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Sobre «Esos coyas de m…»

La falta de conocimiento del lenguaje ancestral y la ignorancia generalizada sobre los aspectos idiomáticos y geopolíticos históricos de la región salto-jujeña y altoperuana, todavía se manifiesta en dichos o sentencias de connotación social peyorativa. La paradoja reside en que quienes utilizan esas expresiones para denigrar a otros resultan ser a la luz de la etimología los verdaderos denigrados. La ignorancia es amiga confidente de la falta de respeto siempre.

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.- En cierta oportunidad, años ha, mientras dictaba alguna clase en la universidad, un alumno a viva voz expresó: «Esos coyas de m…», para referirse a unos compañeros de tez morena y apellidos criollos. Recientemente, el periodista, Jorge Lanata encendió una polémica al analizar el triunfo de Javier Milei en la localidad de San Antonio de los cobres, diciendo: «Te imaginas a los coyas discutiendo de política»… Como si los coyas no pudieran o no tuvieran el alcance intelectual de poder discernir sobre las cosas propias y ajenas, sobre las pasadas y las presentes.

El sistema educativo en el norte adoleció siempre de un estudio más sistemático de su componente étnico ancestral. Apenas un dibujo somero de la gran Cultura Incaica y prácticamente nada sobre las etnias locales que habitaron toda la geografía salto jujeña y altoperuana y que resultaron claves -por ejemplo- a la hora de formar los ejércitos de la Patria del General Manuel Belgrano que le puso cerrojo a las aspiraciones realistas de «Plantar las banderas del Rey en el Puerto de Buenos Aires», como dijera el General De la Serna.

En su extraordinaria obra «Diccionario de Regionalismos Salteños», el Dr. Vicente Solá aborda la etimología del término «coya», y extenso sería dedicarnos a ubicar geográfica y demográficamente a las etnias locales, más allá del mapa que la querida Teresa Cadenas de Hessling traza en su obra «Historia de Salta», que recomendamos revisar. Así, lejos de ser el término «coya» un sambenito gratuito cargado de demérito social y hasta intelectual, «coya» proviene del antiguo quecha donde significaba «El hombre o señor importante». De hecho, los Incas cuando dividieron el Tahuantinsuyo o «Imperio de las Cuatro Regiones», denominaron «Collasuyo» a la extensión que hoy cubre nuestra geografía salto jujeña y altoperuana, como dijimos.

Nos, insistimos en la generalidad con que tratamos este asunto en estas líneas pues el caso implica connotaciones histórico-lingüísticas que nos exceden en el presente, pero digamos livianamente que el término «coya» tiene varias etimologías que se pueden resumir de la siguiente manera:

Como dijimos, su origen incaico en cuya lengua «coya» se refería a una comarca, una señora, una soberana o una patriarca. Era la mujer del emperador o bien servía para distinguir a las mujeres integrantes de la familia imperial. «La Coya y sus hijas tenían acceso al Templo de las Vírgenes del Sol. Como «Coya» también se definió a la segunda etnia más numerosa en la Argentina.

En una extensión del término, la «Coya» era la esposa legítima de un hombre, y aún más, se utilizaba para referirse «a una persona única y valiosa». Según algunos autores, la región del «Collasuyo» se llamó así en honor a la mujer del emperador, la Coya.

De manera pues, que lejos de representar un agravio hacia aquellos que tienen rasgos indígenas, ya pardos o morenos, el vocablo «Coya», «Colla» o incluso más antiguamente «Kolla», es un título de relevancia, cuyo uso denigrativo expone la ignorancia de quien así lo utiliza.-

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