1 de Julio de 1974: Se murió Perón y se llevó a la tumba a la política argentina (VIDEOS)
La muerte de Juan Domingo Perón cerró un capítulo en la historia de la Argentina contemporánea signada por la violencia. El testamento de Perón legó para los tiempos el signo de la decadencia para el país porque sus "herederos", primero ninguno tuvo la extraordinaria capacidad política ni la visión de estadista de ese militar que llegó por el golpismo y feneció de la misma manera, por un golpe de Estado. Hoy los argentinos pagan el precio de aquel personalismo desmedido.

SALTA – POR ERNESTO BISCEGLIA.- Cuando Juan Domingo Perón abordó aquel avión de Alitalia para regresar al país luego de 18 años de exilio, sabía que venía a morir a la Argentina. Era consciente de sus limitaciones físicas y hasta políticas. Su frase «Soy un león herbívoro» reseñaba esas condicionantes.
Desde su retorno el 17 de Noviembre de 1972 hasta el día de su muerte la Argentina vivió un verdadero éxtasis político nunca visto ni antes ni después. Hay que reconocer que en ese lapso restricto de tiempo en este país sí hubo política y de la buena; incluso con violencia y muertos. Por eso decimos que el peronismo lleva consigo un crespón negro porque para sacarlo del poder hubo muertos y muertes infames como las que produjo la barbarie de «La Libertadora». Para sostener el antiperonismo posterior también hubo muertes, represión, salvajismo político. Aparecieron las «Formaciones Especiales» como cariñosamente llamaba Perón a las bandas de jóvenes armados que preanunciaban el tiempo de la guerrilla que desangraría al país.
Para volver Perón a la Argentina también hubo violencia y al asumir la tercera presidencia la violencia ya se entronizó en el país regando secuestros, torturas y asesinatos, ordenados desde el gobierno peronista por un demente como «El Brujo» José López Rega con su «Triple A» (Alianza Anticomunista Argentina), los guerrilleros que habían pasado a la clandestinidad luego que el líder los echara de la Plaza de Mayo el 1 de Mayo de 1974 y desde las fuerzas policiales, militares y paramilitares. Militar en el peronismo se zanjaba con sangre y esto es un dato de la historia.
Pero hay que reconocer que el peronismo trajo política, como no la hubo desde Leandro Nicéforo Alem y Don Hipólito Yrigoyen, de Juan B. Justo, Alfredo Palacios y Lisandro de la Torre. El interregno desde que el faccioso de José Félix Uriburu derrocó a Yrigoyen (6/9/1930) hasta la caída de Ramón Castillo el 4 de Junio de 1943 con el golpe que organizó Perón desde el GOU no hubo política sino contubernio conservador y «Fraude Patriótico», un eufemismo para denominar a las trapisondas que se organizaban desde el Jockey Club y la Sociedad Rural Argentina para designar presidente a los amigos que le permitirían continuar a la oligarquía beneficiándose con los negociados con los ingleses, principalmente.
Sí, Perón le devolvió política al país porque se fortalecieron los sindicatos, incluso más allá de los límites naturales que hubiera sido recomendable, el radicalismo militó -y conspiró- con los sectores de la Iglesia Católica cuando Perón se peleó con el Cardenal Santiago Copello y echó a los prelados Tato y Novoa del país, lo cual quizás no estuvo tan mal, porque podrían haber coincidido con los radicales en fortalecer una República laica, pero así fueron las cosas.
Largo sería avanzar sobre el proceso que siguió a la «Libertadora» hasta el gobierno del General Alejandro Agustín Lanusse quien desafió a Perón a volver con su famosa frase «Perón no vuelve porque no le da el cuero», pero que también había abierto la puerta a ese retorno otorgándole garantías y devolviéndole las pensiones adeudadas entre otras cosas, además de ser el impulsor del GAN (Gran Acuerdo Nacional), un espacio de participación de todos los partidos políticos.
Con el retorno de Perón a la arena política se produjo un hecho inédito pero jamás aprovechado que pudo saldar una cuota de paz para el país con el simbólico abrazo del General y Ricardo Balbín en la casa de Gaspar Campos, un signo profundo de la necesidad de reconciliación para los argentinos pero que no pudo darse porque para entonces los ahora llamados «jóvenes idealistas» vandalizaban la Patria en todos sus rincones matando a quien se cruzara, civiles, hombres, mujeres o niños; ya empresarios, ya militares, ya peronistas o lo que fuera.
El viejo líder sabía que se moría y desde nuestra óptica no entendemos todavía porqué designó para sucederlo a su mujer, María Estela Martínez de Perón, que pese a sus profundas limitaciones sin embargo hay que reconocerle algunos atisbos de política que hoy NINGÙN dirigente del país tiene.
En aquel avión que trajo a Perón de vuelta al país venían todos los que luego serían presidentes peronistas, gobernadores y militantes que ocuparían espacios destacados de la política pos Perón.
Ahora ¿Qué pasó con el legado peronista? Luego de caída la dictadura militar de 1976, vino el radicalismo con el Dr. Raúl Alfonsín al que el peronismo le opuso todas las dificultades posibles. Su sucesor el «peronista», Carlos Menem, fue el primero en traicionar el ideal peronista, echar su doctrina a la basura y vender al país al mejor postor. El gobierno menemista terminó siendo una varieté farandulesca que inició la desaparición de la clase media argentina que había consolidado el peronismo de 1945 iniciando el proceso de pauperización del país.
No cuenta para ningún análisis el breve paso del radicalismo con la Alianza, salvo que esa experiencia sirvió para demostrar que las alianzas jamás redundan beneficiosamente en la política porque siempre se acuerda «para ir en contra de…»; conseguido el objetivo, sin planes ni proyectos sustentables terminan como el malogrado presidente De la Rúa.
Desde ese momento y hasta el presente, todos los presidentes fueron «peronistas» y prolijamente fueron destituyendo al peronismo, desgajándolo de sus fuentes, doctrinas y principios. Bajaron la imagen del Líder y de Eva Perón, desactivaron a las unidades básicas y cambiaron militancia por demagogia subsidiada. Jamás volvieron a poner en práctica ninguno de los principios de la justicia social y propiciaron la corrupción generalizada, la propia y la del sistema.
Este Aniversario de la desaparición física de Juan Domingo Perón encuentra al país sin peronismo, prácticamente extinguido. Y al caer el peronismo arrastró detrás de sí a toda la política argentina.
A meses de un recambio presidencial no hay un candidato que represente a Perón, ergo, no se puede hablar de peronismo.
De modo entonces que ante este Aniversario, tal vez sea apropiado aceptar -con dolor para los verdaderos peronistas supérstites- y con objetividad para el resto, que verdaderamente, aquel 1 de Julio de 1974, junto con el General Juan Domingo Perón, también ha muerto el peronismo.-