Eva Perón, de «Evita» a «Viva el cáncer»: Semblanza de una tragedia argentina
Suena en los oídos aquella grabación del locutor oficial cuando un día como hoy del año 1952, dijo: "... cumple el penoso deber de anunciar que a las 20, 25 hs., ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación". Con la muerte de Eva Perón no sólo se cerraba un ciclo muy particular de la historia argentina del siglo XX sino que se caía el gobierno de Juan Domingo Perón.-

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.- Amada hasta límites de paroxismo y odiada con la misma y quizás más intensidad, lo que debemos recuperar hoy los argentinos es la memoria de aquella mujer que tuvo el mérito de no pasar desapercibida. Bataclana o santa, expropiadora de empresas para regalar a los humildes o líder natural, la impronta de Eva Perón no ha podido ser superada en casi un siglo, y por lo que se ve, no podrá serlo porque no hay a la vista ninguna mujer que tenga su talla de liderazgo.
El peronismo sin la mística de su doctrina no existe. La doctrina la redactó Perón pero la mística se la impuso Eva; ella encarnó el sentido mítico de aquella revolución popular. Ella transformó su resentimiento social en una organización social que no tiene igual en la historia. La obra de la Fundación Eva Perón fue el acto de reivindicación social más grande que se conozca. Dirán que se nutría de saquear a los empresarios, de imponerles contribuciones y de extorsionarlos para conseguir todo lo que se regalaba. Así fue, pero a cambio había niños y argentinos felices, contentos con aquella dádiva. Eso es mucho más que el saqueo impiadoso con que hoy la misma dirigencia «peronista» desguaza al país a cambio de nada.
No se puede comprender el peronismo sin Eva Duarte, sin la Eva para las señoras de Barrio Norte y los «Gorilas»; sin «Evita«, como la llamaban los humildes. Ella fue el alma del Movimiento Nacional Justicialista, la que le dio el vigor y la templanza a la palabra del lìder.
Fue también visionaria, ella le advirtió a Perón que «los milicos te van a voltear», y tenía razón. Y su muerte prematura quizás salvó al país de una guerra civil, porque con Eva Duarte viva y en la plenitud un golpe de Estado militar se hubiera transformado en un sangriento enfrentamiento. Porque ella despertaba esas pasiones sin freno, las de los humildes y las de los soberbios y mesiánicos. Si habían sido capaces de bombardear la Plaza de Mayo, no iban a ser capaces de disparar contra las masas obreras.
Hay que recordar que Eva Perón, en la comprensión de su visión de la situación ya había comprado armas y las había guardado en los sótanos de la CGT para armar a la masa si a Perón lo tocaban. ¿En que baño de sangre hubiera terminado aquello?
Basta comparar la actitud de Eva de querer armar al pueblo y la de Perón que envió a guardar esas armas al arsenal del Ejército.
Todo lo demás es historia, pero lo que sí hay que rescatar desde la historia y como una categoría que deben respetar incluso los «Gorilas», es que aquella mujer ascendió más allá de la gloria política a un estadio de exaltación, tanto, que hasta su cadáver le resultaba una molestia y un peligro para los totalitarios de «La Libertadora».
Sí, porque «La Eva» muerta y fría le incomodaba a la oligarquía, a los milicos y hasta a los curas, por eso se confabularon todos para secuestrar y hacer desaparecer su cuerpo en el acto más infame de que un ser humano pueda ser capaz.
Hoy, es una discusión bizantina predicar la santidad de «Evita» o la violencia de «La Eva»; sin embargo, su marca en la historia es de tal magnitud que a setenta años de aquellos días todavía es idolatrada por unos y habrá otros que volverían sin piedad a pintar en alguna pared «Viva el cáncer».
Como sea, Eva Duarte, lleva el signo de los grandes muertos, de aquellos que se elevaron más allá de sus mismos enemigos y que habitan el Panteón de los seres míticos, de esos semidioses profanos que la gran masa, esa que desciende de aquellos que recibieron una bicicleta, una chapa o una máquina de coser sueña con que un día el peronismo los reivindique.
Eva Perón es más grande que el peronismo, porque a pesar de todo Ella vive en el alma del pueblo, mientras que el peronismo ha desaparecido.-