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Cuando peronistas y radicales asesinaron a la política y permitieron la llegada del «Fenómeno Milei»

Los dados están echados y las probabilidades de que Javier Milei llegue a la presidencia de la Argentina crecen a diario. Asistimos al nacimiento de un fenómeno que sacude a las estructuras políticas ya desvencijadas no sólo argentinas sino latinoamericanas. Nadie comprende muy bien qué está pasando, ni qué pasará. Pero hay un dato irrefutable: los responsables de este fenómeno son los dirigentes que anquilosaron la política y por conservar sus privilegios no se dieron cuenta de que el mundo había cambiado.

SALTA- POR ERNESTO BISCEGLIA.- Y… la política que era esencialmente vocación y servicio se había convertido en un fértil negocio que sobre todo en las últimas dos décadas ayudó a levantar fortunas, imperios familiares, allí donde hasta entonces sólo había existido la supervivencia.

Se autotitularon «dirigentes» cuando jamás dirigieron nada ni a nadie porque nunca militaron. Ingresaron a la estructura del Estado y coparon los puestos principales de los dos partidos mayoritarios. Así, el peronismo y el radicalismo fueron languideciendo, perdiendo identidad hasta licuarse en «Frentes» que más que opciones políticas eran cocinas de acuerdos de cúpulas y así se olvidaron de los principios fundacionales de los partidos, de los ideales… hasta de la Patria.

Y hallaron que esa vida era buena, sin ningún esfuerzo se cobraban sueldos impensados en una actividad privada, se obtenían prebendas, posibilidades de abrir negocios, algún que otro «obsequio» que engrosaba la cuenta bancaria. El viejo automóvil se transformaba en una camioneta de alta gama, se podían sufragar los gastos de alguna querida, viajes, buenas comidas y vinos de categoría. ¿Dónde iban a encontrar otra vida mejor? Había que quedarse allì.

Se quedaron y comenzaron a llevar a la familia, los hijos comenzaron a heredar cargos, sin pisar el partido político, sin militar, sin conocer el polvo de los barrios. Habìan «monarquizado» a la política. Este nivel de vida había que defenderlo con todo, así la dirigencia se convirtió en un consorcio, en un directorio, donde ocupar una silla tenía precio: «Ponè tanto y te armamos la candidatura y la campaña. Cuando ganès tenès que pagar a la corona, pero pasàs a formar parte de la Corte (Y de la Corte Suprema, también)». Lo demás es conocido.

Pero si hasta Roma cayó, cómo pudieron pensar que esto podía ser para siempre. Más cuando el mundo ya giró hacia otro lado, hacia el rumbo innoble del capitalismo deshumanizado. Y ellos querían seguir con la fiesta de casi cien años.

La fiesta se terminó y ahora tiene que pagar los gastos.

Claro, los platos rotos los vamos a pagar todos, los de abajo en mayor medida, pero ellos también porque se acabó la vida licenciosa y los que tienen cargos públicos van a tener que batirse con lo que viene. Y no están preparados, lo cual amenaza ser una barrida del tipo tsunami. Viene el tiempo de recluirse en sus mansiones y cuidar las fortunas que hicieron porque no hay más.

No existe en la memoria histórica algo parecido al fenómeno Milei. Si logra ir imponiendo sus ideas, el terremoto de 1948 en San Juan será una caricia telúrica al lado de lo que puede ocurrir. Los argentinos tendremos que aprender a convivir con las ideas de un mundo que está mucho más allá de lo que imaginamos.

¿Qué pasará con los millones de sumergidos a los que el kirchnerismo pseudoperonista los convenció de que se puede vivir gratis? En un mundo que exige valor agregado, capacidad diferenciada e inteligencia emocional para crecer ¿qué harán esos millones que apenas deletrean el abecedario? Se acabó el negocio del piquete y los de Infantería sonríen acariciando sus palos. Se acabará la mediocridad y el país quedará dividido en dos: aquellos que están capacitados para sobrevivir al nuevo esquema y los millones que sólo Dios sabe qué será de ellos.

Hay que pensar en comenzar la política de nuevo, desde las bases, con otras ideas porque los partidos políticos están fenecidos.

Nos pensamos que es llegada la hora vital del municipalismo, de formar movimientos municipales, de ideas plurales y convicción de participación, para quizás algún día en el mediano plazo se pueda ir morigerando lo que se viene.

Por supuesto, hay que echar a todos estos que hace más de una década viven del Estado. Hay que limpiar a toda la «dirigencia» porque Javier Milei y sus consecuencias para la Argentina, es exclusiva culpa de los que fundieron al Estado argentino.-

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