Argentina en estado terminal: ¿Quién tiene la culpa de tener que «fumárselo a Milei»?
El final de la era ya es irreversible. Con el kirchnerismo termina más de un siglo de hacer política, incluso buena política en ocasiones. El Estado argentino se desploma sobre sus bases porque ya ni la Constitución Nacional vale ya que muchos de sus artículos son inaplicables o literalmente ya no se respetan. El kirchnerismo fue gobierno durante los últimos veinte años, con el interregno de un incapaz como Mauricio Macri, pero es sin duda alguna el gran responsable de la debacle argentina. El gobierno y el país, son un desbande.

SALTA-POR ERNESTO BISCEGLIA.- El filósofo porteño, Kicillof de Baires (2023), sentenció: «Si tiene cuatro patas, cola y ladra, es perro. No hay otra»; contundente definición que describe la exactitud de una situación. Aplicado a la política podría decirse: Si gobierna el kirchnerismo, el país se incendia, se han roto las mallas morales, la delincuencia arrecia y el caos social cunde, es kirchnerismo, no cabe duda. Ergo, el responsable de todo esto es el régimen gobernante. Lógica aristotélica pura.
El país es un desbande, y por tal, se entiende «Situación confusa que se produce durante la finalización desordenada de una reunión o acción colectiva.». Tal cual. La situación de caos social en la Argentina se produce durante la finalización desordenada de un gobierno que ya no lo es. Porque ¿Dónde está el presidente de la Nación? ¿Dónde la vicepresidente? ¿Funcionan las Cámaras? ¿Algo funciona en el país? Todo tiene olor a final.
La anomia, el atropello al orden institucional, es tal, que un piquetero le dice públicamente al país «Yo estoy coordinando los saqueos» e inmediatamente el ministro de seguridad de la Nación, declara: «No sabemos todavía quien está detrás de todo esto». O el piquetero se siente en el culmen de la impunidad, o el ministro es un estúpido. O ambos son el colmo de los cínicos. Con gente de esa calaña, obviamente, nada puede salir bien.
Pero todos estos no son sino datos anecdóticos de una agonía de sesenta/noventa días que habrán de sufrir los argentinos hasta que nazca el Nuevo Orden en el país.
Los «visionarios» y creadores del desastre aventuran con Javier Milei de presidente un país de mano dura. Y tienen razón, el hombre viene con una receta donde se piensa, se crea y se compite, se trabaja o quedas fuera del sistema. El que no se adapta se convierte en un paria. Eso sí, no sabemos todavía cómo resolverá esa cuestión social que se potenciará entre en un pueblo al que el kirchnerismo ha desmoralizado, le ha enseñado a vivir gratis y le cambió la escuela por un celular de alta gama, donde los jóvenes -dice un último estudio- en el conurbano bonaerense no manejan más de 200 palabras frente a las 5 o 6 mil que maneja un humano educado.
Se vuelve a repetir la historia del país pendular, de la zona franca de la izquierda nihilista al duro yugo de la derecha capitalista. Jamás nadie intentó la tercera posición.
La llegada de Javier Milei a la presidencia es prácticamente un hecho irreversible, lo dicen incluso los diarios del extranjero, y en la Argentina para muchos sectores se producirá aquello que dice la Biblia: «Habrá llanto y rechinar de dientes».
Todos los extremos son malos, una derecha liberal y capitalista a ultranza tampoco conjuga con la idiosincrasia argentina, pero es lo que el peronismo facilista, el radicalismo complaciente y el kirchnerismo corrupto supieron conseguir.
Ahora, a fumársela.-