrible que es a sus ojos”. Y así podríamos regar con advertencias desde el Antiguo Testamento en Ezequiel y otros profetas. En conclusión, la Iglesia de Salta ha sido hundida en el escándalo.
El escándalo que estremece a la Iglesia de Salta, dígase más propiamente en su acepción etimológica «Ecclesiam», a la Asamblea de los creyentes, ocurre puertas adentro del Presbiterio y hacia afuera por los hechos que son de conocimiento público, pues si se ventilaran los yerros arzobispales cometidos bajo la gestión Cargnello, parafraseando al evangelista podría decirse: «Y hay también muchas otras cosas que hizo» (Cfr. Jn. 21-25), que como diría el Cervantes «No quiero acordarme», pues irían en herida y lamento de la comunidad y lógicamente, en daño de la fe.
El lego, el neófito o el negado en estas cuestiones podrá pensar acaso que el presente discurso se hilvana sobre un ánimo anticlerical, más no, se trata antes bien de ir en defensa de la augusta tradición salteña de considerar a los pastores como hombres de Dios en plena potencia, anunciadores de la Palabra y rectos consejeros y consoladores. Con yerros y caídas, lógicamente, dada su humana condición, pero jamás tan faltos a la Verdad y dados a llenar la bolsa antes que ser ejemplos del ministerio de la Caridad. Ergo, denunciamos en favor de recuperar la «Memoria» que el mismo Cristo pidiera en la Última Cena: «Haced esto en memoria mía» (Lc. 22-19).
Todavía arden al rescoldo de la vergüenza pública las denuncias de las monjas del Carmelo de San Bernardo de haber sido violentadas por el arzobispo Cargnello en hechos y palabras, suceso que no reconoce antecedente en la historia de Salta, tan verecundo como ver consigna policial en el ingreso al Convento para hacer cumplir la perimetral impuesta a Cargnello, expediente sólo aplicado a un malvado que ebrio o iracundo maltrata a una mujer. Ciertamente las crónicas no serán piadosas mañana con este bochorno que llegó incluso a hacer pensar en modificar el recorrido de la Procesión del Milagro porque el paso de la misma estaba dentro de los 500 metros de lejanía impuesta al prelado por la perimetral dictada por la Justicia.
El motivo de tal disputa no era sino el manejo de la caja que acumula la devoción de la Virgen del Cerro y que tuviera sus primeros escarceos hace más de dos décadas ya cuando Cargnello intimara a las consagradas según aquella Madre Superiora y una Hermana que recibía los mensajes de la Virgen en el Claustro se lo confiaran a este cronista.
Ahora, nuevamente la codicia por el negocio abre otro capítulo escandaloso cuando el arzobispo violenta la póstuma voluntad del fallecido Monseñor Pedro Reginaldo Lira, pastor docto y predicador insigne si los hubo, quien viendo sus días terminarse decidió legar su propiedad de 100 hectáreas situada en La Calderilla –Orco Huasi, así llamada- para que allí se construya un «Centro Eclesiástico Comunitario de retiro y descanso», dice Lira en su carta. Notable acto de inspiración evangélica ya que no pocos sacerdotes que han dedicado su vida al ministerio terminan su vida en el abandono por parte de la Curia.
En ese pensamiento, Monseñor Pedro Lira legó esas tierras al Arzobispado de Salta, diciendo: «Resolví que esto quedara como un ensayo comunitario, una comunidad vecinal para sacerdotes de toda edad, y por sobre todo, sacerdotes mayores que pudieran tener acá, no una pasadita, ¡sus casas, sus casitas! y quedarse acá hasta el final. Y entonces fue cuando, miren, viviendo el Evangelio, me despojé. (…) Probemos si somos capaces de vivir en comunidad los de la profesión». Para el arzobispo Cargnello parece que no.
Ahora resulta que mediante un «convenio» entre el Arzobispado y la UCASAL, se está interviniendo o por hacerlo, en esas tierras para ubicar allí una facultad de agronomía y veterinaria; es decir, cuando Monseñor Pedro Lira rechazó el lucro ofrecido que bien le hubiera venido en su vejez para vivir acomodado, él pensó en sus hermanos sacerdotes y ahora el Arzobispado ¡privilegia el lucro!
En una Carta que el Presbítero, Pablo Pagano Fernández, notable sacerdote y teólogo, autor de un valioso libro «Epíclesis, Iglesia y Espíritu Santo» -su tesis doctoral- donde es uno de los primeros en abordar una teología del medio ambiente, advierte sobre este despojo que el arzobispo Cargnello pretende cometer sobre el legado de Monseñor Lira, diciendo que: «Hasta ahora no propuso ni llevó a cabo la Curia ninguna forma realmente eclesial, comunitaria, cristiana, es decir, de lo que predicamos todos los responsables de la finca, de manejo de la misma según el cargo expresado en el acta de donación y otras explicitaciones conocidas del donante. Como “broche de oro” de ello, aparece ese convenio con la UCASAL, institución que nada tiene que ver con el cargo.
La lectura de la citada Carta del Presbítero Pagano que adjuntamos es suficiente y clarificador documento, pero digamos que, ante las denuncias y el malestar provocado en el Presbiterio y algún sector de la Comunidad sinceramente comprometido con el Evangelio, el dicho Cargnello ensayó uno de sus acostumbrados subterfugios para tratar de componer la situación que fue rechazada por ser considerada por los sacerdotes que no le responden como «Otra de sus engañifas» (sic).
La «engañifa» a la que refieren los clérigos se trata de una maniobra de Cargnello quien descubierto y acorralado por un sector importante del clero ensayó un intento de conciliación publicando -solicitando- que los sacerdotes opinen en una suerte de encuesta sobre este tema luego de tener decisiones tomadas. En ese texto -que también adjuntamos- dice de una reunión del Presbiterio donde fue presentada la propuesta de intervenir la finca Orco Huasi con la UCASAL, pidiendo la opinión de los sacerdotes cuando en realidad ya es una decisión tomada.
Mientras Monseñor Lira pretendía que ese lugar -su finca- tuviese como destino el «descanso y propiedad de casas de los hermanos sacerdotes», Cargnello en su «encuesta» evidencia su deseo lucro cuando dice: «… serviría como lugar de investigación y experimentación con cabras y vacas…». Notable reduccionismo de categorías y valores, de «descanso de sacerdotes» a «experimentación con cabras y vacas». Además, como si la Curia no poseyera otras tierras más apropiadas para ese menester agropecuario.
En los grupos de redes que manejan los curas de Salta, uno de los que más enojados concentra, se pudo leer el siguiente mensaje como respuesta al intento de Cargnello: «Ahora lo que más escandaloso es el falseamiento ideológico, el hacer algo y luego blanquear con actas truchas, consultas luego de las decisiones … etc. Evidencia la perversidad y el modo de trabajo de este infame, (sic) manipular y extorsionar …. mentir y hacer que se mienta» (sic).
Ese mensaje denuncia una situación de abismal tristeza como es la división que ha provocado Cargnello en el clero y en la sociedad salteña con sus actitudes contra las monjas de San Bernardo, la Virgen del Cerro y ahora esta situación que literalmente enfrenta a los sacerdotes con la Curia por el agravio a la memoria de un pastor de la talla que fue Monseñor Pedro Reginaldo Lira.
Como decíamos al inicio de la presente, los hombres son recordados por su legado. Así lo reconoce el mismo responso de los difuntos: «Sí, porque así descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.» (Ap. 14-13). En el caso presente quizás ocurra aquello que Homero grafica en «La Ilíada» cuando Aquiles estaba reclutando soldados para la guerra con Troya y se halla con un pastor -apropiada imagen- que prefiere quedar así nomás en lugar de armarse para el combate y el semidios le responde: «Por eso la historia no te reconocerá», porque no has hecho nada bueno ni edificante.-